La reciente publicación de Sobre el materialismo de Sebastiano Timpanaro por parte de Ediciones IPS es una invitación a retomar puntos nodales de la teoría marxista como el materialismo y la relación entre el ser humano y la naturaleza. A tal fin, exploraremos puntos en común y contrapuntos entre lo planteado por Timpanaro y Raymond Williams, a partir de la recepción que el segundo hizo del libro.
La reciente publicación de Sobre el materialismo de Sebastiano Timpanaro (1923-2000) por parte de Ediciones IPS, a casi 50 años de la única versión en español, es una invitación a retomar puntos nodales de la teoría marxista. En la relectura se abre un amplio abanico de enfoques y autores para buscar potenciales diálogos. A tal fin, exploraremos puntos en común y contrapuntos entre lo planteado por Timpanaro y Raymond Williams (1921-1988), a partir de la recepción que el segundo hizo del libro. Este cruce puede ser sugerente para pensar las cuestiones referidas al materialismo, ligadas a la relación ser humano-naturaleza.
Cómo adelanta desde el título, en este libro Timpanaro se centra en una defensa y reivindicación del materialismo, en un contexto intelectual dónde las mayorías de las corrientes marxistas
están de acuerdo en alejar cualquier sospecha de colusión con el materialismo “vulgar” o “mecánico”; y con tal celo lo hacen que junto con la vulgaridad y el mecanicismo desechan el materialismo tout court. [p. 23] [1]
Esta actitud también se contextualiza con la atrofia estalinista en la teoría –con sus conocidos “Manuales” que, entre otras cosas, contribuyeron a vulgarizar el materialismo– y por un nuevo ascenso de la vanguardia obrera y juvenil en los años ‘60. Ese movimiento de desmarque se hacía, como apuntan Juan Dal Maso y Ariel Petruccelli en el prólogo, “ya fuera por la vía de la reivindicación de la importancia de las cuestiones superestructurales o de la cultura, ya fuera resaltando la centralidad de la categoría de la praxis” [p. 8] [2] . Con ímpetu polemista, Timpanaro comienza su trabajo definiendo que ese rechazo era común a la gran mayoría del “marxismo occidental” [3].
En tanto fundador de la Escuela de Birmingham y precursor de los Estudios Culturales, Raymond Williams encajaba en el amplio espectro del “marxismo occidental”, sin embargo tuvo una elogiosa recepción de Sobre el materialismo. El interés del galés por la obra de Timpanaro traducida al inglés se expresó en un artículo publicado en New Left Review [4], donde plasmó sus puntos de convergencia y divergencia.
Para adentrarnos en estos contrapuntos, repasamos las puntualizaciones sobre el materialismo, la relación que hay entre ser humano y naturaleza, y, por último, la relación entre los elementos físicos y biológicos y los proyectos emancipatorios.
Consideraciones sobre el materialismo
Williams comparte con Timpanaro que la reflexión sobre el materialismo no es un asunto menor por sus implicancias en la política, la ciencia y la filosofía. Dándole la bienvenida a un trabajo “polémico en el mejor de los sentidos”, parte de la definición de materialismo que realiza el filólogo italiano:
Entendemos por materialismo, ante todo, el reconocimiento de la prioridad de la naturaleza sobre el “espíritu”, o, si se quiere, del nivel físico sobre el biológico, y del biológico sobre el económico-social y cultural: bien en el sentido de prioridad cronológica (el larguísimo tiempo transcurrido antes de que la vida apareciese en la tierra, y desde el origen de la vida al origen del ser humano), bien en el sentido del condicionamiento que sigue ejerciendo la naturaleza sobre el ser humano y que seguirá ejerciendo por lo menos en un futuro previsible. [p. 27]
Sobre esta definición, Raymond Williams sostuvo que “podía ser aceptada, a primera vista” y que la primera parte de la afirmación no podía ser negada seriamente, incluso aunque haya un decrecimiento de la contribución de las ciencias naturales a la cultura general del marxismo. Será en la segunda parte de la premisa que Williams señala que “el daño más serio se produce en realidad” pese a la “indudable intención correcta” de Timpanaro:
“[E]l condicionamiento sigue ejerciendo la naturaleza sobre el ser humano": el problema aquí es el uso de "naturaleza", que se presenta en el lenguaje como la personificación humanista de todo lo que "no es el ser humano", para describir un conjunto muy complejo de condiciones que son, en efecto, en parte, bastante extrínsecas o extrínsecas con sólo calificaciones marginales (el rango va desde el sistema solar a través de la composición física del planeta hasta la atmósfera), pero que son también, y crucialmente, intrínsecas a los seres humanos (órganos físicos evolucionados, la herencia genética). [5]
Como consecuencia de esta afirmación, según Williams, se presenta una separación y un contraste entre "naturaleza" y "ser humano", que hace “muy difícil pasar de los hechos complejos y diferenciales que son, en efecto, nuestras condiciones materiales y físicas”.
