A cinco años de que la patronal trasnacional Bata haya decidido cerrar la fábrica y dejar a cientos de familias en la calle, en los que las valientes obreras y obreros de Sandak resistieron la represión, la cárcel y sostuvieron un plantón a las afueras de la fábrica para evitar el desalojo de la maquinaria, lo que costó el asesinato de una obrera, el conflicto llega a su fin.
Jueves 11 de agosto de 2016
En 2011 la patronal cuyo centro corporativo está en Suiza decidió cerrar sus puertas y dejar a cientos de familias en la calle. Intentando presionar a las obreras para que trabajaran desde sus hogares evadiendo así no sólo los beneficios de un Contrato Colectivo de Trabajo, como vacaciones, pago tiempo extra y negociación salarial, y pagarles por destajo. También buscaba ahorrarse los costos de mantener en funcionamiento una planta productiva, los costos de electricidad y mantenimiento dela maquinaria, el pago de impuestos hacendarios y las cuotas al IMSS e Infonavit. Maximizando su búsqueda de ganancias.
Frente al cierre de las puertas, decenas de obreras y obreros de Sandak decidieron no sólo estallar la huelga sino poner un plantón en la fábrica para presionar y evitar que la patronal sacara la maquinaria de la empresa, decisión férrea que defendieron hasta las últimas consecuencias.
Una resistencia ejemplar
Como relatamos aquí, las valientes obreras y obreros defendieron su puesto de trabajo frente a la patronal Bata y el gobierno Estatal y Federal, que solaparon al patrón a través de sus instituciones como la Junta Local de Conciliación y Arbitraje y la campaña de desprestigio mediante la radio y prensa impulsada por la presidencia municipal.
Como ellas nos contaron de viva voz, en las diversas visitas que les hicimos, resistieron el golpe de los fieles guardianes de la patronal, los policías estatales, que intentaron abatir una columna de madres, muchas de ellas son el único sostén de su familia, que con nada más que sus brazos y sus gritos hacían frente a camiones de la patronal y granaderos que intentaban entrar para dejar un cascarón vacío sin maquinaria para trabajar, cuestión que le costó la vida a una obrera, que falleció después de que fue molida a golpes por los granaderos. Pero detuvieron el intento de vaciar la fábrica.
La patronal en complicidad con el gobierno no solo se valieron del cierre de la fábrica y la represión, con el apoyo de las autoridades laborales desconocieron al Sindicato Único de Trabajadores del Calzado Sandak (SUTCS) e intentaron liquidar el movimiento girando órdenes de aprehensión contra los dirigentes del sindicato por el “robo” de la maquinaria que no dejaron sacar, y llevando preso a Gustavo Labastida, Secretario General del SUTCS, quien en mayo pasado fue liberado luego de 9 meses preso.
La resistencia rindió frutos. El pasado 30 de junio, el vicepresidente del corporativo Bata, Tim Jude, firmó un convenio en el cual los obreros recibirán una liquidación del 100 por ciento y el pago de 55 por ciento de salarios caídos, además de que obtendrán 10 por ciento del contrato colectivo, es decir prestaciones como vacaciones, bonos y 2 por ciento de cuotas sindicales.
Lejos de cualquier balance superficial, este convenio no cae de la voluntad de la patronal suiza y menos de la “intermediación” del estado y sus instituciones en el conflicto. Por el contrario, esto es producto de una férrea lucha de las obreras y obreros de Sandak.
Frente a los sectores que querían bajar los brazos y negociar como fuera, les propusimos no dejar de luchar y apelar a la solidaridad obrera y el apoyo de la población y que exigieran la reapertura de la fábrica. Desde el MTS, junto a otras agrupaciones, les brindamos solidaridad y apoyo, participando en la marcha de Apizaco hasta las puertas del penal donde estaba recluido Labastida, plantándonos con ellos en el acto del Gobernador en el que se declara a Calpulalpan (donde se encuentra la fábrica) como sede de gobierno por un día y que prefirió huir por la puerta trasera que atender sus justas demandas. E incluso en un acto popular con música en la plaza principal del pueblo que organizamos conjuntamente para llamar a la solidaridad de los habitantes.
Fue importante que los obreros rechazaran todos estos años las migajas que al inicio la patronal les ofrecía, porque su demanda central no era un arreglo económico justo, sino la preservación de la fábrica. Sin embargo, ante la encrucijada de ceder a las demandas obreras, tener retribuirles conforme al Contrato Colectivo sin poder establecer el método de explotación que ellos querían, los capitalistas de Bata prefirieron cerrar la planta y buscar otros nichos, otros pueblos a donde llevar sus planes de trabajo super precarizado.
Con el acuerdo, los obreros reciben una parcial retribución a los grandes esfuerzos desempeñados en la huelga, gran parte de ella será para pagar adeudos, resarcirse de tantas cosas que, como obreros en paro, sin sueldo, tuvieron que dejar de proveerse y después tendrán que buscar otros centros de trabajo, para seguir manteniendo a sus familias, para seguir sobreviviendo a la explotación capitalista.
Esta vez lo harán seguramente con la frente en alto porque a pesar de todo, no pudo con ellos el voraz patrón, sus lacayos gubernamentales tampoco. Al final, diremos a los jóvenes estudiantes y trabajadores que estuvieron al pendiente de esta lucha, que Sandak dio una lección de lucha de clases.