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Toyen: el mito checo de la luz

Bruno Cappello

Toyen: el mito checo de la luz

Bruno Cappello

Ideas de Izquierda

Toyen fue una pintora de nacionalidad checa que desde muy joven, en la década de 1920, formó parte de círculos artísticos de su país: escena en la cual tiene una importancia vital, ya que fue partícipe en la fundación del Grupo Surrealista de República Checa. Más tarde fue una figura ineludible del grupo de ese movimiento en París. Dejó una obra tan innovadora como multifacética. Promovió la actividad creativa de forma colectiva. Creó y editó revistas y hasta tuvo su propio movimiento: el Artificialismo. A los 16 años se había ido de la casa de sus padres. Dedicó su vida enteramente al arte. No se casó ni tuvo hijos y adoptó una expresión de género andrógina cuando no masculina e hizo de su seudónimo, Toyen, su nombre.

Esta es la primera de diferentes entregas que definimos llevar adelante para recuperar e intentar poner en valor la obra de algunas artistas plásticas del siglo pasado que hayan sido tanto feminidades como disidencias. Entendemos que hay diferentes espacios que se proponen esa misma tarea y es por eso que se torna necesario aclarar que nuestra búsqueda va orientada a hacerlo desde otra óptica: una que no ponga el acento en la vida personal de las artistas y sí lo haga con su obra, en cuánta innovación aportaron, en cuán influyentes fueron, cómo dialogaron con la tradición y sus contemporáneos, qué momentos de quiebre implantaron y cuán necesaria fue su participación en el campo cultural. Esto porque en general conocemos de antemano algunas feminidades y disidencias artistas, más que nada de la Modernidad, pero es pertinente preguntarse qué tantas son y qué aspectos de ellas conocemos más profundamente. Muchas veces contamos -y no por decisión propia- con más pormenores de su vida privada, sobre todo si es una vida trágica, que de lo influyentes que han sido. Ejemplos de esto son Frida Kahlo, Yayoi Kusama y Leonora Carrington.

Antes de adentrarnos en la vida y obra de Toyen es preciso dar un contexto mínimo. Si bien en la Modernidad -época en la que se inscribe nuestro recorte- muchas circunstancias cambiaron -como para todes- para las feminidades, el Capitalismo reconfigura y sostiene ciertos prejuicios preexistentes para usarlos a su favor. Así, la mujer ahora podía, por ejemplo, trabajar -y en algunos casos hasta votar- pero continuó y continúa existiendo cierta condena hacia las feminidades que optan por un desarrollo artístico y personal antes que el proyecto de formar y cuidar de la familia. A su vez, en el arte, se las siguió pensando más que nada en su rol de musas y de hecho es una cuestión que el feminismo señala hasta hoy en día. Pero no se trata solo de cómo se las piense sino también de las diferencia de oportunidades que hay en general. Por mencionar un momento que nos interesa para hablar de Toyen: por ejemplo en la Bauhaus, donde su fundador en 1919 anunciaba que sería un lugar donde no cabría “ninguna diferencia entre el bello sexo y el sexo fuerte”, la proporción femenina que era admitida resultaba ínfima. Además, durante los primeros años a las mujeres les estaba vedada cualquier formación que no fuera relacionada al arte textil y el tejido. Toyen no se formó en dicha academia pero citamos este contexto puesto que la Bauhaus era una institución de avanzada en materia de género y es en esos años en que la pintora inicia su carrera, luego de haber dejado la casa paterna a sus dieciséis.

Toyen nació el 21 de septiembre de 1902 en Praga y le fue dado el nombre “Marie”, apellido “Čermínová”. Aunque de quien se llamara Marie Čermínová se sabe poco. Entre el hito de su nacimiento y su entrada en círculos artísticos cabe un gran signo de pregunta. De cómo estaba integrada su familia o cómo estaban posicionados socioeconómicamente parece no haber registro alguno. Sabemos que se fue de la casa de sus padres en 1918, a sus dieciséis años. Luego, estudió en la Escuela de Artes y Oficios de Praga durante tres años.

