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Red Internacional
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Apología del genocidio. The Economist miente; Israel sí está cometiendo un genocidio en Palestina

El pasado 23 de noviembre, The Economist publicó un patético artículo justificando el genocidio en Gaza y queriendo lavarle la cara al Estado sionista.

Óscar Fernández

Óscar Fernández @OscarFdz94

Jueves 30 de noviembre de 2023

Lenin afirmaba que The Economist no era más que "un pasquín que habla en nombre de los multimillonarios británicos". Luego de que a mediados de este mes el parlamento británico votara en contra del cese al fuego inmediato de Israel contra el pueblo palestino (con 293 votos en contra y 125 a favor), el medio de los millonarios imperialistas, como si se tratara de un sumo sacerdote que pretende alimentar con sacrificios a una deidad sedienta de sangre, publicó un artículo para justificar la muerte de decenas de miles de personas.

Para este medio imperialista, el concepto de "genocidio" estaría siendo "abusado" en su uso por parte de los críticos al Estado de Israel, apuntando en primer lugar a las acusaciones lanzadas por los enemigos políticos de éste (como Jordania o Irak). El artículo lo único que plantea como "defensa" y "contraargumento" es que "Israel, por el contrario, no se conforma a lo que constituiría un genocidio. Hay poca evidencia —afirma—, a diferencia de Hamas, de que Israel pretenda destruir a un grupo étnico, los palestinos. Israel sí quiere destruir a Hamas, un grupo militante, y está preparado para matar civiles para llevar ese objetivo a cabo. Pero mientras que algunos extremistas israelíes quieren erradicar a los palestinos, no se trataría de una política de gobierno. Ni tampoco los israelíes llevan adelante una intención obvia de prevenir el nacimiento de palestinos".

Además de tener un razonamiento patético, no puede sino provocar la rabia el leer estas palabras que pretenden deshumanizar al pueblo palestino y minimizar los crímenes de guerra de Israel.

¿Qué es un genocidio?

Según la Convención de las Naciones Unidas para la prevención del genocidio, este crimen sería un "delito perpetrado con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso". The Economist acierta en señalar que esta definición, un tanto abstracta, no es suficiente para saber si efectivamente hay genocidio o no. Agrega que en las condiciones está: "deliberadamente infligir hacia el grupo atacado condiciones de vida calculadas para llevar adelante su destrucción física"; "infligir daño físico o emocional serio", "medidas para prevenir nacimientos" y "transferir por la fuerza niños de un grupo a otro".

Hasta aquí, en teoría, todo "bien". Son parámetros que nos ayudan a precisar qué incluye la definición. Pero algo que no menciona la ONU, aunque diversas organizaciones de derechos humanos sí agregan, es que un genocidio incluye la destrucción de infraestructura social y cultural. Es decir, atacar casas, museos, hospitales, mercados, escuelas, lugares de culto, zoológicos, monumentos, parques, playas, etc.

Todo lo anterior ya lo ha hecho el Estado sionista. Israel quiere destruir a los palestinos, como ya lo demuestran los bombardeos que han eliminado a, según cálculos recientes, cerca de 20 mil personas, la mayoría de ellas, mujeres y niños. Los palestinos serían un grupo nacional, pues aunque la mayoría son musulmanes, hay palestinos cristianos también.

Israel, al cortar acceso a internet, ataques a generadores de energía, molinos de trigo, cortar el suministro de agua, imponer un bloqueo a Gaza por cielo, mar y tierra desde 2005, etc., genera "condiciones de vida calculadas para llevar adelante la destrucción física" de miles más de palestinos que tendrán que enfrentar el hambre luego de que cesen los ataques sionistas (cuando quiera que eso ocurra). Con los constantes bombardeos, Israel genera daño emocional y físico serio a una población en la que más de la mitad son menores de edad. Con los ataques a los hospitales palestinos, bajo la acusación de ser bases de operaciones de Hamas (algo que hasta la BBC ha llegado a poner en duda), Israel genera condiciones para prevenir nacimientos. En días recientes circularon en redes imágenes detallando los fallecimientos, uno a uno, de los infantes palestinos que estaban aún en incubadora y que tuvieron que ser desconectados.

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Y en los ataques a la infraestructura social y cultural, es innegable la intención del régimen sionista. Atacados los hospitales, escuelas (incluso las que maneja la ONU), lugares de culto como la Iglesia de San Porfirio (donde un grupo como Hamas, de corte islamista, poco tendría que hacer ahí), así como el zoológico de Gaza, donde varios en redes han denunciado que ha muerto cerca del 90% de los animales resguardados, ¿queda alguna duda sobre si hay genocidio o no en Palestina?

Por el contrario, como una referencia a la conducta de la ONU a la hora de calificar una masacre tenemos por ejemplo la masacre de Srebrenica de 1995, en la que el ejército de la República Serpska (serbios de Bosnia) atacaron con misiles un mercado en la ciudad de Srebrenica, causando 8 mil muertes entre los días 13 y 22 de julio. El Tribunal Internacional de Justicia, órgano judicial de la ONU, no tuvo reparo en calificarlo como genocidio.

