El candidato presentado como el “anticasta” fue apoyado por prácticamente todos los aparatos de la política tradicional de Córdoba.
Fernando Rosso @RossoFer
Martes 15 de septiembre de 2015
Los candidatos o figuras a las que periodísticamente se califica de outsiders emergen en distintas situaciones. Cuando hay una crisis económica catastrófica que se refracta en el sistema político o cuando se fogonea a algún personaje de este tipo para ocupar u obturar un espacio “vacío” por una crisis de representación tradicional, que de evolucionar puede tornarse peligrosa para todo el régimen. Dicho gráficamente: irrumpen cuando el dinero escasea en general o cuando abunda en particular para financiar las campañas y darle al supuesto outsider respaldo político y financiero.
Del primer tipo, hay ejemplos variados en el mundo y también en la Argentina de los últimos tiempos. Del segundo, Tomás Méndez y su Movimiento ADN, acaban de mostrar un modelo en las elecciones municipales de Córdoba capital.
El periodista que se moría por tocar la arena de la política y del poder municipal en la segunda ciudad del país recibió apoyos variados. Abiertos, velados, culposos, esquivos o distantes, provenientes de todo el arco de la política tradicional.
Cómo se ventiló en la campaña, una parte de las investigaciones y denuncias que realizaba en el programa ADN, fueron llevadas adelante gracias a lazos impuros con el kirchnerismo “puro”, relaciones de las que se conocieron los “ñoquis”, pero que no deben carecer de otras ravioladas.
Un dato que comenzó como un secreto a voces y terminó siendo un grito pelado a los cuatro vientos, fue el apoyo político y logístico brindado por el sciolismo a la campaña de Méndez. El propio gobernador de la provincia de Buenos Aires y candidato presidencial del Frente para la Victoria lo confirmó cuando declaró que el periodista había manifestado simpatía por su candidatura. Como se sabe, las simpatías o lealtades en la política tradicional deben pasarse a valores, que en este caso le dieron densidad a la campaña y “aire” al Movimiento ADN. El primer encuentro del periodista fue con Scioli, para blanquear el respaldo.
El nuevo intento por entrar a Córdoba -que para el oficialismo nacional es más impenetrable que los bosques nativos de la región chaqueña-, implicó un sostén imprudentemente oculto a un candidato que expresaba en su relato, todo lo contrario a su naturaleza. El kirchnerismo sciolizado, pasado por agua pejotista (la “casta” política nacional por excelencia y longevidad), intenta hacer pie en la provincia apoyando a un candidato con relato “anticasta”. El experimento político a cielo abierto más extravagante de los últimos tiempos.
Un proyecto relativamente justificado solo por un hecho más tragicómico aún: quien alguna vez se autodefinió como el “soldado del proyecto” en Córdoba, Daniel Giacomino, obtuvo resultados con los que no puede ni siquiera huir para otra batalla.
El delasotismo por su parte, impulsó a Méndez como una ficha para una presunta estrategia que debía tener como resultado final fortalecer el “bipartidismo”. Esto implicaba matar dos pájaros de un tiro: “taponar” la amenaza que podría significar la alianza Luis Juez - Olga Riutort (que terminó en fiasco) y favorecer el triunfo del radical Ramón Mestre.
No solo Fayt se jubiló por estos días. En Córdoba hubo otro Juez a quien su borocotismo genético obligó a la jubilación adelantada, previa mordida del polvo de la derrota.
Lo curioso es que el “bipartidismo” sacaría su fuerza del impulso a un candidato que en su discurso demagógico impugna a los partidos o coaliciones que lo integran. El sistema se fortalece sólo a condición de inventar un personaje artificial con ribetes “antisistema”. O es un bipartidismo masoquista o en realidad una confesión de su talón de Aquiles. El escenario inestable queda al desnudo cuando además se tiene en cuenta que en la capital provincial, un territorio decisivo, el oficialismo triunfante apenas superó el 30% y quienes lo siguen rondaron el 15 o 20, siendo segundo el llamado outsider. Y donde hay una izquierda en consolidación, que en una elección ejecutiva superó el 6% tomada de conjunto, con el FIT y la candidatura de Javier Musso, quedando a las puertas de entrar al Concejo Deliberante.
Córdoba, como el conjunto del país, padece las consecuencias del agotamiento económico (las suspensiones en la industria automotriz son una postal), aunque no aún de características catastróficas. El outsider que emergió de estas circunstancias fue un tanto “sui generis”.
Los clásicos outsiders, que no representan a clase fundamental alguna, tienen fecha de vencimiento, vía su adaptación a los partidos tradicionales o por un retiro obligado una vez que se lo expulsa de la casa que se siempre se reserva el derecho de admisión y permanencia.
La campaña demostró que el mapa genético en el ADN del movimiento de Tomás Méndez contenía todos los “virus” a los que decía venir a combatir. Su tiempo político vital tendrá la duración que determinen los aparatos (y sus chequeras). La verdadera sorpresa del domingo fue el descubrimiento del outsider que no fue.
Fernando Rosso
Periodista. Editor y columnista político en La Izquierda Diario. Colabora en revistas y publicaciones nacionales con artículos sobre la realidad política y social. Conduce el programa radial “El Círculo Rojo” que se emite todos los jueves de 22 a 24 hs. por Radio Con Vos 89.9.