En torno al origen de su nombre se cree que nace de la palabra francesa “citoyen”: “ciudadano”. Toyen lo habría adoptado a los veintiún años como seudónimo luego de que un amigo, en un bar, se lo hubiera sugerido. En 1932, a sus treinta años, solicita que su preferencia por el nombre “Toyen”quede reflejada en su cédula de identidad, en lugar de “Marie Čermínová”. Los porqué de esta elección no constan y hay quienes emparentan el cambio de nombre de uno femenino a otro de género más neutro con el hecho de que Toyen quizás no estuviera conforme con el género que se le había asignado al nacer. Cabe señalar que tenía una expresión de género con formas que tienden a asociarse con lo masculino: en más de una ocasión se la fotografió usando vestimentas más andróginas o directamente trajes.

La gran mayoría de su obra puede enmarcarse dentro del surrealismo, aunque este estilo no la convenció de entrada. Por tratarse de obras surrealistas es esperable encontrar elementos que refieran a lo onírico pero no es el único motivo que atraviesa los dibujos y pinturas de Toyen. A simple vista podemos encontrar algunas recurrencias: globos oculares, sexos, guantes de dama, huevos resquebrajados, animales -sobre todo cuadrúpedos y con alas- e insectos con alas y figuras femeninas. Estos objetos o figuras con frecuencia aparecen clara o débilmente -según la pieza- delineados sobre un fondo abstracto -algo muy propio que inició con un momento de deliberada experimentación por parte de la pintora- como intermediarios entre la realidad y el mundo de los sueños, que parece ir ganándolo todo. Esa atmósfera o esa sensación onírica la consigue Toyen con un gran trabajo con las luces que la caracteriza o, mejor dicho, con el trabajo de una gran luz que en su violencia silenciosa lo inunda todo. En cuanto a los temas de su obra podemos decir que la violencia y la sexualidad femenina abordada desde la ironía son elementos claves.

André Breton, amigo de Toyen, señalaba que “tendríamos una idea incompleta del universo de Toyen si quisiéramos reconstituirlo solo a partir de sus lienzos”. También se dedicó fuertemente al dibujo pese a que esas no fueron las obras que más trascendieron. Dejó una obra tan innovadora como multifacética, al punto en que se le podría identificar doce etapas distintas. Y así como pendulaba entre la pintura y el dibujo lo hacía también entre Praga y París, entre las faldas y las ropas masculinas, entre lo erótico e incluso pornográfico y cómico y la cristalización del desgarro social de la Segunda Guerra. Entre todos estos movimientos pendulares una sola cosa es fija: el espíritu hondamente cuestionador e innovador de Toyen.

Si bien no contaba con la compañía de una familia, bajo ningún punto podríamos pensarla como una persona solitaria, como lo demandaría el sentido común de la época. Optó siempre por la labor creativa en su forma colectiva, algo que iba de la mano con el movimiento Surrealista. Mantuvo esta preferencia incluso durante la Segunda Guerra Mundial, cuando podría haberle costado la vida: mientras los nazis ocupaban República Checa y el surrealismo era perseguido, ella ocultaba en su casa a un surrealista de origen judío, junto a quien trabajó durante la clandestinidad. Esta forma de trabajar la llevó a estar siempre rodeada de artistas tanto plásticos como de otras disciplinas. Con ellos realizaba viajes e incluso llegó a convivir.

A sus veinte años viaja a la isla de Korcula, en la actual Croacia. Ahí conocería al pintor, fotógrafo y poeta Jindřich Štyrský, de quien sería muy cercana. Ambos se unen en 1923 al movimiento vanguardista de Devětsil [1]. Allí, inicialmente, pintó cuadros inspirados en el cubismo. Participa en la segunda muestra colectiva de este grupo, en noviembre de 1923: el “Bazar d’art moderne”, donde presenta pinturas abstractas, algunas de ellas en clave constructivista, y utiliza por primera vez el nombre de Toyen.