Esta digresión de Williams está acompañada por una objeción al término “elemento de la pasividad en la experiencia”, algo también planteado por otros interlocutores. Timpanaro llega a este concepto luego de señalar que para un punto de vista materialista del conocimiento, la experiencia no puede reducirse a una realidad producida por el sujeto o una implicación recíproca entre sujeto y objeto. Entonces, “no se puede negar o eludir el elemento de pasividad que hay en la experiencia: la situación externa, que nosotros no imponemos, sino que se nos impone” [p. 27].
Para Williams lo “pasivo” es una curiosa descripción para las relaciones concretas con el universo físico, que puede derivar en algo "engañoso". Por eso propone el término de "constitutivo”, debido a las
dimensiones que nos sobrepasan, o hay fuerzas básicas –los ejemplos obvios son la gravedad y la luz– que han entrado tan profundamente en nuestra existencia constituida que son condiciones de todo lo que somos y hacemos, en toda la gama que va desde los modos más pasivos a los más activos. [6]
Ante las críticas por el “elemento de pasividad en la experiencia” –luego de publicar el primer artículo en la revista Quaderni Piacentini se sucedieron varias réplicas– Timpanaro planteó que su objetivo era cuestionar que se pueda dar por superado aquellas determinaciones biológicas y naturales, y que los seres humanos se sustraigan de estas. Esto es relevante porque combatía las tendencias idealistas, incluso en el propio marxismo, de que los vínculos entre la vida social y el ambiente natural estaban mediatizados por la sociedad, eran inexistentes o directamente irrelevantes teóricamente. Por eso remarca que en el conocimiento hay “un elemento de pasividad irreductible a la actividad del sujeto, es decir, un estímulo proveniente del exterior” y que hay que “reafirmar que el ‘lado activo’ de la experiencia es, precisamente, solo un lado y no el proceso entero” [p. 47].
Tras esta explicación, el planteo de lo “constitutivo” que realiza Williams parece corresponderse con una posición donde el ambiente natural pierde su especificidad o directamente aparece mediatizado. [7] Pese a este matiz, Williams sigue reivindicando y compartiendo el propósito de Timpanaro de insistir en las condiciones físicas inherentes, como fundamento del materialismo. Agrega que no reconocer esas condiciones no solo limita la reflexión del pensamiento marxista sino que también deja un vacío en el conocimiento que fue ocupado por "un positivismo indiferente o, peor aún, por tipos de irracionalismo significativamente populares" cómo la astrología, cultos a la tierra y teologías de la subjetividad colectiva.
Materialismo y naturaleza
El restablecimiento del materialismo de Timpanaro es el disparador de tres preguntas para Williams:
En primer lugar, ¿Cuál es el efecto de la evidencia científica de tipo físico, en particular el del sistema solar y de nuestro planeta y su atmósfera, sobre la proposición (¿ideología?) de la “conquista de la naturaleza”, que a menudo se ha asociado con el marxismo? En segundo lugar, ¿Qué factores de nuestra herencia evolutiva, si es que los hay, condicionan el proyecto (¿ideología?) de la liberación humana absoluta? Finalmente, ¿Cuál es la relación existente entre los proyectos de liberación humana presentados en términos colectivos e históricos y las condiciones físicas que determinan o afectan las vidas humanas individuales? [8]
Sobre la primera pregunta, Williams rechaza tajantemente cualquier visión triunfalista de la “conquista de la naturaleza”, propia del capitalismo y que considera que se reproduce erróneamente en el socialismo. Aquí, pese a lo que considera el galés, hay una convergencia con Timpanaro aunque se da por caminos distintos. Williams señala de entrada: “Discrepo sin más de una de sus [de Timpanaro, NdR] formulaciones más básicas, sobre ‘los vínculos entre la lucha por el comunismo y la lucha contra la naturaleza’”. Sin embargo, conviene detenerse en estos postulados para ver qué plantea realmente el italiano.
