Donald Trump se saltó el segundo debate republicano para ir a Michigan a hablar sobre la huelga del UAW (United Auto Workers). Lo hizo un día después de que Biden se convirtiera en el primer presidente estadounidense en asistir a un piquete obrero. Este hecho representa la disputa en curso del bipartidismo imperialista para ganar influencia sobre la clase trabajadora.
Viernes 29 de septiembre de 2023 23:19
En su discurso de 2015 en el que anunció que se postulaba para presidente, Donald Trump habló extensamente sobre traer la fabricación de regreso a los Estados Unidos y mencionó específicamente a una empresa: Ford. Ahora, ocho años después, Trump continúa su discurso ante la clase trabajadora al saltarse el debate primario del Partido Republicano para ir a Michigan a dirigirse a los trabajadores automotrices en medio de la huelga histórica y en curso del UAW. Aunque no se pudo confirmar que los trabajadores en huelga de la UAW estuvieran presentes, ya que su discurso tuvo lugar en una fábrica no sindicalizada. Este discurso se produjo apenas un día después de que el presidente Biden se convirtiera en el primer presidente estadounidense en ejercicio en participar en un piquete, donde apareció con el presidente del sindicato UAW, Shawn Fain, y habló de su apoyo a los trabajadores en huelga, pero sin hacer ninguna promesa concreta para garantizar que las compañías automotrices que reciben millones en subsidios gubernamentales, no utilicen ese dinero para crear más plantas fabriles sin sindicatos.
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En estas dos apariciones, con sólo un día de diferencia, podemos ver la batalla en curso por la clase trabajadora que se está librando entre los dos partidos -Demócrata y Republicano- en el contexto de la huelga del United Auto Workers (UAW). La decepción –con el Partido Demócrata habiendo perdido un apoyo significativo entre la clase trabajadora– abrió espacio para que Trump ganara en 2016, en gran parte debido al apoyo de sectores de los cientos de miles de trabajadores que vieron sus condiciones de vida caer en picada como resultado del neoliberalismo que trajo como consecuencia la pobreza, debido a la deslocalización y la desindustrialización. Esto es particularmente grave en el Medio Oeste, centro de la clase trabajadora industrial que históricamente había apoyado al Partido Demócrata, creando el llamado “Muro Azul” (por el color de ese partido. N de T.) de los estados demócratas en las elecciones presidenciales. Pero ahora, estos sectores están más “en juego” para ambos partidos.
Esto hace que la lucha del UAW sea una batalla existencial para Trump y Biden, ya que quien pueda salir más fuerte con el mayor apoyo de los trabajadores en huelga estará en una posición mucho mejor para ganar Michigan, un estado clave para ambos candidatos. Esto se pudo ver en los repetidos llamados de Trump a los trabajadores del UAW a que presionen a sus líderes para que lo respalden en su discurso del miércoles en la fábrica de Detroit. A pesar de haber sido previamente crítico con el liderazgo sindical, Trump insistió en que “sus dirigentes deberían respaldarme y no volveré a decir nada malo sobre ellos”. Este respaldo parece poco probable dado que Shawn Fain -el dirigente de la UAW- ya calificó el discurso en una fábrica no sindicalizada como una “ironía patética”, llamó a Trump un servidor de la “clase multimillonaria” y se negó a reunirse con él. Recordemos que el republicano, en 2019 cuando ejercía la presidencia de Estados Unidos, no se refirió a la huelga del UAW de ese año más allá de algunos twits en los que pedía a General Motors y la UAW que “llegaran a un acuerdo”. Sin embargo, Trump tiene base dentro del UAW ( las encuestas a pie de urna en 2020 mostraron que el 40% de los miembros del sindicato votaron por Trump) y espera mantener esa base dentro de su partido, mientras se prepara para enfrentar a Biden por segunda vez.
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El discurso de Trump se centró en cambiar el terreno de la discusión de las demandas específicas de la huelga a la situación más amplia de la producción automotriz en Estados Unidos. Golpeando duramente a los vehículos eléctricos, una piedra angular del nuevo enfoque “capitalista verde” de Biden, Trump argumentó que “No importa en lo más mínimo lo que obtengas -en la huelga- porque en dos años las fábricas estarán cerradas” debido al cambio a los vehículos eléctricos. Este enfoque sobre los vehículos eléctricos es el terreno principal en el que tanto Trump como el Partido Republicano esperan ganarle a Biden, quien, actualmente, está mucho mejor posicionado para presentarse como un "amigo de la huelga" y lo ha hecho en todas sus declaraciones públicas sobre esta lucha.
La donación masiva de Biden a las compañías automotrices para que produzcan vehículos eléctricos no incluía ninguna garantía de que las nuevas plantas se unieran, también hay que resaltar que las malas condiciones laborales en las fábricas no sindicalizadas -fabricantes de vehículos eléctricos, como en Tesla-, son similares a las que imperan en las que sí lo están.
