Donald Trump asumirá hoy como presidente de la principal potencia imperialista. Se esperan multitudinarias protestas y manifestaciones de rechazo, que continuarán el sábado con una marcha de mujeres.
Juan Andrés Gallardo @juanagallardo1
Viernes 20 de enero de 2017
Finalmente llegó el día en que Donald Trump, el magnate xenófobo y misógino, será investido como el presidente de la principal potencia imperialista del mundo. Con una ceremonia en Washington, y diversos actos a lo largo del día, Trump se convertirá este viernes en el presidente número 45 de los Estados Unidos. No será un día tranquilo, desde la hora cero de su mandato Trump asumirá rodeado de protestas y movilizaciones que se extenderán hasta el sábado, día en que se espera una multitudinaria manifestación de mujeres en la capital y otras ciudades importantes del país.
Las movilizaciones que se hicieron sentir en forma espontánea tras el anuncio del triunfo de Trump unos meses atrás, continuaron con acciones en universidades y ciudades “santuario” en defensa de los inmigrantes y contra las deportaciones masivas anunciadas por el magnate. También se realizaron marchas contra el odio y la misoginia de Trump, que junto a las demandas por la defensa del derecho al aborto, los derechos de la comunidad LGBT, contra el racismo, la brutalidad policial, por el salario mínimo y el medioambiente, entre otras, dieron lugar a la convocatoria de las movilizaciones que se esperan para este viernes y sábado.
Las organizaciones convocantes a la Women’s March (Marcha de Mujeres) anunciaron que ya llevan recaudado un millón y medio de dólares y esperan que participen cerca de 200 mil personas de todo el país el sábado 21 de enero en Washington.
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También se espera que se realicen movilizaciones en al menos 57 países en repudio a Trump, de las cuales una de las más importantes se desarrollará en México. Este último viene sacudido internamente por una serie de movilizaciones multitudinarias contra el aumento de la gasolina y el desgastado gobierno de Peña Nieto, y se prepara para manifestarse contra la asunción del magnate en Estados Unidos que ha prometido deportar a millones de mexicanos, construir un muro fronterizo e implementar medidas proteccionistas que ya vienen haciendo temblar a su economía.
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Un gabinete de millonarios y ultraconservadores
Otra de las “estrellas” de esta jornada será la presentación formal del gabinete que acompañará al magnate neoyorkino.
Si bien Donald Trump ganó las elecciones apoyado en un discurso antiestablishment y hablándole a los millones de trabajadores que vieron sus condiciones de vida arruinadas por los efectos de la globalización, la elección de su gabinete dice todo lo contrario. Al igual que él, algunos de los puestos clave serán ocupados por millonarios, banqueros o empresarios ligados al mundo de las finanzas.
Junto a estas designaciones, Trump alistó a candidatos ultra conservadores para temas sociales, de salud, justicia y educación. Entre ellos se destacan miembros del Tea Party, la extrema derecha del Partido Republicano, declarados antiabortistas, racistas ligados a grupos supremacistas, negacionistas del cambio climático, y furiosos privatizadores de todo lo que huela a subsidio estatal en temas de salud y educación.
Esta combinación de conservadores y empresarios le permitió a Trump volver a acercarse al Partido Republicano, con el que las relaciones habían quedado dañadas durante el tramo final de la campaña y luego de su triunfo. Esta operación es crucial para su gobierno ya que los republicanos lideran ambas cámaras del Congreso y desde allí es de donde han intentado e intentarán ponerle límites a las políticas que vayan más lejos de lo que el establishment pueda tolerar en términos de aislacionismo, política exterior y doméstica. De hecho algunos de estos funcionarios designados trataron de despegarse de la retórica más irritante de Trump durante su comparecencia ante el Senado, que es el encargado de aprobar su designación como miembros del gabinete entrante.
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Adiós Obama
La jornada de hoy también estará teñida por la despedida de Obama. A medida que se acercaba el día de la asunción, se intensificó la campaña que quiere presentarlo como el presidente más progresista de la historia. Investido en las expectativas de cambio que despertó su llegada a la Casa Blanca, Barack Obama le dice adiós a Washington con un índice de aprobación superior al 50 %. Sin embargo, su legado incluye empleos precarios, tensiones raciales en aumento, guerras comerciales y la profundización de la crisis en Siria e Irak.
Una de sus últimas medidas fue la conmutación de penas a presos políticos como el independentista portorriqueño López Rivera o Chelsea Manning que filtró documentos a Wikileaks. Con esa última medida se transformó en el presidente que más penas conmutó, pero no fue el único récord. También superó a todos los gobiernos en deportaciones de inmigrantes y ataques con drones, y entrega las llaves de la Casa Blanca sin haber cumplido con una de sus principales promesas de campaña: el cierre de Guántanamo.
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La resistencia a Trump
En las últimas semanas Trump ha escalado la tensión con China, ninguneó a la OTAN, se enfrentó con Alemania, volvió a afirmar que construiría un muro con México y que deportaría a millones de indocumentados. Sin embargo aún es difícil saber cuánto de las promesas de campaña y de sus exabruptos actuales puedan ser llevados a la práctica. Tras las denuncias de la CIA y el parlamento, tuvo que reconocer de forma solapada que Rusia estuvo detrás del hackeo de cuentas del Partido Demócrata, y retroceder en algunas de las declaraciones que apuntaban hacia una escalada nuclear. Todo parece indicar que deberá negociar tanto con actores internos como externos para llevar adelante parte de sus políticas.
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Lo que sí se puede asegurar es que sus declaraciones y políticas xenófobas, racistas y misóginas, ya se ganaron el odio de millones de personas, muchas de las cuales van a tomar las calles desde hoy mismo en Estados Unidos. Miles se movilizarán junto a activistas de los movimientos sociales que emergieron con fuerza en los últimos años. Entre ellos se cuentan a Black Lives Matter (contra la brutalidad policial racista), el movimiento por un salario mínimo de 15 dólares la hora, los latinos que resisten las deportaciones, los ambientalistas que pelean junto a los pueblos originarios contra la construcción de un gasoducto en Dakota del Norte, al que se suma la posible emergencia de un movimiento de mujeres.
Esta convergencia de activistas, movimientos sociales y jóvenes, es una señal auspiciosa del inicio de una resistencia a la presidencia de Trump. El desafío que enfrentan será construir un movimiento independiente de los Demócratas que, como ya adelantaron Obama y Hillary Clinton, harán lo posible para que la presidencia de Trump sea exitosa. Incluso Bernie Sanders dijo que estaría dispuesto a trabajar junto con el magnate.
La estrategia del “mal menor” ya demostró en las elecciones ser completamente impotente para frenar el avance de la derecha. Esa valiosa lección es la que puede fortalecer la independencia política de los movimientos y transformar la resistencia contra Trump en un primer paso en esa dirección. El 1 % más rico ya tiene su partido, con un ala demócrata y una republicana, es hora de que quienes hoy salen a la calle empiecen a construir su alternativa.
Juan Andrés Gallardo
Editor de la sección internacional de La Izquierda Diario