“Composición constructivista” y “Naturaleza muerta Cubista”

En abril del año 1924, junto a Štyrský inicia un viaje de unos meses a Francia. Las obras de este momento podrían dividirse en dos partes: una que representa escenas de cortejo y de figuras femeninas semidesnudas que toman casi la totalidad del cuadro o son objeto de deseo. Esto lo confeccionaba usando colores tenues creando cierta ironía entre lo que se mostraba y los colores “inocentes” que lo recreaban. Este juego con el humor que nace acá para Toyen, lo encontraremos más adelante nuevamente, cuando realice dibujos e ilustraciones para revistas eróticas surrealistas. El otro grupo de las pinturas podrían pensarse como una suerte de producto de la fusión entre el momento del que venía, donde Toyen ejecuta obras constructivistas y cubistas y, por otro lado, las obras que le inspiran su viaje por Francia. Así surgen algunas pinturas como “Circo” y “Feria”: del primero tomaba las formas; del segundo, la paleta, y en general representarían formas de entretenimiento popular.

“Les Danseuses” (1925), “Serenata”(1925)

“Circo” (1925), “Parque de diversiones”/ “Feria”(1925)

Los años artificialistas en París

Junto a su amigo Jindřich Štyrský se instalaron en París en el año 1925, donde se quedarían -en ese período- los tres años siguientes . Para el momento de su llegada ya habrìan fundado juntos su propia movimiento artístico, el Artificialismo [2]. Este movimiento se proponía fusionar la poesía con la pintura. En términos técnicos se centraba en experimentar con diferentes materiales y técnicas para encontrar una mayor libertad para las artes. Así, mezclaban, por ejemplo, pintura con arena que, sobre el lienzo, en general daba a lugar obras de arte no figurativo o en tal caso surrealista. La idea era despertar emociones sin apelar a algo concreto. Ambos se distanciaban para ese entonces teóricamente del surrealismo y del abstracto y subrayaban que sus obras no tenían pretensión de ser a priori abstractas sino que remitían a recuerdos, mensajes, emociones, todo esto con una base real. Como producto, podemos poner a sus obras ahí -en la categoría de arte abstracto o de surrealistas- pero parten de una búsqueda radicalmente distinta. En numerosas obras posteriores, Toyen recoge algunas de las técnicas que fue desarrollando durante este periodo.

“Fata Morgana” (1926), “Fiordos” (1928)

Un ardor llamado Toyen regresa a República Checa (1929- 1938)

En 1928 Toyen había regresado a República Checa y para comienzos de la década del 30 sus composiciones artísticas se tornan más figurativas y un tanto más catalogables como surrealistas. Empiezan a expresar cierta inquietud, subconsciencia y sexualidad. Un tema frecuente es la noche como lugar de los sueños, el inconsciente y el erotismo. Motivos seductores e inquietantes parecen brotar desde el suelo o de entre medio de una textura artificialista. Estas mismas obras son las que más tarde, en 1932, serían expuestas junto a la de otros pintores surrealistas famosos como Salvador Dalí, Max Ernst, Alberto Giacometti o Joan Miró. Esta fue la primera exhibición surrealista en tierras checas por lo que constituyó un hito no solo para ese movimiento sino también para el conjunto del campo cultural. Vale detenernos para aclarar que en el Surrealismo la mayoría de las mujeres que eran admitidas y ponderas lo hacían como musas o asistentes. Toyen, incluso en este marco, se convirtió rápidamente en un miembro respetado de los surrealistas de París.

“Sueño floral” (1931), “Una noche en Oceanía” (1931)

Entre las décadas de 1920 y 1930 hubo un creciente interés entre los surrealistas por la sexualidad, el erotismo e incluso la pornografía. Fue apoyándose en esta fascinación del movimiento hacia estas cuestiones que más tarde al Surrealismo se le pondría el mote de “degenerado”. Para ese entonces Toyen ya había estado aportando dibujos a la revista Erotická revue, que publicaba junto a Štyrský y que para evitar la censura se entregaba solo bajo suscripción. También ilustró algunas traducciones de libros del Marqués de Sade. En sus ilustraciones se exhibía de manera explícita órganos sexuales, sobre todo falos y mediante este elemento se proponía una ambigüedad: los personajes femeninos alternaban en identificarlos como algo amenazante y encontrarlos como objetos de su deseo y su ternura. Para la escritora Annie Le Brun, “nos transportan a un mundo donde el deseo reina de forma suprema”.

