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Red Internacional
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Crónica. Toma de Villa Garrote: perseguidores de sueños, luchadores de derechos

Hace un mes más de 200 familias construyen el sueño de la casa propia en una de las villas más grandes del conurbano bonaerense. Olvidados por los gobierno de turno y haciendo malabares para sobrevivir, desafían las normas e instituciones por un solo objetivo: dejarle una vivienda a sus hijos. La historia contada desde los ojos de una mujer.

Jueves 20 de enero de 2022

Toma de Villa Garrote: perseguidores de sueños, luchadores de derechos - YouTube

“Bien se sabe atrever, quien nada tiene que perder”.
Refrán popular

Con una sonrisa de oreja a oreja, Tatiana nos muestra su nueva puerta de chapa que, horas antes de que llegara quien escribe, había puesto con alambres y una pinza, la única herramienta que poseía. Entramos a su departamento del proyecto estatal “Sueños Compartidos”, abandonado desde hace 11 años.

Como buena anfitriona, nos invita a recorrer su morada. Predomina el color gris del hormigón. En el living hay dos sillas de plástico, un sillón individual y una mesa sobre la cual descansa una zapatilla eléctrica -en donde conecta su cargador del celular- y una pava eléctrica, el único electrodoméstico del lugar. Los ambientes destinados al baño y la cocina solo tienen los orificios de las conexiones del agua y del gas.

Tatiana y su hijo Thairon en la escalera de los edificios tomados. Fotografía: La Izquierda Diario

Pasamos por su habitación. Está vacía y una lona reemplaza los vidrios y marcos de una ventana. En la habitación de su hijo, Thairon, ella nos muestra con orgullo una cama con un colchón, sin sábanas ni almohadas. Alrededor de ésta no hay nada. Allí, su niño de un año y medio va a dormir, por primera vez, en una pieza que no compartiría con su madre.

Recuperar los sueños

Desde hace casi un mes, Tatiana junto a otras 300 familias volvieron a ocupar los departamentos sin terminar y abandonados del proyecto de viviendas sociales "Sueños compartidos" y los terrenos fiscales aledaños que pertenecen a la Agencia de Administración de Bienes del Estado, los cuales se encuentran en la entrada del barrio. Los departamentos se caracterizan por tener paredes rellenadas con telgopor fijado con tejido de alambre y están agrupados en 4 torres que llegan a los dos pisos, siguiendo el modelo de duplex.

Fachada de los edificios tomados. Fotografía: La Izquierda Diario

Son los mismos que fueron tomados en el 2020. En ese momento las familias, ante las amenazas constantes de desalojo, acordaron con los gobiernos provincial y municipal retirarse a cambio de la entrega de un subsidio de $30.000 y kits de 4 planchas de fibrofácil, chapas y algunos pocos tirantes.

Un año después, los gobiernos solo cumplieron este acuerdo con una parte de los ocupantes y nunca convocaron a las familias para brindarles “una respuesta tendiente a facilitar una solución habitacional adecuada a sus necesidades” como expresa el acta-acuerdo firmada en ese año. En ese marco y ante la agudización del problema habitacional en la Villa Garrote, “Tati” junto a otros vecinos y vecinas se cansaron de esperar y volvieron al predio a mediados de diciembre para exigir una solución definitiva: que se les garantice el acceso al derecho a la vivienda digna.

Estamos en la toma, no porque tengamos ganas de morirnos de calor, de frío y sin agua, sino para construir nuestra casa, porque esto sigue abandonado”, nos relata mientras comparte al equipo de producción de esta nota un pan casero donado por el merendero del barrio.

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El “fondo” de la toma

Conocer los porqués de una toma en una de las villas más grandes del conurbano bonaerense invita a meterse en las profundidades de la misma. Zanjas contaminadas pegadas a tubos de agua corriente, falta de gas natural, cortes de luz intermitentes, viviendas precarias, niños descalzos, trabajadores en negro, desocupados, madres solteras que se hacen cargo de sus familias, carros tirados a caballo, violencia de género imprimen un aire de abandono y desidia en la atmósfera del lugar. Contrastan con el Tigre del Parque de la Costa, el Casino Trilenium y Nordelta.

Según el Censo en Barrios Populares de la provincia de Buenos Aires de 2019, el 65,9% de los casi 2700 habitantes del barrio Garrote no tiene cobertura médica. El 9.2% no tiene cuarto de baño, el 64.2% de las viviendas no disponen de cañerías ni materiales resistentes, sólidos y con la aislación adecuada y el 82% solo accede al gas por medio de garrafas. A eso se suma que el 80% se encuentra bajo distintas modalidades de precarización laboral.

Pasillo de la Villa Garrote. Fotografía: La Izquierda Diario

Mientras tanto, a pocos metros de la toma de Garrote, se está desarrollando un complejo de edificios llamado “Venice” sobre el Río Luján y hacer una “ciudad navegable” recreando una Venecia en Tigre con comercios y zona residencial.

El hacinamiento que sufre Tatiana en su casa ubicada en los fondos del barrio la impulsa a estar donde está ahora. Nos invita a que la conozcamos. Salimos de la toma, caminamos unas cuadras y nos metemos en uno de los pasillos de la villa. El pasillo, sin asfaltar, tendrá un ancho de dos metros aproximadamente. Al llegar a su casa, “Tati” abre el candado que une dos chapas que funcionan como rejas. Su casita es de madera, construida por ella. Nos cuenta que una parte de ésta la armó con el subsidio recibido comentado más arriba. Hay solo dos ambientes. Por un lado, un baño donde una manguera hace de ducha y por el otro, un dormitorio que hace de living y cocina a la vez. Allí ella duerme con Thairon. En la misma cama.

