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Bolivia. Turbulento congreso del MAS sella la división

En medio de profundas disputas en su partido, Evo Morales inauguró el X Congreso Nacional Ordinario del MAS-IPSP (Movimiento al Socialismo - Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos) este martes 3 de octubre, en la comunidad de Lauca Ñ, Cochabamba. Pretendían elegir la nueva directiva del partido, Evo Morales, y la candidatura para el 2025, también Evo Morales. Mientras tanto, a menos de 24 horas de inaugurado el Congreso, el TCP admite un amparo constitucional y ordena la paralización del Congreso. La ruptura orgánica del MAS está cantada. ¿A dónde va el Estado Plurinacional de Bolivia?

Miércoles 4 de octubre de 2023

Evo Morales en el "X Congreso Nacional Ordinario del MAS" en la comunidad de Lauca Ñ (Foto: Roberto Guzmán para La Razón)

Evo Morales en el "X Congreso Nacional Ordinario del MAS" en la comunidad de Lauca Ñ (Foto: Roberto Guzmán para La Razón)

Aunque las disputas entre las dos principales fracciones del MAS, “evistas” y “renovadores”, son ya una constante, estas últimas semanas no solo que han venido en ascenso, sino que han pegado un salto cualitativo amenazando la unidad del “progresismo” boliviano.

Dos hechos recientes expresan la profundidad de esta crisis. La ruptura de la CSUTCB (Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia) que ya está fragmentando la precaria unidad del denominado Pacto de Unidad [1] y, el “X Congreso Nacional Ordinario del MAS-IPSP”, en el Chapare cochabambino, en la comunidad de Lauca Ñ, con Evo Morales a la cabeza.

Este congreso inició con múltiples denuncias de ilegalidad por parte de los “renovadores” (arcistas) pese a que el Órgano Electoral Plurinacional (OLP) ya se había pronunciado sobre la legalidad del evento y en consecuencia cumplió el rol de veedor. Sin embargo, las denuncias de ilegalidad fueron aceptadas por el Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP) que ordenó la paralización del Congreso. El tiempo que este tribunal tardó en notificar con la resolución a la dirección del MAS permitió que Evo Morales aprete el acelerador y concluya el congreso en la mitad del tiempo previsto. Es decir, el Congreso que estaba previsto concluir este jueves 5 de octubre terminó antes de la primera hora de la tarde del miércoles 4.

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La declaración del vicepresidente del MAS, Gerardo García, difundida en medios de prensa resume bien la situación:

“Por unanimidad han aprobado que se pueda llevar a este congreso por tiempo y materia, porque la temperatura es bastante alta. Nuestros compañeros están sufriendo, tanto la seguridad interna como externa, no podemos seguir demorando y dándonos el gusto de estar cuatro, cinco días. Hemos hecho conocer al Tribunal Supremo Electoral, quiere decir que nosotros ahora esta tarde, si logramos conformar las comisiones de trabajo, van a trabajar toda la noche y mañana instalamos la plenaria para poder hacer el informe de las comisiones. Si podemos tal vez hasta las tres o cuatro de la tarde estemos posicionando un nuevo directorio”.

Sin embargo, las expectativas de García no se cumplieron. Antes de iniciar la plenaria, que no llegó a realizarse, se conoció de la inminente notificación del TCP suspendiendo el Congreso, lo que llevó a la directiva a dar por aprobado el trabajo en comisiones. Mientras Evo Morales y sus seguidores reafirman la legalidad del Congreso y de sus resoluciones, lo cierto es que se abre una dura batalla legal ante las irregularidades en la aprobación de las resoluciones. Entre las principales resoluciones destaca que la única candidatura del MAS para el 2025 será la de Evo Morales, cerrando de esta manera las puertas a la posibilidad de ir a primarias. Así mismo se aprobó la “auto expulsión” de Arce y Choquehuanca por no haber participado del Congreso.

La COB junto a los sindicatos mineros de Huanuni y de Coro Coro, horas antes del evento y en una nutrida conferencia de prensa, rechazaron su participación en el congreso, alineándose de esta manera detrás del bloque de Arce-Choquehuanca. En este escenario hay que señalar que mientras iniciaba el Congreso en Lauca Ñ, en La Paz se instalaba un “ampliado de emergencia” convocado por la Confederación Sindical de Comunidades Interculturales de Bolivia (Csib) que contó con la presencia del presidente Luis Arce. Al igual que el Congreso del MAS con Evo, este encuentro también sostuvo su propia legitimidad y resolvió convocar a un “gran cabildo” para el 17 de octubre en la ciudad de El Alto.

Arce aprovechó esta ocasión para desconocer el congreso de Evo Morales señalando que “no refleja la verdadera composición del MAS-IPSP, que son las organizaciones sociales”. Cuestionó su legalidad planteando que antes, según estatutos, cada organización social o sindical participaba en los congresos con un aproximado de 200 delegados y delegadas mientras que hoy esta participación se redujo a 5. Remató la idea cuando señaló que “Es muy difícil, pues, que nosotros podamos asistir a un congreso donde los dueños no van a estar” en alusión a la instrumentalización que habría establecido Evo Morales.

Equilibrios precarios

Días antes de la inauguración del congreso del MAS y luego de que Evo Morales anunciara su candidatura a la presidencia para el 2025, Bloomberg publicó un reporte anunciando la caída en el valor de los bonos soberanos, dando cuenta que para los mercados este anuncio reflejaba la creciente debilidad del Gobierno de Arce en una situación económica que, aunque no es catastrófica, empieza a mostrar guarismos preocupantes.

