El ya bajo nivel de crecimiento de la economía mexicana, pronosticado en 2.0% por Fitch Ratings, está en riesgo. Según esta agencia y la calificadora Moody’s, esta previsión puede reducirse aun más con la llegada de Donald Trump a la presidencia.
Jueves 10 de noviembre de 2016
Fitch Ratings, con sede en Londres, declaró en un comunicado que “el triunfo de Donald Trump en la elección presidencial de Estados Unidos (EUA) aumenta la incertidumbre económica para México y puede añadir riesgos a la baja para el crecimiento económico”.
Destacó que en caso de darse un retroceso en las relaciones financieras, económicas y comerciales entre México y Estados Unidos, se degradaría el perfil crediticio soberano de México, que ahora se ubica en “BBB” con perspectiva “Estable”.
Fitch informó que monitoreará tanto la evolución de estos riesgos, como la política económica del gobierno mexicano. Y afirmó que “un crecimiento débil y un deterioro en la dinámica de deuda pública serían negativos para las calificaciones de México”.
A su vez, la agencia remarcó como elementos contrarrestantes a la volatilidad el incremento de las tasas en 150 puntos base, realizada por el Banco de México, así como la línea de crédito flexible con el FMI, que llega a 88 mil millones de dólares.
De concretarse las medidas proteccionistas propuestas por Donald Trump durante su campaña electoral –salida del TLC, no firma del Acuerdo Transpacífico y gravamen de 35% a las exportaciones mexicanas, el bloqueo de las remesas de los migrantes y la construcción del muro- tanto la economía mexicana como la estadounidense se resentirán.
Al respecto, la agencia Fitch expresó que no están claras todavía la viabilidad y la probabilidad de implementar estas políticas.
Contradicciones de un horizonte incierto
Como señala Paula Bach en su artículo “Proteccionismo, globalización y furia populista”, la expansión de la industria maquiladora en la frontera de México se debió a la instauración del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Debido a los bajos salarios y la precarización laboral imperantes en México, impuestos por el TLC, fábricas de la industria automotriz y de la electrónica trasladaron sus plantas al sur del río Bravo, dejando a cientos de miles de trabajadores estadounidenses sin empleo.
Los verdaderos beneficiados fueron los empresarios estadounidenses, mientras que los trabajadores mexicanos viven bajo la superexplotación y los estadounidenses sufren la devastación que trajo la relocalización industrial, como se ve en la ciudad industrial abandonada de Detroit, Michigan.
Bach señala que
La conjunción de una desocupación endémica, ascenso de la desigualdad, pérdida de empleos ligada a la inmigración utilizada como mano de obra barata contra los núcleos de las clases obreras tradicionales y al cambio tecnológico -todos fenómenos de las décadas recientes- terminó combinándose con la debilidad económica de los años pos Lehman que le agregó estancamiento salarial, precarización de los nuevos trabajos creados, fuertes límites a la posibilidad de endeudamiento personal, arrojando lo que definimos desde esta columna como el “fracaso del éxito” neoliberal. Este cóctel es la sustancia de la localización en el centro de los fenómenos de derecha más bizarros, como fenómeno altamente novedoso. Analizamos este aspecto hace ya un tiempo en La “furia populista” que conmueve al mainstream. Hace unos días la columnista de Financial Times, Tina Fordham, definía que las economías avanzadas están viviendo un “emerging markets moment” (momento mercados emergentes): la brillante línea entre la política en las economías avanzadas y los mercados emergentes puede haber desaparecido y una nueva normalidad en las economías avanzadas se parece mucho a la vieja normalidad de los mercados emergentes, pero con apuestas considerablemente más altas para la economía global, dispara.
Lo cierto es que Trump, para avanzar en sus medidas proteccionistas, necesita doblegar a los empresarios que se enriquecieron con el libre comercio a ambos lados de la frontera, mientras hundieron en la precarización a la clase trabajadora mexicana y dejaron en la calle a miles de familias obreras en Estados Unidos, con la relocalización industrial, enfocada en China y en México.
Y tampoco está dicho que no haya resistencia por parte de la clase trabajadora en México, ya que el año pasado las trabajadoras y los trabajadores de las maquilas protagonizaron una serie de luchas por aumento salarial, por la libre sindicalización y contra los abusos sexuales.
En la actualidad, el 80% de las exportaciones de México van para el vecino del norte, y a su vez los capitales estadounidenses son la principal fuente de Inversión Extrajera Directa –que ascendió a 2.5% del Producto Bruto Interno en 2015-. A esto se suma el volumen de remesas enviadas por los migrantes, que llega a 2% del PIB y constituye un factor de primer orden para la subsistencia de los sectores populares en estados como Guerrero, Oaxaca y Michoacán.
Según Fitch Ratings “cualquier impacto a las exportaciones o las remesas probablemente ampliaría el déficit moderado de la cuenta corriente de México. La debilidad en el sector industrial estadounidense se ha sentido en México en este año, con exportaciones no petroleras que disminuyeron 2.4% entre enero y septiembre”.
Respecto a Estados Unidos, la agencia afirma que de implementarse las políticas económicas y fiscales anunciadas por Trump durante su campaña, puede disminuir también su perspectiva crediticia, que hoy se encuentra en “AAA” con perspectiva “Estable”.
Recordemos que entre las principales propuestas económicas del presidente electo en EE.UU. se cuentan recortes de impuestos, renegociación de los acuerdos de libre comercio, menos apertura a la inmigración, desregulación de los negocios y un gasto mayor en infraestructura.
En su comunicado Fitch advierte que “El impacto fiscal del plan de Trump sería negativo para la calidad crediticia del soberano en el mediano plazo ya que la reducción de impuestos por sí misma no puede generar el crecimiento suficiente para resarcir la pérdida de ingresos”.
Una eventual salida del TLC y la imposición de aranceles a los productos chinos traería consecuencias negativas para la inversión y el crecimiento de la economía estadounidense y llevaría a un incremento de precios, sobre todo en caso de que se desate una “guerra de monedas”.
Para la clase trabajadora a uno y otro lado de la frontera las perspectivas de esta puja entre el proteccionismo y el libre cambio puede traer graves consecuencias, ya que en tiempos turbulentos los empresarios aprovechan para bajar salarios, degradar condiciones laborales, así como para imponer cierres y despidos. Todas acciones tendientes a sostener e incrementar la tasa de ganancia y seguir acrecentando sus fortunas a costa de la clase trabajadora.
Por eso es indispensable que se tiendan lazos de unidad obrera internacionalista, independiente de toda variante de la burguesía, al norte y al sur del río Bravo.
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