Falacia de falsa equivalencia: ¿Hamas o el pueblo palestino?

Enfatizamos la pregunta: ¿hay genocidio o no en Palestina? Sí, en Palestina (no sólo Gaza). Porque en todo este conflicto el régimen sionista ha señalado que su lucha es presuntamente contra Hamas y la Jihad Islámica. Pero todo el accionar de Netanyahu deja ver que pretende ir más que por un grupo militante dentro de una ciudad.

Igualmente, The Economist realiza una falacia de falsa equivalencia. Es decir, de presentar dos cosas distintas como si fueran iguales. Lo primero que hace el medio imperialista es señalar que "Hamas es una organización genocida. Su carta fundacional, publicada en 1988, explícitamente señala como objetivo aplastar a Israel. El artículo 7 afirma que ’el Día del Juicio no vendrá sino hasta que los musulmanes luchen contra los judíos y los maten’. El artículo 13 rechaza cualquier tipo de paz o compromiso hasta que Israel sea destruido".

Ciertamente desde este diario no pretendemos defender a Hamas, una organización reaccionaria cuyo programa y métodos rechazamos tajantemente. Pero por otro lado, Hamas también es una organización con presencia en el parlamento palestino. En su artículo apologista, The Economist compara el gobierno de un Estado (Israel) contra el programa de un partido político.

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Un partido político que, por cierto, no tiene presencia en el resto de los territorios palestinos, como Cisjordania. Sin embargo, la mañana de este miércoles se dio a conocer un video que muestra la muerte de un joven palestino de 9 años a manos del ejército israelí en el campo de refugiados en Jenin. Si la guerra es contra Hamas, ¿por qué Israel ataca lugares donde no existe esta organización?

Algo que no se dice en la prensa es cuáles son los fundamentos del Estado Sionista que hoy están siendo desarrollados por Likud, el partido de Netanyahu. Siguiendo la lógica de The Economist, el Likud es una organización genocida, pues en su carta fundacional habla del "derecho del pueblo judío a la tierra de Israel, que es eterno e indisputable y ligado al derecho de seguridad y paz; por lo tanto, Judea y Samaria [Cisjordania] no serán dadas a una administración extranjera. Entre el [río] Jordán y el mar [Mediterráneo] sólo habrá soberanía israelí". ¿Por qué cuando Hamas afirma eliminar a Israel se le tilda de genocida pero cuando lo hace el Likud nadie señala que éste considera como un riesgo a la seguridad israelí la mera existencia de un Estado palestino?

El Likud, además, fue fundado por Zeev Jabotinski, a quien Mussolini llamaba "un ciudadano fascista ejemplar". En sus escritos, Jabotinski declaraba que "no puede haber ningún acuerdo voluntario entre nosotros y los árabes palestinos. Ni ahora ni en el futuro prospectivo. [...] es absolutamente imposible obtener el consentimiento voluntario de los árabes palestinos para convertir a "Palestina" de un país árabe a un país con una mayoría judía. Mis lectores tienen una idea general de la historia de la colonización en otros países. Sugiero que consideren todos los precedentes que conocen y vean si hay un solo caso de colonización llevada a cabo con el consentimiento de la población nativa. No existe tal precedente".

Es decir que desde el principio el sionismo siempre tuvo como objetivo eliminar a la población árabe. Operación que ahora ha dado un salto cualitativo desplazando a centenares de miles. Y una en la que la prensa imperialista británica azuza con entusiasmo al tratar a los palestinos incluso en su retórica, por ejemplo, cuando habla de los "rehenes" de Hamas que son intercambiados por "prisioneros" palestinos en manos de Israel (más allá de que varios de ellos sean menores de edad).

Es lisa y llanamente un genocidio, pero The Economist, en su patético intento por hacer más presentable la muerte de más de 20 mil personas, no tiene reparo en comparar a un partido político (Hamas) con un gobierno (Israel), más allá de que este último lo encabece una organización de ultraderecha, fundada por un "fascista ejemplar" y cuyo programa niega el derecho a los palestinos de tener un Estado propio. Ni tampoco en lo desigual que resulta que un gobierno nacional invada un territorio extranjero a la caza de los miembros o simpatizantes de una organización política (más allá de las diferencias que podamos tener con ésta).

Este es uno de los muchos ejemplos de la prensa imperialista que, en un intento desesperado, pretenden lavarle la cara a su alfil regional ante la respuesta masiva y en las calles de todo el mundo contra la ocupación y la guerra. Por el contrario, en un mundo interconectado por redes sociales, ni siquiera la inteligencia artificial es suficiente para poder encubrir los crímenes de guerra de Israel.

Frente a las mentiras de estos grandes medios y sus aparatos bien financiados, estamos medios independientes como la red internacional La Izquierda Diario, que informamos con nuestras humildes fuerzas para dar a conocer la verdad de la clase obrera y los sectores más oprimidos y explotados por este sistema.


Óscar Fernández

Politólogo - Universidad Iberoamericana

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