En plena pandemia y con los peores índices del mundo, Trump oficializa su ruptura con la Organización Mundial de la Salud (OMS), que se efectivizará recién en julio del 2021.
Martes 7 de julio de 2020 23:42
Foto: EFE - Yuri Gripas / POOL
La amenaza lleva meses. En abril Trump congeló temporalmente los fondos que Estados Unidos le gira a la organización, con sede en Ginebra. En mayo anunció su intención de romper definitivamente con la OMS y utilizar ese presupuesto en "otras necesidades urgentes de salud pública a nivel global". Este lunes finalmente la Casa Blanca envió una carta al secretario general de la ONU, António Guterres, anunciando el inicio del proceso para retirarse. Esto recién se efectivizará en junio del 2021 debido a restricciones legales del país.
Con la pandemia en ascenso, en el mes de abril el magnate acusó a la OMS de favorecer a China y de gestionar mal la emergencia sanitaria. En ese momento el país se acercaba al millón de contagiados y hoy está cómodamente en el primer puesto del ranking mundial, con alrededor de 3 millones de contagios y con más de 130 mil muertos, la mayoría de los cuales son negros y latinos
La principal potencia imperialista aporta anualmente a la agencia U$S 880 millones, por dos vías: U$S 230 millones obligatorios que ya están estipulados en el presupuesto de la OMS u otros U$S 650 millones de manera voluntaria. El total representa alrededor del 15% del presupuesto y, entre otras cosas, garantiza un buen número de funcionarios estadounidenses en posiciones clave dentro de la estructura de la OMS.
Trump no tiene ningún tipo de autoridad moral para criticar la gestión de la OMS, que de todas maneras dista mucho de tener una conducta intachable. Como ejemplo basta recordar la denuncia de Taiwán a la OMS el 31 de diciembre de 2019 alertando sobre la existencia de casos de “neumonía atípica” con aislamiento de pacientes en la ciudad de Wuhan. Con esta información Taiwán acusa a la organización de haber perdido valiosísimo tiempo para encarar la lucha contra el coronavirus.
El telón de fondo de esta pelea son las elecciones presidenciales de noviembre de este año, en las que el actual presidente parece tener todas las chances de perder. Su estrategia pasa por consolidar su base y para eso el America First es su caballito de batalla y China su enemigo preferido. Desde el inicio de la pandemia lo escuchamos hablar del “virus chino” o de la “Kung-Flu” (Flu es gripe en inglés). Y más en general esta fue la línea política desde el inicio de su presidencia, oponerse a las instituciones y acuerdos multilaterales (se retiró del acuerdo de París y del acuerdo nuclear con Irán) y culpar a China (y a los Demócratas) de todos los males de Estados Unidos.
Uno de los primeros en reaccionar, paradójicamente, fue el candidato presidencial del Partido Demócrata, Joe Biden. “En mi primer día como presidente volveré a la OMS y restauraré nuestro liderazgo en la arena mundial” anunció en Twitter.
Americans are safer when America is engaged in strengthening global health. On my first day as President, I will rejoin the @WHO and restore our leadership on the world stage. https://t.co/8uazVIgPZB
— Joe Biden (@JoeBiden) July 7, 2020
Al discurso nacionalista, racista, xenófobo y misógino de Trump, Biden le opone un futuro donde Estados Unidos volverá a ser el líder del mundo libre, algo que suena casi imposible dada la continua perdida de hegemonía mundial del país. Según todas las encuestas, el demócrata se perfila para arrasar en las presidenciales, y no porque despierte algún tipo de entusiasmo en los votantes, sino más bien por el odio y repulsión que genera su oponente, que desde la irrupción del movimiento #BlackLivesMatter viene en picada.
La salud del pueblo estadounidense no depende de su pertenencia o no a la OMS. Esas son pequeñas diferencias entre ambos partidos que acuerdan en lo fundamental, el mantenimiento de un sistema donde la salud es un lujo que solo algunos se pueden dar, lo que afecta en especial a la población afroamericana y latina. La explosión del #BlackLivesMatter a causa de la crisis de la pandemia y el asesinato de George Floyd abren la puerta a la posibilidad de que se avance en cuestionamientos más profundos a un sistema cuyas bases son el colonialismo, el racismo, la segregación y la opresión.