En medio de grandes movilizaciones en repudio a la violencia policial, Donald Trumpimpulsa una nueva oleada de redadas para detener a migrantes.
Viernes 18 de septiembre de 2020
Las crecientes redadas y los abusos por parte de agentes de inmigración evidencian de nueva cuenta la xenofobia de Trump y la subordinación de la cuarta transformación al Imperialismo Yanqui. La justificación versa en catalogar a los inmigrantes como principales causantes de la delincuencia e inestabilidad en los Estados Unidos. Pero vemos que las detenciones son a las personas que han cometido infracciones leves o que no tienen antecedentes penales. Sabemos que los indocumentados son quienes contribuyen en mayor medida al desarrollo de la economía norteamericana.
Las personas que viven en Estados Unidos son espiadas por agentes del ICE con la intención de detectar a las familias migrantes y/o personas “ilegales”, para ser detenidas y posteriormente ser deportadas a sus lugares de origen. Desde Julio se han detenido a 2 mil personas. Como recientemente sucedió con una mujer en un centro de detención migratorio en El Paso, Texas, quien denunció abusos del personal, cuando le besaron a la fuerza, aprovechando los puntos ciegos de las cámaras de vigilancia del lugar. La identidad de la mujer se desconoce, solo se sabe que es de origen mexicano.
Otro caso fue el de Alicia Flores González que el pasado 4 de agosto seguía su estilo de vida normal, después de dejar a su hija en una guardería se dispuso a ir a su trabajo, cuando estacionaba su auto varios hombres la rodearon ordenándole que subiera las manos arriba y que se diera vuelta, la detuvieron. Esto aconteció en la ciudad de Los Ángeles. Literalmente los agentes del ICE la cazaron para deportarla. No importó que ella tuviera cuatro hijos nacidos en los Estados Unidos, ni haber residido en aquel territorio durante 27 años.
La criminalización de los latinos específicamente de los mexicanos ha sido una constante no solo en la retórica de la Casa Blanca. Lo anterior responde a la xenofobia y el populismo de derecha de Donald Trump, culpando de “fallas” del sistema a quienes son carne de cañón del propio capitalismo, convirtiéndonos a los seres humanos en menos que una mercancía más del sistema, con su fórmula de ciudadanos de primera y de segunda.
La “nueva” política de deportaciones de Donald Trump tiene preocupados a los 10.5 millones de personas que viven de manera ilegal en el American Dream.
Según datos del Centro de Investigación Pew, 3 de cada 4 personas adultas en los EU está de acuerdo en que las personas con “estatus migratorio irregular” obtengan una ciudadanía legal. Esto va de acuerdo con que la clase trabajadora y sectores más vulnerables son más conscientes del racismo que se vive en los Estados Unidos, debido a que lo viven en carne propia y saben de la importancia de la interculturalidad de sus raíces.
La cruzada de Trump se da en un contexto político convulso por las recientes manifestaciones en contra de la brutalidad policial y el ataque en contra la clase trabajadora. El asesinato de George Floyd, un hombre afroamericano asesinado por un policía, asfixiándolo con su pierna en el cuello contra el suelo, presuntamente por pagar con un billete falso en Minneapolis, reavivó el movimiento #BlackLivesMatter que lucha contra el racismo, llevando a la arena publica una realidad vivida por la comunidad negra desde los tiempos de la esclavitud en EU.
Ante las nuevas redadas y el creciente acoso policial, en donde algunos sectores de la clase trabajadora se han unido al movimiento #BlackLivesMatter para crear mayor resistencia, desde la Izquierda Diario Chihuahua, abrazamos la propuesta de nuestras camaradas de Left Voice en su declaración El papel de la policía: el racismo es parte integral del capitalismo: .
Como socialistas, entendemos que el capitalismo genera racismo; que el capitalismo en Estados Unidos estaba constituido por un sistema esclavista supremacista blanco; que los antepasados de la policía moderna fueron patrullas de esclavos y mercenarios antidisturbios. A pesar de la noción confusa de que los policías son “trabajadores de uniforme”, sabemos por nuestra experiencia que la policía no son nuestros hermanos y hermanas de la clase trabajadora. Tampoco son "agentes invasores".
En cambio, la policía y su brutalismo son endémicos del estado capitalista. La policía racista protege los pocos que amasan la riqueza en nuestra sociedad, los pocos que poseen y controlan las palancas de producción y el estado. Con desigualdades tan espantosas, estos pocos deben ser protegidos de la mayoría que está privada de cualquier medio de subsistencia excepto nuestro propio trabajo, que de otro modo se rebelaría contra nuestros opresores y explotadores.
Al mismo tiempo, la policía protege un sistema de leyes diseñadas para defender y reproducir la desigualdad creada bajo el capitalismo y su explotación racista. No habrá vacuna que nos absuelva de la virulenta actuación policial racista. Para abolir la policía, debemos abolir las condiciones para su existencia: el capitalismo mismo