Seis años después de su regreso, en marzo de 1934, junto con otros artistas, funda el grupo Surrealista Checo, en Praga. Trabajó para conectarlo con el círculo de artistas en París: cuestión que resulta trascendental en vista de que el surrealismo checo no estaba tan desarrollado como el parisino. Con este último grupo colaboró ​​estrechamente hasta fines de la década, cuando irrumpió La Segunda Guerra Mundial.

Precisamente el año 1934 fue un año especialmente prolífico para Toyen. Hubo una transformación sustancial en sus lienzos: los paisajes y los fondos se tornan lacustres, como de un mar de aguas quietas o de un lago, desde las rocas y desde terrenos agrietados los objetos parecen emerger de ese fondo o desde la arena de una playa . En algunos cuadros como “El resto de la noche”, el agua se funde con el cielo. En otros, las figuras que emergen, agrietadas y vacías, podría ser cuerpos -generalmente femeninos- mineralizados. Pinta también “La voz del Bosque” l y ll que, al igual que el resto de los cuadros de ese año, exhiben trazos robustos, casi impresionistas.

“El resto de la noche” (1934), “Růžový Spektr“/ “Espectro en rosa” (1934)

André Breton y Paul Eluard viajan a Praga en 1935 y junto a Toyen y a otros amigos como Nezval, Štyrský y Teige publican el primer número del “Bulletin international du surréalisme”. En él planteaban una preocupaciones común: la liberación total para el arte, tanto de las trabas psíquicas como materiales. Allí esgrimen la lucha por esta libertad contra las de las fuerzas que luego intentan sofocarla, como el nacionalsocialismo, y contra las maniobras reduccionistas de ciertos ideólogos marxistas que quisieran utilizarla para fines propagandísticos. Además de participar en la confección del primer boletín, Toyen cede sus cuadros “Prometeo” (1934) a Breton y “Voz del Bosque ll” (1934) al poeta Paul Eluard: obras que la representarán en la mayoría de exposiciones surrealistas internacionales. En ese mismo año se realiza la primera exposición del movimiento surrealista en Checoslovaquia en la que Toyen -desde ya- participa. A su vez se suma a una exposición internacional de surrealismo en Tenerife (Islas Canarias). A partir de esta exposición, participará en todas las exposiciones internacionales de surrealismo. Quedará por fuera, sin embargo, los seis años que dura la Segunda Guerra.

Con algunos cuadros posteriores, los cuerpos resquebrajados y vacíos son un denominador común. En 1937, de hecho encontramos una pintura que Toyen bautiza con el nombre “Objeto-fantasma”. Junto a esta encontramos también a “Sueño” y “Dormida”. La atmósfera lograda es aún más inmersiva que la del momento que le antecede y consigue un efecto asfixiante. Las feminidades se encuentran en soledad, conservando solo una cáscara de sí, indefensas, en un medio paisaje que parece irrespirable de tan denso.

“Dream” (1937), “Asleep” (1937)

La Segunda Guerra (1939-1945)

Durante la Segunda Guerra Mundial tropas nazis ocupan República Checa. En ese período que duró la ocupación, los surrealistas deben pasar a la clandestinidad. Es curioso que justamente las obras que Toyen pinta durante la ocupación son más típicamente surrealistas, sin una textura como las que habría aportado el Artificialismo ni figuras que parecen desvanecerse o fusionarse con el fondo. Mientras, Toyen aparenta desaparecer de la vida pública aunque de forma discreta continúa editando sus ilustraciones. En ese entonces, esconde hasta el fin de la guerra, en el baño de un pequeño departamento que compartían en Zizkov -en Praga- al poeta Jindrix Heisler, de origen judío, que se había sumado al grupo surrealista poco tiempo antes. Toyen le salvó así la vida y se procuró, a su vez, un compañero: algo vital bajo su concepción de cómo llevar adelante la labor creativa.

Los dibujos, pinturas y litografías de Toyen de ese entonces reflejan centralmente la hostilidad de la guerra. Entre sus series de ese momento figura la titulada “Tiro al blanco” -o “Campo de tiro”, según la traducción- que llevó a cabo entre 1939 y 1940 y donde, en general, entrelaza la agresividad con el mundo infantil en medio de un paisaje luminoso y desértico.

