En el contexto del último paro impulsado por los Suteba combativos, que arrastró a la Celeste y fue atacado por Vidal afirmando que iba a descontar el día, publicamos esta crónica realizada por el compañero Alejandro Rivas, docente de Quilmes.
Martes 7 de junio de 2016
Mientras hago la enésima nebulización a Sofía se corta la luz, fiebre, vómitos, mocos y otras yerbas, que seguramente todos vivirán a diario en el segundo “hay que pasar el invierno” o tercero ¿o vaya a saber qué numero? También se lo puede nombrar como tercer semestre del año Pro. Imposible cuando se corta la luz olvidarse la cara de “caroso De Vido” y de sus vagas explicaciones sobre el tema energético.
Así, mientras intento corregir para cerrar notas (trabajos de los alumnos) con un haz de luz de la ventana del comedor, me siento a diario al ingresar a la escuela (cuál fuere que sea), básicamente tapando con un dedo una gran avalancha de injusticias, despropósitos y miserias.
“Uno es lo que hace con lo que hicieron de él” como bien dijo Sartre.
En la escuela se notan los alambres de la sociedad, los cables pelados acechando a pibes que tendrían que ir a soñar junto con otros más grandes un futuro distinto. Sin embargo se come, bastante mal, pero se come, se “chupa” frio o calor según la estación del año, también se arreglan distintas grietas, la de barrios cercanos, la de cuadros de futbol y las de siempre, cuestiones de ¡amores correspondidos o no! De la educación pública, meritocracias y todas las zaraza queda bastante poco: libros que llegan sólo en elecciones (publicitarios, flojos de papeles), enfermedades por todos lados, tapadas por periodistas, políticos y afines, sueldos miserables, IOMA que en lugar de sanar enferma, sindicados que negocian al estilo de “capitalismo serio” sumas ínfimas e irrisorias (cerrando paritarias con inflación y sumas en negro).
En los años anteriores decreció nuestro sueldo de manera sistemática y así llegamos al 2016 (¿Bicentenario de la libertad?), relatos imposibles de sostener.
El aumento de este año es mentiroso y bastante engañoso, se hablaba del 40% (yo no lo noté). Supongo que habrá sido del 25% real como hace años, el único inconveniente con los números es que son fatales. Por ejemplo los enormes aumentos en remedios, alimentos, transportes (tengo auto a GNC que con dos trabajos lo pude comprar, el seguro del auto aumento a mil mangos, el GNC otro tanto, así como todo lo que consumimos a diario depreciando aún más nuestro mísero sueldo).
Después sale la gobernadora, el ministro de trabajo y algún que otro capacitado titulando con la frase “este paro es político” y amenaza con descontar aún siendo un derecho constitucional. ¿Qué esperaban? Todo paro es una o mil quejas, es una muestra de disconformidad, es una demostración de que no somos un rebaño, que queremos gritarle a todo el mundo que así no va, que así no alcanza, que así cada vez se complicará más.
Siempre y pase lo que pase todo paro es político.
Agarro mi mochila, veo si tengo el repelente para el dengue ¿vio? , mi “botellita de agua filtrada” (la de la escuela no es segura), pañuelitos descartables y algún que otro volante para afrontar la epidemia de gripe que taparon, tapan y taparan como si solo fuésemos un gasto. Sigo corrigiendo, mis compañeros y yo vemos la meritocracia a diario, no necesitamos vivir de relatos. También podría trabajar de otra cosa o en la escuela privada pero ¡NO!, elijo y creo en la escuela pública, sigo eligiendo luchar y enseñar a pelear día a día.
Bueno, a seguir con los vapores de eucalipto (ya que no hay luz), tarifazos y meritocracia. Sigo pensando en hablar del respeto a la constitución por más que todos se caguen en ella, sigo enseñando a marcar el territorio por más que sigan regalándolo como a nuestros recursos, sigo pensando que elegí estar en la trinchera y no viendo la televisión. Es sólo catarsis no más, el día que no crea más en que este es el lugar para cambiar las cosas me pongo un kiosco y listo. Abrazo a los que eligen y creen en la denigrada escuela pública.