Decenas de vecinos se agolparon en la Delegación Municipal de Rafael Castillo para recibir los alimentos que habían sido prometidos. Ante la falta de respuesta y la bronca, la única respuesta fue la llegada de diez patrulleros para “despejar” el lugar
Brian Albarracin Juventud del PTS La Matanza @brian_abz
Lunes 6 de abril de 2020 20:36
Fotomontaje, @fulatorrez
Los días de cuarentena pusieron al desnudo la precarización laboral y estructural de millones de personas. Las denominadas changas, el trabajo al día y la posibilidad de la subsistencia se convirtieron en un problema enorme para miles de familias en La Matanza. Los vecinos de Rafael Castillo, en el corazón del municipio más populoso del Conurbano bonaerense, lo saben.
A instancias de la Delegación Municipal del barrio, se anotaron vía Whats App en una lista para recibir alimentos ante. El lunes pasado, desde las cinco de la mañana se comenzó a hacer una larga cola ante la necesidad. A pesar de acercarse en orden y respetando la distancia obligatoria, a medida que pasaban las horas nadie parecía atenderlos. Hasta que salió alguien de la Delegación a decirles, simplemente, que “hoy no se va a entregar comida”
Ante esta situación, la bronca y la indignación enfureció a los vecinos que exigieron la comida prometida y denunciaron que la entrega solamente se hacía a personas conocidas de los empleados de la Delegación. A los pocos minutos, llegó la respuesta. Pero no de la comida sino de diez patrulleros que rápidamente quisieron despejar el lugar. Para el municipio de La Matanza y la gobernación de la Provincia de Buenos Aires las prioridades son evidentes. Mano dura como respuesta al hambre de miles.
Todo esto se dió el mismo día en que desembarcan las FF.AA. al municipio con la excusa de realizar tareas de asistencia en los barrios más necesitados, que en lugar de recibir lo necesario reciben hostigamiento y malos tratos por parte de las fuerzas represivas que ya llevan más de treinta mil detenidos en todo el país.
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La cotidianidad
"Hoy ya no tengo ni un mango, no pude retirar la mercadería, no tengo plata para cargar la luz, no se que voy a hacer si esto continúa así. Estoy desesperado" sentencia Rodrigo, un vecino de Rafael Castillo que refleja preocupado el panorama de su barrio.
Al igual que miles de jóvenes del conurbano, Rodrigo trabaja en una fábrica de calzado que está paralizada desde el comienzo de la cuarentena, por lo que no tiene ingreso alguno desde entonces. Convive con su pareja, quien es trabajadora informal de limpieza, y sus dos hijas de 4 y 12 años. Ambos alquilan un pequeño departamento en el cual tienen que hacerse cargo de los servicios correspondientes. ¿Pero cómo hacer para pagar sin estar recibiendo ningún ingreso monetario?
Justamente ante esto se tomaron medidas como la prohibición del corte de servicios por falta de pago durante la cuarentena. Pero esto no tiene en cuenta a las miles de familias, que como Rodrigo cuentan con un medidor prepago para tener electricidad en sus casa.
Por casos como este que se repiten a lo largo y a lo ancho de todo el conurbano es que peleamos por una alternativa que ayude realmente a los trabajadores y desocupados a transitar el curso de esta pandemia. Tenemos que imponer medidas que afecten a las grandes riquezas de los empresarios y banqueros, que con solo un impuesto del 3% permitiría un subsidio de treinta mil pesos para que sea posible sobre llevar esta cuarentena para los sectores de desocupados y monotributistas.
Los servicios esenciales como gas, luz y agua deberían ser gratuitos durantes esta pandemia, nacionalizados y puestos bajo control de trabajadores y usuarios para que no sigan lucrando con nuestras necesidades. Hay plata, pero va destinado a pagarle a los bonistas, cómo los 250 millones de dólares que se les dió en vez de garantizar subsidios acordes a las necesidades de la población.