Tatiana nos muestra su casilla de madera. Fotografía: La Izquierda Diario

Nos cuenta que, cuando hay fuertes vientos, su techo se vuela. Y que, durante el pasado invierno, tuvo que iluminarse y calefaccionarse a base de carbón porque el tendido eléctrico del barrio no soporta la tensión de los consumos hogareños. Todo esto amamantando a un bebé y sola.

El hacinamiento, producto de la precariedad habitacional en Garrote, que padece Tatiana como sus vecinos no abarca solo a ellos. En noviembre del año pasado, el INDEC publicó el informe de condiciones de vida de los hogares. Allí revela que el 4,2 % de las personas de 31 aglomerados urbanos viven en hacinamiento crítico, es decir, más de tres personas por cuarto. Si se proyecta a todo el país, serían 1,9 millones de personas.

Con la pandemia, la tenencia de la vivienda sufrió un importante deterioro. Según el informe, en el primer semestre de 2018, el 66,8 % de las personas eran propietarias de la vivienda y su terreno.Pero en el mismo período de 2021 cae al 65,8 %. Por el contrario, en el 2018 el 27,6 % de hogares en las ciudades era de inquilinos u ocupantes, cifra que sube al 27,8 % de los hogares este año.

Baño de la casilla de madera de Tatiana. Fotografía: La Izquierda Diario

Este deterioro también lo refleja un relevamiento en barrios populares realizado dos años atrás por la organización TECHO. Allí cuenta que 89,5% de los consultados consideró que la situación de su vivienda hizo más difícil sostener la cuarentena.

“Salimos a rebuscarla”

La falta de una vivienda digna no se puede comprender sino está ligada al incumplimiento de otros derechos básicos. Tatiana enfatiza: “No tenemos la posibilidad de tener un trabajo. Salimos a pedir con los chicos. Nos vamos a Nuñez o San Isidro. Allí, la gente nos regala ropa”. La mayoría de sus posesiones fueron donadas. Su televisor, su frigobar, su cama. Nos expresa que sale a la calle 3 veces por semana junto a Thairon y apela a la solidaridad para sobrevivir. Porque la asistencia social que recibe por medio de diferentes programas no le alcanza.

Una de las familias de la toma visitando la casa de Tatiana. Fotografía: La Izquierda Diario

El último informe del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA, sobre empleo y pobreza en Argentina, mostró que la pobreza durante el 2021 fue de casi el 44% y la indigencia, casi un 9%. A su vez, el informe sostiene que entre los años 2020-2021 se registra un aumento de la pobreza entre los niños, niñas y adolescentes. Casi 2 de cada 3 niños son pobres por ingresos (64,9 %).

Por su parte, el INDEC anunciò en diciembre del año pasado que en todo el país la desocupación afectó a más de 1,7 millones de personas y que fue más alta para las mujeres de 14 a 29 años y los varones de la misma edad: 18,0 % y 16,6 %, respectivamente.

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La falta de trabajo es una de las causas principales por las que “Tati” no puede garantizar una vivienda digna para su familia. A sus 27 años, ella nos cuenta que trabajaba en el rubro gastronómico, pero la crisis de la pandemia la dejó en la calle. “Salimos a rebuscarla”, expresa ella.

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En el artículo publicado en Anfibia ¿Es imposible mudarse a un lugar mejor?, elaborado por Mercedes Di Virgilio, menciona que, según datos del Instituto de Economía de la UADE, “en septiembre de 2021 se necesitaron 6,02 salarios (medido en términos de salario real promedio) para adquirir un m2 de vivienda nueva y 5,19 salarios para adquirir un m2 de una vivienda usada. Es decir, se necesitaron aproximadamente 180 salarios para comprar un departamento nuevo de unos 30m2. O lo que es lo mismo: 13 años de trabajo, contando los aguinaldos y destinándolos exclusivamente al pago del preciado bien”.

Unión y seguir adelante

Salimos de la casa de Tatiana en el barrio y volvemos a la toma. Ayudada por mí, llevamos una placa de fibrofácil para colocar en su nuevo hogar. Dejamos dentro la placa y “Tati” con un cuchillo tramontina hace agujeros en uno de los marcos de la ventana del living. Va a colocar una lona que hará de cortina.

Sus vecinos hacen lo mismo: acondicionan sus casas, cortan malezas, inventan puertas y ventanas con maderas, lonas y plásticos. Desde que el pasado 23 de diciembre las autoridades del municipio de Tigre, que responden a la gestión de Julio Zamora (Frente de Todos), les dijeron que no iban a hacer nada por ellos, los vecinos y vecinas de la Toma del Barrio Garrote decidieron permanecer allí y construir sus viviendas. Tampoco les han brindado soluciones desde el Ministerio de Desarrollo Territorial y Hábitat.

Hay que tener más unión y seguir adelante, no vamos a dejar que nos saquen” sostiene Tatiana. Desde hace un mes, ella junto a todas las familias se encuentran haciendo una experiencia de organización y resistencia por el derecho a una vivienda digna. Con apoyo de trabajadores de Madygraf, docentes, operarios de Fate y de la agrupación Bordó del gremio de la alimentación y de organizaciones de desocupados como la Asamblea de Guernica y la Asamblea de Desocupados por Trabajo Genuino, deliberan y se enfrentan a los olvidos de gestiones nacionales, provinciales y municipales que prefirieron brindar millones al FMI o al negocio inmobiliario.

Los intereses de la gestión del intendente Julio Zamora y los gobiernos provinciales y nacionales apuntan a fortalecer la especulación inmobiliaria y no a brindar soluciones habitacionales para las grandes mayorías. Por eso, la unión y la organización son claves para lograr el derecho a la vivienda digna.