A diferencia de crisis anteriores, el trabajo que realizan las mujeres hoy está en el centro de los despidos y de la precarización laboral. En el sector de los servicios, del trabajado en casas particulares, de la hotelería, la gastronomía y el comercio, dónde además prima la precarización laboral, la mayoría son mujeres. El caso de las trabajadoras de casas particulares es particularmente emblemático.
Sol Bajar @Sol_Bajar
Jueves 13 de agosto de 2020 15:29
El caso de las trabajadoras de casas particulares es particularmente emblemático: el 98% son mujeres y representan a uno de los sectores más golpeados por la crisis económica y sanitaria que acompaña a la pandemia.
Limpian casas, cocinan, se encargan del cuidado de niñas, niños, adultos mayores y personas con discapacidad, y garantizan muchas veces que el núcleo familiar, el hogar donde trabajan, "reinicie" su funcionamiento habitual todos los días, incluso en medio de la pandemia.
En base a datos del INDEC, se estima que ellas representan a un 5 por ciento del empleo nacional y al 17 por ciento del trabajo femenino. Hablamos de 1.730.000 mujeres, de las que apenas 1 de cada 4 se encuentra registrada: unas 500.000 mujeres de ese total. La mayoría, aproximadamente 1.200.000, en cambio, no lo está, y las consecuencias de esto son alarmantes.
Sin embargo, hoy quería traerles una buena noticia, porque ante tanto maltrato, ante la humillación y el desprecio, ellas también se empiezan a organizar, y este fin de semana, junto a trabajadores y trabajadoras informales, van a realizar su primer plenario nacional, a través de la plataforma de Zoom.
Para conocer un poco más, en #SeTeníaQueDecir hablamos con Sandra, de Guernica, y con Evelin, una joven inmigrante paraguaya que forma parte de la Red de Trabajadores Precarizados, que nos contaron cómo se conocieron, en el marco de la pandemia, luchando por su derecho al trabajo, y porqué decidieron comenzar a organizarse junto a otras y otros trabajadores desocupados e informales.
"No da para más"
"Queremos unirnos a las docentes, a las trabajadoras de Latam, que luchan por sus derechos, y también juntarnos nosotras, para debatir qué hacer ante la precariedad laboral y ante la precariedad de la vida, que nos golpea fuertemente", cuenta Evelin en una entrevista que improvisamos por Zomm, y terminó convirtiéndose en una hermosa charla.
Sandra cuenta que trabaja por hora, que conoce en carne propia el desprecio de mujeres pudientes como Catherine Fulop o Nicole Neuman, pero subraya sobre todo que desde que conoció a las trabajadoras de Nordelta, que se plantaron contra la discriminación y el maltrato de los patrones y de la empresa MaryGo, no dudó un segundo en sumarse al grupo de whatsup que tienen todas, y tampoco en sumar a todas sus amigas y compañeras de trabajo.
Sandra también cuenta que como trabajadora, y como mamá, la crisis que golpea a los más pobres, le preocupa "demasiado". "Esto no da para más, por eso hay que cambiarlo. Nuestros hijos se merecen tener el futuro que hoy no tienen", dice, y remarca una y otra vez que es necesario, muy necesario, poder organizarse.
Ante la vista de todes
Pero el maltrato y discriminación también viene del Estado, no sólo de los patrones. Y eso es algo que ambas tienen presente. Es que, como denuncian, la precarización y la informalidad está a la vista de todas las instituciones, desde el Ministerio de Trabajo hasta el de Mujeres, Género y Diversidad. Sin embargo, pese a las campañas que aparecen en la tele y a los anuncios que se realizan en conferencias oficiales, nadie, en concreto, hace nada.
Aunque en 2013, bajo el gobierno de Crisitna Fernández de Kirchner, se creó el Régimen Especial de Contrato del Trabajo para el Personal de Casas particulares, el 70% de las trabajadoras sigue trabajando "en negro", sin obra social, aportes jubilatorios, aguinaldo u otros derechos.
Y mientras eso sucede en medio de la pandemia, 20 mil trabajadoras perdieron el empleo en lo que va de la cuarentena. Las que lo conservan, con un promedio salarial de 22 mil pesos (en caso de estar registradas) tienen que hacer malabares para sobrevivir.
Cuentas que no cierran
Entre negociación y negociación, el gobierno le ofreció a los bonistas un extra de 17 mil millones de dólares, que equivaldría a 14 meses de pago del Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) para 9 millones de personas.
Pero además, con un impuesto a las grandes fortunas, como el que plantea el Frente de Izquierda, se podría pagar un IFE de 30 mil pesos para todos y, además, los ingresos necesarios para la creación de 100 mil viviendas, lo que a su vez generaría 465.000 puestos de trabajo.
Esas son algunas de las cuentas que no cierran, y que despiertan ya no sólo el hartazgo y la bronca, sino también la voluntad de organización.