A la catástrofe social de la guerra, Toyen debe sumarle una catástrofe personal: en 1942, a la edad de 43 años, muere su amigo y socio creativo Jindrix Štyrský, quien había dejado legada la totalidad de sus obras a Toyen. Es a consecuencia de esta pérdida que la artista pinta “Día triste”. A su vez, en el año 1943, inspirándose en fotografías de la antigua residencia del Marqués de Sade -autor que Styrsky había traducido al checo y por el cual ambos sentían predilección- pinta “En el Palacio de La Costa”, donde un chacal que representa la brutalidad del contexto pareciera salir de la pared para estrangular un ave. También de este período son obras como “Guerra” y “Antes de la Primavera”: dos obras marcadamente surrealistas que pinta en el ocaso de la ocupación nazi.

"Día triste" (1942)

“En el Palacio la costa” (1943)

“Relache” (1943) , “War” (1945)

Hacia 1945 la Guerra termina y con ella la prohibición de llevar adelante actividades artísticas para quienes integraban el grupos surrealistas. Se da, por lo tanto, la primera exposición después de la guerra en Praga, que tiene por objetivo recoger las obras que han sido pintadas durante la clandestinidad.

De Praga a París

Con el fin de la Guerra, una editorial de Praga publica la serie “Tiro al blanco” en 1946. En junio, Toyen realiza un viaje a París. Su pasaporte indica que estaría solo un mes para “gestionar su exposición” en la capital francesa. Se reúne allí con Breton y conoce a Marcel Duchamp, Victor Brauner y otros. Pinta “El mito de la luz”: al interior de una habitación cerrada de la que solo vemos una puerta de dos alas, dos sombras se proyectan, una de ellas deja plasmado el perfil de Heisler, compañero de clandestinidad durante la ocupación nazi. Para el año siguiente ambos deciden dejar su país de origen. En marzo de 1947 Toyen viaja a Francia con una visa temporaria aunque esta vez lo hace con muebles y con las obras que le había dejado su amigo Styrsky. De junio a julio sería la primera muestra individual de Toyen en París y, para noviembre y por iniciativa de Heisler, se presenta en Praga una selección de obras de la exposición de París aunque sin ellos, que jamás vuelven: la muerte los encontrará a ambos en tierras que le son conocidas aunque no las propias.

“El mito de la luz” (1946), Toyen en Bretaña, foto tomada por Breton en 1950

Una vez instalada en la capital francesa realiza, con el Grupo Surrealista, reiteradas excursiones a la isla Île-de-Sein, en la región de Bretaña. De estos viajes es fruto la serie “Ni alas ni piedras: alas y piedras”. El territorio de Bretaña, con su costa y acantilados constantemente azotados por el océano y el viento, acompañados por el grito de las gaviotas le inspira a crear piezas que retratan el encuentro del mundo animado -fragmentos de seres vivos como plumas, un perfil humano- con el inanimado -olas, guijarros, ágatas-. Hay un interés común que reflejan los cuadros: el despertar de lo espiritual en base al contacto con la naturaleza. Los contornos de los elementos conjugados tienden a ser definidos y pareciera haber cristalizado en esta fase el hallazgo de, como indicaba Styrsky para referirse a la búsqueda que significó el Artificialismo, “la edad de la fusión lenta del aire, el agua, la tierra y el fuego”. De este momento es “Todos los elementos (los cuatro elementos)”, ejecutado en 1950, donde aparececía -entre otras cosas- el planeta Tierra que, con un corte transversal muestra el fuego de sus capas internas. atraviesa el eje terrestre que establece una frontera entre el día y la noche.

“Todos los elementos (los cuatro elementos)” (1950)

Durante la década del 50’, el grupo Surrealista de París entra en contacto con el movimiento “Tachisme”, que en numerosas ocasiones se lo identifica como el equivalente europeo del expresionismo abstracto. Como resultado, Toyen se mueve en el borde que separa la abstracción de lo figurativo. Elementos vegetales y minerales o detalles de seres misteriosos brotan de sus lienzos, como en el ciclo "Siete espadas desenvainadas", que consta de siete lienzos de formato vertical. En esta serie, el pincel de Toyen hace un retorno a la representación de contornos humanos -en este caso un vestido- ausente de cuerpo.