Williams afirma que la idea triunfalista de una “conquista de la naturaleza por parte del ser humano” no es exclusiva del marxismo sino que proviene del pensamiento burgués, marcado por los logros extraordinarios en la transformación material durante la Revolución Industrial y los avances en las ciencias físicas. Agrega que históricamente las innovaciones transformadoras sobre el mundo material previo al ser humano pueden ser vistas como una “conquista de la naturaleza” si la separación entre “ser humano” y “naturaleza” se dan por sentada:
¿Cómo entonces el marxismo, en cualquier etapa, llegó a verse comprometido por ello? En parte por la contaminación de su período de formación. En parte, también, por la incapacidad de llevar a cabo su propio replanteamiento fundamental de la relación "ser humano-naturaleza": su énfasis decisivo en los procesos intrincados y constitutivos del "ser humano-en-la-naturaleza", con el trabajo como instancia especificadora de un conjunto de relaciones materiales siempre significativo, siempre dinámico y siempre -aunque diferencialmente- limitado. En este mundo de una historia propiamente materialista no hay lugar para las categorías abstractas separadas de "naturaleza" y "ser humano", pero entonces lo que ocurre a menudo es que se las hace falsamente equivalentes, o que se considera que el proceso histórico sustituye a un "ser humano" por el otro. [9]
Aquí hay un punto de contacto con Timpanaro, quien en el primer ensayo cuestiona la relación ser humano-naturaleza en los orígenes del marxismo, señalando que en un joven Marx primó una “visión pragmatista” donde la naturaleza física y biológica no es negada pero es vista como un hecho anterior prehistórico respecto a la historia humana. Esa visión llevó a negar en un principio el “lado pasivo” de esa relación.
El propio Williams admite que Timpanaro enfatiza correctamente sobre el peso de las fuerzas naturales que están fuera de nuestro control actual o futuro, ya que existen manifestaciones que el ser humano históricamente pudo ir superando como algunas enfermedades o incluso ampliando la esperanza de vida, aunque hay limitaciones que no se pueden superar, siendo la muerte la más clara. Por esto resulta poco convincente el planteo de Williams de atribuirle una visión triunfalista. Aunque la expresión de “lucha contra la naturaleza” suene políticamente incorrecta, el desarrollo teórico de Timpanaro apunta a destacar que hay condicionamientos naturales y biológicos que la vida social no podrá “superar” totalmente –como la vejez, que independientemente de la posición que tengan los adultos mayores en una sociedad, es algo que sucede. Esto precisamente posibilita la problematización de una relación armónica entre el ser humano y la naturaleza, en momentos donde la destrucción del planeta es acuciante.
No obstante, es válida la postura de Williams de rechazar que el socialismo esté ligado a una "conquista de la naturaleza", si se la entiende como un productivismo, como vuelve a plantear en su conferencia "Socialismo y ecología" de 1982. [10] Más aún si se tiene en cuenta que la tradición ecológica forjada en los primeros tiempos de la URSS, con medidas pioneras del Estado obrero y con pensadores importantes de las ciencias naturales y la ecología, fue brutalmente interrumpida y censurada por la degeneración burocrática bajo el estalinismo, que años después llevó a crisis ecológicas agudas como la catástrofe de Chernóbil o la desecación del lago Aral.
Biología y liberación
En la segunda pregunta, sobre los factores limitantes y la herencia evolutiva, ambos autores coinciden de manera más nítida, esta vez en el rechazo a las diferentes formas de darwinismo social, que por aquellos años mostraban un resurgimiento. Perry Anderson señala que la labor de traducción al inglés de los primeros dos artículos que componen Sobre el materialismo, llevó a una tamización de acuerdo al panorama intelectual anglosajón. En una nota introductoria en la New Left Review (N°58 de noviembre-diciembre de 1974), se destacó que en Inglaterra y Estados Unidos el materialismo vulgar no era algo insignificante, como podía ser en Italia o Francia, sino que era una corriente poderosa en diversas disciplinas, incluyendo a la psicología (Hans Eysenck), la antropología (John R. Baker) y un auge de la etología. [11] La toma de conocimiento de Timpanaro con estas teorías se expresó en su prólogo a la edición inglesa de Sobre el materialismo, en donde admite que subestimó “el peligro de esta nueva ola de biologismo reaccionario” pero reafirma su convicción de que el materialismo vulgar “debe ser combatido con un materialismo científicamente fundado, y no con un retorno a formas antediluvianas de espiritualismo voluntarista”. [12]
Williams agrega que cada afirmación de estas teorías tenían que ser refutadas pacientemente pero al mismo tiempo comparte con Timpanaro la dificultad señalada sobre “el énfasis de la historia humana y de la cultura humana simplemente ignora o trata como una banalidad preliminar las condiciones biológicas relativamente estables”. El galés y el italiano también destacan que estos problemas se relacionan con los malentendidos o las interpretaciones mecánicas sobre la relación estructura-superestructura planteadas en el prólogo a la Contribución a la Crítica de la Economía Política de Karl Marx. Sobre este punto, Williams también agrega que esta reflexión de Timpanaro, que retoma a Antonio Labriola, también le sirvió para repensar cómo se relacionan la Biología y los procesos materiales en el arte. [13]
