Hace 79 años, el revolucionario era asesinado por un sicario estalinista. Antes de fallecer en un hospital mexicano, dejó las conmovedoras líneas de su testamento. Aquí un joven poeta y militante dedica unos versos pensando en esa escena.
Miércoles 21 de agosto de 2019 14:07
Natalia se acerca a la ventana
y la abre…
Entra más aire a la habitación…
Puedo respirar, dice León,
aquel aire de 1905,
la nieve del exilio,
París, Natalia y el amor.
Mis pulmones, dice León,
recuerdan el aire de Octubre,
mis ojos son los ojos
que vieron la revolución,
antes de la revolución.
Natalia abre la ventana,
y veo el césped verde,
el cielo claro y azul,
el sol
brilla en todas partes…
Entra más aire en la habitación…
Puedo ver en la luz
la mirada,
dulce mirada,
de Zinaida,
y escuchar a León
y a Sergei,
de nuevo niños,
corriendo,
riendo,
en este césped tan verde.
Mis hijos han muerto
asesinados,
sin embargo,
el sol brilla,
ahora,
en todas partes.
Casi toda mi vida
he sido un revolucionario,
y si ella comenzara otra vez
haría, en lo fundamental,
lo mismo.
He sido
y moriré siendo,
un revolucionario.
Natalia abre la ventana,
y un aire,
que es todos los aires,
entra en la habitación.
Mi fe en el futuro comunista
de la humanidad,
sigue intacta.
Este aire,
la luz que baña todo,
me aseguran
que la vida es hermosa.