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Red Internacional
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Represión. Tucumán: denuncian dos casos de torturas en la Escuela de Policía

Se trata de dos cadetes que denuncian malos tratos físicos y psicológicos como parte del entrenamiento para ingresar a la fuerza represiva. Advierten de amenazas para que no denuncien a superiores.

Viernes 12 de mayo de 2017

En los últimos días tomaron estado público dos casos de jóvenes que denuncian haber sido víctimas de torturas durante su entrenamiento en la Escuela de Policía. El primer caso fue el de Luis Reales, de 18 años, que ingresó al entrenamiento el 1 de abril y cinco días después terminó en una sala de terapia intensiva por fallas en sus riñones. La segunda denuncia vino por parte de Luis Serra, de 28 años, que se desmayó haciendo ejercicios el 1 de abril y desde ese momento se encuentra con tratamiento neurológico, psicológico y psiquiátrico.

Según la denuncia realizada ante la justicia, los tormentos a Reales desde el primer día con una rutina de ejercicios exhaustiva y otra compuesta de ejercicios de castigo, entre gritos e insultos, con pocas horas para dormir. Los golpes de los instructores se alternaba con los de otros cadetes, luego de dos días comenzó a orinar sangre y a vomitar todo lo que ingería. Cuando se descompensó gravemente su madre fue a verlo. “No podía ser el mismo chico que había entrado cinco días antes ahí. Era un trapo de piso”, le dijo al diario La Gaceta. Al llegar al sanatorio, los médicos le dijeron a la familia que no sabían si podían salvarle la vida.

En su caso, Serra, que también es guardiacárcel, dio más detalles. “De noche se escuchaba gente llorando. A las cinco nos tiraban petardos para que nos levantáramos. Tenías unos segundos para higienizarte; sonaba el silbato y tenías que salir. Si se te caía algo o llegabas tarde, te tocaba la guardia imaginaria, que consistía en hacer ejercicio toda la noche”, relató. “De noche rogabas que no te tocará la guardia. Los instructores preguntaban si alguien necesitaba medicación; si alguno decía que sí, lo amenazaban con que se iba a ir de la escuela. También se reían de todo lo que nos hacían hacer. Un compañero se desmayó y cuando volvió en sí, tuvo que seguir entrenando”, agregó. Cuando su cuerpo colapso, el mismo día que Reales ingresó a la Escuela de Policía, tardaron varias horas en estabilizarlo.

En ambos casos -uno de los abogados habla de 20 cadetes en situaciones similares- se denuncia amedrentamiento para que no se avance legal y públicamente. En el caso de Serra, efectivos de la Escuela de Policía hicieron presentes en el sanatorio.

Ambas denuncias se unificaron y la causa quedó en manos de la fiscala Adriana Giannoni. La causa, inicialmente, es por lesiones graves e incumplimiento de deberes de funcionario público agravado. La denuncia apunta contra el comisario Jorge Cruz, director de la Escuela de Policía. En el caso de Serra también se denuncia a dos oficiales de apellido Correa y Mareño. En el caso de Reales se incluye al comisario principal Miguel Gómez, secretario académico, y al oficial principal Claudio Peñaloza, jefe de compañía. Previsiblemente, el comisario Cruz negó las denuncias y afirmó que “todo se hizo como corresponde”.

Una institución de naturaleza represiva

Ante estos casos, es previsible que siempre se los niegue, como hizo el comisario Cruz al afirmar que “todo se hizo como corresponde”. En caso de comprobarse, se dirá que se tratan de casos aislados, de “manzana podridas”. Es el mismo modus operandi que la policía utiliza cuando se denuncian golpes y torturas en las comisarías.

La entrada a la Escuela de Policía en sí misma una metáfora del rol que juega la policía como institución. Año a año hay denuncias de pedidos de coimas para ingresar, de tráfico de influencia. Serra dice que soportaba los tormentos porque había “invertido” no menos de $20.000 para ingresar. No es la primera denuncia sobre maltratos y torturas a los cadetes, de hecho son considerados necesarios para lograr la “cohesión” de los subordinados. El silencio es fundamental en una fuerza envuelta desde lo más alto de las jerarquías en diferentes áreas del delito. La denuncia de los cadetes muestra de manera cruda la naturaleza represiva de una de las instituciones pilares del Estado.