La salud mental se agudiza durante la pandemia, consumiendo la vida de las y los trabajadores, al respecto la OMC declaró que los padecimientos mentales cuestan 2,500 millones de dólares anuales, y se prevé que para 2030 la cifra se eleve a los 6 mil millones.
Jueves 1ro de abril de 2021
Los primeros meses de la pandemia con los masivos despidos, recortes salariales y suspensiones, sumado al encierro de la cuarentena, tendieron a agudizar estos estragos en la psique de las familias trabajadoras.
Depresión y ansiedad, son los síntomas más comunes de los trastornos mentales del siglo XXI, el miedo al fracaso y la frustración están presentes en casi todos los padecimientos mentales. El temor al no ser contratado, ser cuestionado en la capacidad o la edad para desempeñar actividades laborales, son aspectos que afectan al individuo con este tipo de padecimientos.
Sin embargo, aunque estas afectaciones pueden ser drásticas y significativas, la meritocracia, el rendimiento constante al que se nos somete, la precarización laboral, la actual crisis economía y sanitaria ha propiciado un ciclo de cansancio crónico en nuestra sociedad.
El trastorno bipolar y la baja productividad, está ligada a la poca energía física y mental propia de esta condición. Esta descompensación neuro bioquímica, afecta las estructuras cerebrales encargadas de coordinar las emociones y el comportamiento.
Conocido como estado de manía y depresión síntomas claves que se caracterizan en el incremento o reducción des proporcional en la energía, aspectos de la personalidad llevados al límite, juicios erráticos o impulsivos y falta de concentración.
Si a estas condiciones tan subjetivas y episódicas agregamos, la reducción salarial, el estrés, falta de sueño, sin posibilidad de descanso, obtenemos como resultado psicosis y daños graves a la salud. La avaricia capitalista genera estas condiciones y ha propiciado a que los trabajadores tengan estos problemas cotidianos.
El negocio de la salud mental
El aumento en el consumo de fármacos está directamente ligado al ritmo de vida agotador del sistema capitalista, que, de la mano con la industria farmacéutica y la psiquiatría, han construido un negocio redondo. Un círculo de negligencia que tiene a la clase trabajadora al tope de ansiolíticos, antidepresivos, somníferos que no son suficientes o no siempre son adecuados.
Muchos de los médicos psiquiatras se limitan al prescripciones dejando de lado múltiples factores individuales, tanto biológicos como psicológicos, e ignorando la realidad de las condiciones materiales de los pacientes.
Los tratamientos farmacológicos aunados a la psicoterapia privada tienen costos muy elevados, estando por encima de los 6,000 pesos mensuales por cuatro sesiones y los medicamentos hasta 4,000 pesos al mes, lo que resulta incosteable para el grueso de la población con este padecimiento.
Esta situación abominable se extiende hasta la publicidad, como medio de propagación y creación de estas epidemias de salud mental, siendo una reconfiguración del individuo por parte del neoliberalismo en la sociedad, que explota al trabajador y le da migajas a cambio.
Cabe mencionar que, actualmente, en el sector público la atención a la salud mental es deficiente sin personal suficiente para brindar un acompañamiento individualizado.
Según datos las OMS más de 300 millones de personas viven con depresión en todo el mundo y va en aumento por lo que revertir esta situación es urgente. Para ello es preciso pelear por plenos derechos laborales que impliquen horas de descanso con derecho a la recreación y jornadas de trabajo de 8hrs.
Las familias trabajadoras no podemos seguir pagando la crisis mientras los empresarios siguen acumulando millonarias ganancias a costa de nuestro trabajo. De seguir bajo esta situación más y más trabajadores seguirán padeciendo el deterioro de su salud mental, así que luchamos también por un plan integral de salud que incluya licencias al 100% de emergencia para las familias trabajadoras, financiado sobre la base de impuestos a las grandes fortunas y el no pago de la deuda externa y la re nacionalización de los recursos naturales bajo control de sus trabajadores.
Hay que recuperar y fortalecer nuestra organización en los centros de trabajo, en los barrios, en la comunidades rurales, escuelas, trabajos, para poder pelear de manera conjunta por la prohibición de los despidos, el reparto de las horas de trabajo y por la centralización del sector salud público y privado bajo control de los trabajadores que están en la primera línea contra al COVID-19, la salud no puede ser un negocio, requerimos que la salud sea 100% pública, el gobierno debe reasignar partidas presupuestarias destinadas a las fuerzas represivas para garantizar el aumento del presupuesto del sector salud acorde a las necesidades de las grandes mayorías. Este sistema impone inestabilidad constante 24/7 y solo una sociedad organizada puede revertir la opresión y explotación para poder avanzar a un futuro mejor para todos.