El presidente estadounidense aprovecha la cuarentena provocada por el coronavirus para continuar deportando centenares de niños migrantes.

Óscar Fernández @OscarFdz94
Jueves 28 de mayo de 2020 01:35
La pandemia que en Estados Unidos ya superó las 100.000 muertes, no solo no hace replantear la desastrosa gestión de la enfermedad por parte de la administración Trump, sino que está reforzando sus políticas xenófobas y racistas. Al nuevo asesinato de un negro por policías blancos en Minneapolis, que desató importantes movilizaciones, se suma la continuación y el recrudecimiento de la políticas antiinmigrantes.
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El gobierno está aprovechando la pandemia como excusa para aplicar leyes xenófobas en detrimento de los migrantes. Una ley aprobada en 1944, en plena guerra mundial y cuando el imperialismo retenía a la población japonesa, es ahora usada por el gobierno para deportar en masa a niños migrantes detenidos en centros de reclusión, así como a aquellos que esperaban la aprobación de su solicitud de asilo. Trump justifica esta política con sus ideas racistas de que así previene las "serias amenazas" de enfermedades que traerían los inmigrantes.
En total ya son casi 900 menores los que han sido deportados hasta el cierre de esta edición. Las descripciones suenan sacadas de una obra distópica: agentes migratorios entran a mitad de la noche para llevarse a los menores, incluso separándolos de sus familias en los centros de detención.
Estos centros tuvieron un enorme crecimiento desde que asumió Trump, con casi 40 nuevas cárceles en su mayoría privadas que significaron miles de millones de dólares de inversión. A eso se sumó el uso de las fuerzas represivas del Estado para literalmente cazar inmigrantes, todo lo cual da cuenta de la degradación de las libertades democráticas en el gigante imperialista.
Esta situación que sufren miles de centroamericanos que buscan salir de la situación de miseria que se vive en sus países producto de años de aplicación de políticas económicas digitadas por el propio Estados Unidos y organismos funcionales como el FMI o el Banco Mundial, se combina con el racismo cada vez mayor contra la comunidad negra.
El nuevo asesinato de un negro a manos de la policía, con absoluta impunidad, ha desatado protestas en Minneapolis y otras ciudades. La muerte de George Floyd se suma a las de Ahmaud Arbery, Sean Reed y Breonna Taylor en días pasados, todos negros y a manos de la policía, re-encendiendo la chispa del movimiento #BlackLivesMatter en medio de la política de desconfinamiento social.
Las movilizaciones fueron reprimidas por la policía pero la indignación continúa tras el brutal asesinato. El gobierno teme que estos dos sectores, negros y migrantes latinos, confluyan junto con la clase trabajadora multiétnica del país, ya que eso pondría en movimiento una enorme fuerza social en primer lugar contra el gobierno racista de Trump, pero también contra todo el 1% que los explota y oprime.

Óscar Fernández
Politólogo - Universidad Iberoamericana