Finalmente, en torno a la tercera pregunta –la relación entre los proyectos de liberación humana presentados en términos colectivos e históricos y las condiciones físicas que determinan o afectan las vidas humanas individuales– se presenta otro punto de divergencia. Williams sostuvo que Timpanaro enfatizó unilateralmente en los aspectos negativos de nuestra existencia física —enfermedad, vejez, muerte– cuando hay otros elementos igualmente innegables como la juventud, la salud o la sexualidad. Esto lo liga con el pensamiento de Giacomo Leopardi (1798-1837), poeta y figura importante para la literatura italiana, tanto con su planteo del hedonismo (la idea de que la felicidad humana se asocia al placer), como del pesimismo (la infelicidad humana era una ley natural de la que nadie se podía sustraer). El pesimismo leopardiano era visto por Timpanaro como “pesimismo materialista, muy distinto de los numerosos pesimismos romántico-existencialistas que la burguesía europea ha engendrado en los dos últimos siglos” [p. 56], pensamiento del cual también se podía hacer una lectura materialista desde el marxismo. Según Williams, esto lo deja en un terreno seguro en términos intelectuales pero emocionalmente con menos equilibrio real:
La profunda tristeza de nuestra época se expresa plenamente en los necesarios recordatorios de nuestros continuos límites físicos. Sin embargo, las verdaderas fuentes de esta profunda tristeza son sin duda predominantemente históricas. Porque, en los términos físicos más básicos, nuestra época puede caracterizarse (si el término ético es apropiado) como una de felicidad creciente: los límites de la vejez, de la enfermedad, de la mortalidad infantil, han retrocedido significativamente, en un área cada vez más amplia de la sociedad mundial. Más personas viven más tiempo, están más sanas y mejor alimentadas que en cualquier otro momento de la historia de la humanidad. Los obstáculos para extender estas condiciones de los países más ricos a los más pobres son económicos y políticos, y no de carácter físico básico. Incluso la relación entre población y recursos es una cuestión política y económica. ¿Por qué entonces un pesimismo materialista? Hay motivos para un sentimiento de tragedia en la larga y sangrienta crisis del fin de un orden imperialista y capitalista. [14]
Anderson señala que de esta manera Williams desliza que “el pesimismo materialista de Timpanaro era menos una respuesta plenamente equilibrada a nuestra suerte física, que una expresión desplazada de una premonición de nuestra suerte política”. Y que en todo caso, visto lo que pasó las décadas siguientes, la posición del galés aunque presagia cosas menos sombrías “parece bastante desesperada”. [15] En un artículo previo, que ofició de obituario, Anderson respondió a este problema del pesimismo filosófico, planteando que Timpanaro nunca cayó en la tentación del pesimismo filosófico convertido en derrotismo político. Y que fue “intensamente –incluso en ocasiones, según admitió, con demasiada vehemencia– político”. [16]
Más allá de esta opinión de Anderson, hay que aclarar que Timpanaro no busca crear una teoría de la pasividad, ni en el plano del conocimiento –cuando resalta el elemento pasivo de la experiencia– ni para la acción política:
Se ha creído ver en esa afirmación [sobre la pasividad, NdR] el inicio de una teoría general de la impotencia humana, de la resignación a la situación de hecho, etc. Cafaloni ha bautizado como “pasivismo”, sin más, el tipo de materialismo defendido por mí. En realidad, no solo no enuncié yo ninguna teoría de ese género, sino que en modo alguno afirmé que el conocimiento sea pasividad. [p. 47]
Con estos considerandos, la lectura de Williams resulta un tanto lineal respecto al pesimismo materialista de Timpanaro. Además, gran parte de las unilateralidades señaladas por Williams pueden entenderse por estar enmarcadas en una polémica franca, emprendida justamente para acentuar un aspecto que todo el marxismo occidental, a juicio de Timpanaro, ignoraba. [17]
Para ir concluyendo, solo resta agregar que el diálogo entre el gáles y el italiano no continuó pero puso en el centro determinados temas relevantes para el materialismo como elemento constitutivo del marxismo, que actualmente guardan correlación con problemáticas tan graves como la crisis ambiental.
Sobre el materialismo también plantea discusiones en el terreno de la dialéctica y su relación con la naturaleza, como así también con corrientes intelectuales como el estructuralismo o lo que implicaron los ataques a Friedrich Engels por parte de intelectuales surgidos del marxismo. Timpanaro adelantó un conjunto de argumentos que resultan de particular importancia para pensar los problemas planteados por tendencias en las Ciencias Sociales cuyo apogeo fue posterior a la publicación de su libro, como el postestructuralismo, el posmodernismo o la teoría decolonial. Estos tópicos son repasados en el curso “Sobre el materialismo: la batalla de Sebastiano Timpanaro” del Campus Virtual de La Izquierda Diario, realizado por Ariane Díaz, Ariel Petruccelli y Juan Dal Maso. Dejamos una invitación a su lectura y debate.
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