Trabajadores del sector automotriz en especial, se sienten amenazados por la llegada de Trump al poder, quien pretende imponer aranceles para obligar a las armadoras estadunidenses a “regresar las fábricas a Michigan”, así como por el estancamiento en que se encuentran las ventas automotrices en el vecino del norte.
Raúl Dosta @raul_dosta
Jueves 10 de noviembre de 2016
Luego de la inesperada victoria de Trump por la presidencia de Estados Unidos (EE.UU.) algunas empresas fuertemente ligadas a nuestro país mostraron signos de preocupación. El sector automotriz en especial, tanto por las amenazas de Trump de imponer tarifas arancelarias para obligar a las armadoras estadunidenses a “regresar las fábricas a Michigan”, como por el estancamiento en que se encuentran las ventas automotrices en el vecino del norte.
El día de hoy la General Motors (GM) anunció la eliminación de 2000 puestos de trabajo por la reducción de las ventas en EE. UU., de sus modelos Chevrolet Camaro y Chevy Cruze. Los despidos se harán eliminando los turnos nocturnos en sus plantas de Lansing, Michigan, donde se fabrica el Camaro y en Lordstown, Ohio destinada a producir el Cruze. Aunque se intentará recolocar a algunos trabajadores en otras de sus plantas, la gran mayoría se quedará en la calle.
Esta reducción de la plantilla también refleja la caída en las preferencias del consumidor estadunidense de los autos deportivos como el icónico Camaro cuya demanda se contrajo en un 9%, y de los autos pequeños como el Cruze, cuyas ventas cayeron en un 20%.
Mientras, GM aprovecha la situación del mercado automotriz deshaciéndose de personal, al mismo tiempo que hace una inversión de 900 millones de dólares en reacondicionamientos de líneas de producción, las cuales no recuperarán un solo puesto de trabajo. Mientras echa a miles de obreros a la calle, a la patronal no le va nada mal a pesar de todo, pues acaba de reportar ganancias por 2,800 millones de dólares.
En relación a las amenazas de Trump a la industria automotriz, Pat Morrisey, portavoz de la compañía, dijo que GM mantiene sus planes de inversión en México por 5 mil millones de dólares, comenzados en 2014, que es la cuarta parte de lo que ha invertido en EE. UU. desde 2009 y que los empleos en su mayoría están dentro de EE.UU., con 97 mil trabajadores por 15 mil en nuestro país.
Ford sale a respaldar a Trump
Por su parte la portavoz de Ford, Christin Baker, salió a decir “estamos de acuerdo con el señor Trump en que es realmente importante unir al país y esperamos trabajar juntos para apoyar el crecimiento económico y el empleo” tratando de establecer un puente con el presidente electo.
En el mes de abril, en medio de la campaña por elecciones primarias, Ford hizo el anuncio de que invertiría 1,600 millones dólares en México para fabricar automóviles compactos. Lo que aprovechó Trump para desarrollar su postura de que “Ford estaba quitándole el empleo a los estadunidenses” y amenazó con evitar la construcción de la planta que se está haciendo en San Luis Potosí además de imponer a la producción “mexicana” una tarifa arancelaria de 35 %.
Respondiendo a los ataques de Trump, Bill Ford, contestaría en septiembre que su compañía “fabrica más autos en EE. UU. que cualquier otra empresa” y que Trump debería celebrar eso. Tal vez los dueños y altos ejecutivos de Ford, reaccionaron con algo de altanería porque no le daban posibilidades a “Mr. Trump” de llegar a la presidencia, pero ahora que éste logró el triunfo, ven necesario mandarle buenas señales para negociar con él.
Coincidentemente, debido a los cambios en las preferencias del mercado estadounidense, Ford había rediseñado sus planes de producción para que las líneas de autos medianos y grandes que se fabrican en México se transfieran a plantas estadounidenses, dejando a las plantas mexicanas los vehículos compactos. Pero también es una medida preventiva, en caso de que Trump lleve a cabo su plan de establecer aranceles a la producción mexicana. Al menos los gravámenes que Ford tendría que pagar serían muy reducidos en comparación a los de autos medianos y grandes y a los camiones que fabricaba en convenio con Navistar, en Escobedo, Nuevo León, y que ahora se producen en EE.UU.
La clase obrera bajo fuego
En relación a las bravatas de Trump, la relocalización de la planta productiva sería bastante difícil debido al enorme capital invertido de decenas de miles de millones de dólares, incluso la supresión de la planta de Ford SLP en la que también se han invertido fuertes cantidades, llevaría a Ford a grandes pérdidas, lo que plantearía una salida negociada con Trump, para permitir el ingreso de autos compactos en tanto se reorienta la producción mexicana a otros mercados. Por eso la buena vibra de la vocera de la Ford.
Pero la amenaza en sí misma sería aprovechada por los patrones de todas las armadoras establecidas en México para reducir empleos y salarios, con el pretexto de posibles cierres. Ya lo están haciendo con la serie de paros técnicos, de corta duración, pero constantes, que viene realizando para reducir los stocks ante la baja demanda de automóviles. Los trabajadores de la industria automotriz deben estar preparado para los ataques por venir.
La dependencia de la economía estadounidense puede poner en aprietos a los trabajadores mexicanos de la industria automotriz y demás sectores productivos, ellos serán los primeros afectados, por despidos, paros “técnicos” y cierres, de los vaivenes de la crisis de la economía estadunidense que no da señales de repuntar y que por el contrario, como vemos con la disminución de las ventas de automotores, comienza a llevar el desempleo y cierres de algunas de sus líneas de producción.
Los trabajadores de ambos lados de la frontera sufren los estragos de la crisis capitalista, Donald Trump quiere meter una cuña entre los trabajadores estadunidenses y mexicanos acusando a estos de robarle los empleos a sus connacionales, buscando una base de apoyo obrero a sus planes y enfrentándolo con los proletarios del sur con un pérfido discurso nacionalista.
Ante esta maniobra de Trump, que comparten con él los burócratas sindicales de la industria automotriz, los trabajadores de ambos lados deben partir de que más allá de muros y fronteras, tienen a un mismo patrón y enemigo. La clave para enfrentar despidos y precarización laboral es que los trabajadores de ambos países se coordinen para enfrentar a la trasnacional. ¡Por la unidad de clase obrera a ambos lados del río Bravo para enfrentar los planes de Trump y las trasnacionales!