A principio de la década del 60, Toyen pinta una serie de lienzos donde la luz las figuras femeninas siguen siendo protagonistas aunque la luz ya no parece invadir: se cuela en medio de una nebulosa que genera cierto efecto de acuario o aparece en formas indefinidas flotando e irradiando colores punzantes, sobre todo verde, en medio de un fondo oscuro. En esta etapa también se aventura a insertar fragmentos de realidad mediante el collage directamente sobre sus lienzos, lo que da como resultado cuadros como “Paravent” (1966). En este cuadro, a la altura del sexo de una femme fatale encontramos, gracias a esta técnica, una boca humana en el rostro de una fiera. El elemento de los grandes felinos también es un motivo común con otras piezas de este momento. En “Medianoche, la hora armada”, en el palco de un teatro, un león difuminado ruge a un aura color magenta que flota en el recinto entre él y un león que reposa. Esta pieza estaría inspirada en algunos versos de “Gaspard de la Nuit”, de Aloysius Bertrand, donde se describe una procesión de apariciones grotescas y aterradoras que se le materializan al narrador cuando está al borde del sueño.

“Le Paravent”, “Medianoche, la hora armada”

También durante los años 60’, esta vez en colaboración con Radovan Ivšić, Georges Goldfayn y Annie Le Brun -la mayoría de ellos, escritores-, Toyen realiza algunos dibujos a fin de acompañar sus poemas. En 1966, le pide a Ivšić que componga un poema para su ciclo de doce dibujos, lo que da como resultado un libro-objeto único llamado The Well in the Tower – Debris of Dreams . Hacia fines de la década, realiza una de sus últimas series de collages : “Vis-à-vis”, para la editorial Éditions Maintenant , que había fundado junto a Radovan Ivšić, Annie Le Brun y Georges Goldfayn.

“La sonrisa” (1967). “El chasquido” (1967), “La gillete” (1967)

Una crisis de larga data al interior del Grupo Surrealista de París estalla en 1969, lo que implica la disolución del movimiento. Toyen ejecuta su última pintura al óleo en 1971 y la bautiza con el nombre de “La trampa de la realidad”. Continúa trabajando con más de 70 años y para 1977 pinta once máscaras de estilo veneciano para la obra de teatro King Gordogan de Radovan Ivšić que logran capturar con solo unos pocos detalles incisivos las personalidades de los diversos personajes que se esconden detrás.

“La trampa de la realidad”

Finalmente el 9 de noviembre de 1980, en París, Toyen abandona este mundo. Sus restos descansan en París, en el Cementerio de Batignolles. En su sepultura figura, por pedido de ella “Veo que mi página blanca se tornó verde”. En relación a su muerte, a modo de eufemismo, podríamos decir que pasa a la eternidad aunque de manera inexplicable, sobre todos en cuanto a los museos, la escena cultural parece haberle dejado de prestar atención a la pintora Checa. De todos modos, en la actualidad, su obra -por lo menos 40 años después de producida- despierta un interés considerable de los coleccionistas de arte, sus piezas son las más solicitadas en subastas de arte de la República Checa y su nombre congrega miles de visitantes en muestras de diferentes museos en toda Europa.

“¿Qué queda de la Praga de la que cantó Apollinaire, (…) ese hervor intenso e inigualable de ideas y esperanzas, (…) qué queda de todo esto? Queda Toyen.”
André Breton, 1953


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NOTAS AL PIE

[1El nombre completo que el grupo adquiere y mantiene durante sus años restantes era “Unión Devětsil de Cultura Moderna”. En general lo integraban artistas de izquierda que pretendían romper la división entre “alta cultura” y “cultura popular” aunque reivindicaban más que nada lo segunda de estas. Editaban regularmente antologías y revistas de ese grupo.

[2Originalmente el término fue acuñado por Piaget para referirse a una instancia donde el niño piensa que todo lo que le rodea es producto de la mano del hombre. Un ejemplo sería el de pensar que las fábricas al salir el humo son las responsables de las nubes, por lo que las nubes las hacen las personas.
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Bruno Cappello

Estudiante de Artes de la Escritura - UNA