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Trump también afirmó que el cambio masivo hacia los vehículos eléctricos podría desestabilizar a los fabricantes de automóviles y, conduciría, según él, a que se enviaran más empleos al extranjero, lo que ayudaría a China (una amenaza y extorsión hacia los trabajadores). En realidad, el enfoque de la administración Biden sobre los vehículos eléctricos es parte de su objetivo de fortalecer a Estados Unidos en medio de la creciente competencia con el gigante asiático. Biden está intentando devolver la manufactura a los EE. UU. y está dando enormes donaciones a las compañías automotrices, que probablemente usarán ese dinero para construir plantas no sindicalizadas en el país. En este sentido, podemos ver que tanto Biden como Trump están siendo impulsados por la competencia con China y ambos, a pesar de las afirmaciones de Trump, están tratando de perseguir el nacionalismo económico.
Son estos millones en subsidios otorgados, por Biden y las administraciones demócratas, a capitalistas como Elon Musk que invierten en vehículos eléctricos en condiciones laborales extenuantes y los beneficios excepcionales otorgados por los demócratas a las "Tres Grandes" lo que ha empujado a sectores de la clase trabajadora a la órbita del trumpismo. Después de todo, Trump promete una ruptura con el establishment y promociona su propuesta de “nacionalismo económico” como una solución para los trabajadores cuyas vidas han empeorado bajo el neoliberalismo. Pero, por supuesto, una transición hacia la energía verde organizada sobre la base del lucro y en contra de las condiciones de vida de la clase trabajadora no se enfrenta a las políticas antiobreras de Donald Trump. Más bien, debe enfrentarse a la organización independiente y la lucha de los trabajadores.
Irónicamente, el expresidente también intentó presentar argumentos ambientales contra los vehículos eléctricos, señalando el daño ambiental causado por la extracción del litio, a pesar de ser un negacionista del cambio climático cuyo historial en materia de medio ambiente es terrorífica. Es importante destacar que la huelga del UAW ha sido apoyada por el movimiento ambientalista con 100 organizaciones diferentes que se unieron para publicar una carta abierta que declara que "apoyan firmemente las demandas de los miembros del UAW y creen que el éxito de estas negociaciones es de importancia crítica para los derechos humanos, el bienestar de los trabajadores y para salvaguardar a las personas y el medio ambiente. Sólo cumpliendo estas demandas Estados Unidos garantizará una transición justa hacia un futuro de energía renovable”.
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Otro punto que Trump aprovechó para atacar a Biden fue el historial de Biden como defensor del neoliberalismo. Señaló que Biden hizo su carrera apoyando los ataques neoliberales contra los trabajadores y los sindicatos, pero ahora posa para “sesiones fotográficas” en los piquetes. Este tipo de ataque al establishment neoliberal es lo que ayudó a impulsar a Trump a la preminencia nacional y sus promesas (falsas e incumplidas) de revertir la ofensiva neoliberal contra los trabajadores estadounidenses, fueron la piedra angular de su campaña de 2016. En su discurso del miércoles, agitó la promesa de “nacionalismo económico” que busca enfrentar a la clase trabajadora estadounidense con nuestros hermanos de clase en todo el mundo, pero más notablemente con trabajadores y trabajadoras chinas. Este es lo que está en el corazón de los llamamientos de Trump a los trabajadores: promesas vacías de revertir el neoliberalismo y un mensaje nacionalista que busca aislar a Estados Unidos.
Por eso Trump no tiene nada que ofrecer a la clase trabajadora, lo demuestra no sólo su historial como presidente (y como magnate empresarial) sino también el hecho de que hizo su llamamiento a la clase trabajadora en una fábrica no sindicalizada después de ser invitado por un jefe antisindical. Donald Trump es un candidato de grandes patrones -como él mismo lo es-, que espera utilizar a la clase trabajadora de manera oportunista para asegurar su campaña electoral en el medio oeste. Está intentando profundizar la división ya existente en la clase trabajadora según líneas nacionales, raciales y de género para debilitarla y permitir más ataques. Sus llamamientos a los trabajadores del UAW son exactamente lo que parecen: intentos descarados de conseguir apoyo en un estado indeciso crucial.
Utilizar a la clase trabajadora de esta manera –como también está intentando hacer Biden– sólo subraya que ni los republicanos ni los demócratas tienen respuestas reales para las aspiraciones de la clase trabajadora. Necesitamos seguir el ejemplo de los trabajadores del UAW y exigir más: más de lo que cualquiera de ambos partidos pueda darnos, más de lo que el capitalismo puede darnos (que solo es bajos salarios, jornadas extenuantes, pero también guerras y destrucción de nuestro planeta).
La huelga del UAW ya ha alterado dramáticamente la carrera electoral y ha colocado a la clase trabajadora en la escena política como actor central. El desafío, para que la perspectiva de triunfo sea real, es que siga siendo independiente de los dos principales partidos del capital, que extienda y profundice la intervención activa de las bases en la toma de decisiones, discutiendo y organizando la defensa y extensión de la huelga.
Lo que está en juego es la independencia política y organizativa de los trabajadores automotrices y de la clase trabajadora en su conjunto, que no puede confiar ni en Biden ni en Trump. Los partidos Demócrata y Republicano no nos representan y, como dijo el propio Fain: "los trabajadores no deberían votar por millonarios ni multimillonarios". Entonces, mientras ponemos todas nuestras fuerzas para que las demandas de los trabajadores triunfe, nuestro norte es la lucha por construir un partido obrero independiente, socialista, que luche consistentemente contra el Estado imperialista, que contiene a este bipartidismo y sus instituciones antiobreras.
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