En su visita a Kenosha, la ciudad de Wisconsin que vive protestas por un brutal ataque de la Policía contra un afroamericano, Trump saludó a los miembros de las fuerzas represivas, negó que el racismo sea institucional y señalo a las protestas antirracistas como "terrorismo doméstico".
Miércoles 2 de septiembre de 2020 11:05
Manifestantes a favor y en contra de Trump se cruzaron en las calles de Kenosha durante la visita del presidente. EFE/EPA/TANNEN MAURY
La visita de Trump a la ciudad de Kenosha ya se preveía como un acto de provocación en medio del inicio de la campaña electoral hacia las presidenciales de noviembre. Durante al viaje a lo que hace diez días es el epicentro de las protestas antirracistas, tras el brutal ataque de la policía al afroamericano Jacob Blake, Trump intentó nuevamente vender la imagen del "candidato de la ley y el orden", reforzando su estrategia electoral.
Con la llegada de Trump a Wisconsin, las tropas de la Guardia Nacional bloquearon las calles por las que pasó. Los partidarios del presidente estaban dispuestos a saludar el paso del auto presidencial, con banderas de Estados Unidos y sin máscaras protectoras. En el centro de la ciudad, hubo tensión y enfrentamiento entre manifestantes a favor y en contra de Trump, mientras que la esquina donde la policía le disparó a Jacob Blake se convirtió en el escenario de una manifestación antirracista.
Hace diez días, Blake recibió siete disparos en la espalda, a quemarropa, por un policía blanco. Además del nuevo episodio de violencia contra un hombre negro, Kenosha simboliza la escalada de tensión entre una sociedad agrietada. La semana pasada, un joven de 17 años, vinculado a organizaciones de extrema derecha, utilizó un rifle AR-15 para matar a dos manifestantes en esa ciudad. Trump no criticó, sino que defendió el accionar de ese atacante y comparó a los policías racistas del gatillo fácil con golfistas que realizan un mal juego o se ponen nerviosos antes de un tiro difícil.
En el viaje, Trump intensificó los ataques a los manifestantes y dejó claro que no tiene interés en mencionar siquiera los ataques racistas, al evitar tener contacto con la familia de Blake, que ha estado pidiendo que las manifestaciones se realicen de manera pacífica. Además subió la apuesta al señalar las manifestaciones antirracistas como actos de terrorismo: "Estos no son actos pacíficos, son actos de terrorismo doméstico", dijo el mandatario.
Esta es parte de la retórica de Trump se señalar a los manifestantes como "matones radicalizados" y miembros de "Antifá", lo que provoca más tensión y da vía libre a las organizaciones supremacistas blancas y las milicias de extrema derecha que actúan contra las protestas. Esas mismas organizaciones reivindicadas por Trump son las que curiosamente están catalogadas hasta por el FBI como las principales responsables de lo que se denomina terrorismo doméstico.
Esta estrategia de Trump atrae a su base de votantes leales. "No creo que haya racismo sistémico en el país. Mis amigos negros tampoco creen que lo haya. Son los demócratas los que quieren separarnos", dijo Danell Vincenti, blanca, de 53 años, que llevaba un sombrero en forma de queso en la cabeza. producto típico de la región. La mayoría de los manifestantes pro-Trump no usaban máscaras protectoras. "Los izquierdistas intentan crear histeria sobre el virus", dice Mary Russel, también blanca y residente de Illinois. Las dos fueron a Kenosha para apoyar al presidente, señala el diario O Estado de S. Paulo.
Trump apuesta por la polarización para movilizar su base reaccionaria y racista, agitando aún más a los grupos supremacistas y la acción policial contra los manifestantes. Esto mientras los demócratas están tratando de canalizar esta furia contra los ataques racistas desde las calles hacia las urnas, en vista a las elecciones de noviembre.
Te puede interesar: Provocación de Trump: viajó a Kenosha tras defender al supremacista que asesinó a dos manifestantes
Te puede interesar: Provocación de Trump: viajó a Kenosha tras defender al supremacista que asesinó a dos manifestantes