Aunque Bolivia ha venido mostrando algunos síntomas de recuperación económica y de un relativo crecimiento basado en la inversión pública y con una de las inflaciones más bajas del mundo, no es suficiente. Hasta el segundo semestre del 2022 se registró una tasa de crecimiento anual que rondó el 4%, sin embargo, el crecimiento registrado para el primer trimestre de este año llegó a tan solo el 2,28% y las proyecciones del Banco Mundial estimaron un PIB de 1,9% para el 2023. Las reservas internacionales netas no han parado de caer, y aunque Arce logró la aprobación de la ley de oro y créditos internacionales, junto al evismo y la derecha, esto aun no logra imprimir una tendencia que permita alejar los peligros de una caída inflacionaria en el país y el fantasma de la devaluación también persiste.

El agotamiento del ciclo de gas es una fuerte expresión de esto y pone en cuestión la necesidad de obtener recursos por otras vías. En este caso la apuesta está depositada en la tan mentada industrialización del Litio. El atraso y la pobreza del país hace que los patrones de acumulación capitalista puedan ser identificados rápida y fácilmente. A lo largo de la historia se puede decir que Bolivia basó su desarrollo y crecimiento en la minería de la plata, luego – durante todo el siglo XX y después de la guerra Federal- fue la explotación del estaño hasta su agotamiento en los tempranos años 80 y su reemplazo por la explotación hidrocarburífera. Cada cambio de patrón de acumulación ha sido fuente no solo de profundas crisis estatales y políticas sino también el disparador de importantes procesos de lucha de clases.

Hoy con el agotamiento del gas el Gobierno de Arce apuesta a reemplazarlo con la explotación e industrialización del carbonato de litio. La dificultad del Gobierno radica en que los primeros volúmenes de exportación que se estiman en 50.000 toneladas están previstos para el 2024 con la intención de alcanzar las 100.000 toneladas el 2025, tiempo en el que intentará desacelerar la caída de las RIN. Así podemos ver que en esta peligrosa carrera de velocidades se asienta la estabilidad económica actual, imprimiéndole un carácter precario.

Es en este escenario de precarios equilibrios económicos que también se expresan, aunque no de manera lineal ni mecánica, los también precarios equilibrios políticos. Es que desde el golpe de Estado del 2019 el régimen político, o lo que popularmente se conoce como Estado Plurinacional de Bolivia, se encuentra atravesando una profunda crisis estructural que es apenas contenida por el acuerdo tácito entre derechistas, evistas y oficialistas de no trasladar sus disputas y, por lo tanto, la profunda polarización política, a las calles. Utilizan los instrumentos institucionales y judiciales para contener a sus adversarios e intentar mejorar sus propias relaciones de fuerza. De más está decir que este acuerdo tácito, de no trasladar a las calles sus disputas, podría verse rápidamente desbordado si los precarios equilibrios económicos empiezan a transformarse en abiertos desequilibrios y crisis.

Crisis del régimen político

La crisis del régimen político expresado hoy en el Estado Plurinacional se manifiesta no solo en el órgano judicial y todos los instrumentos represivos sino también en el sistema de partidos políticos. Si la guerra del agua y todo el ciclo de levantamientos nacionales que se produjeron del 2000 al 2005 habían demolido el régimen de la “democracia pactada”, y con él todo su sistema de partidos (que eran los que pactaban), la construcción del Estado Plurinacional se tradujo en la reconstrucción parcial de un nuevo sistema de partidos en el que el MAS ocupaba un rol hegemónico socialmente y el único con presencia en todo el territorio nacional. Este papel central del MAS era acompañado por tres partidos de centro derecha de cierto alcance nacional junto a decenas de agrupaciones políticas locales, municipales y departamentales. Estos partidos de centro derecha, y que expresaban el viejo régimen de la democracia pactada, lograban agrupar al conjunto de la oposición de derecha. Ocupaba en este bloque, Carlos Mesa, el papel central.

La hegemonía del MAS llegó a abarcar al mundo campesino e indígena, a amplios sectores de la clase obrera, sectores populares, clases medias “progres” y franjas de las burguesías regionales. Estas últimas veían en el creciente dinamismo estatal una posibilidad de capitalizarse en la provisión de bienes y servicios. En su momento definimos a esta formación política como un “frente popular sui generis, de base campesina” que emergía en la política boliviana como expresión distorsionada de los grandes levantamientos del 2000 en adelante, pero con el objetivo político de contener la actividad de las masas en los estrechos marcos de la democratización del Estado neoliberal. El llamado “proceso de cambio” quedó reducido a retacear y a negociar las demandas del movimiento de masas en una Asamblea Constituyente pactada previamente con la derecha.

El MAS, al convertirse en una fuerza política hegemónica se constituyó en un factor clave de estabilización del conjunto de la situación política y del llamado Estado Plurinacional. La fortaleza relativa del régimen estaba estrechamente ligada a la fortaleza del partido y en particular a la figura de Evo Morales y su caudillismo. Sin embargo, este proceso de reconstrucción de un sistema de partidos fue virtualmente dinamitado en noviembre del 2019. El golpe de Estado y el ascenso al poder de Jeanine Áñez y con ella de lo más concentrado de la oligarquía agroindustrial y trasnacional, el Estado Plurinacional, como forma de administrar el capitalismo boliviano, fue duramente cuestionado y con él el embrionario sistema de partidos que estaba emergiendo.

Las discusiones que sostuvieron todo el arco político derechista de reformar la constitución para terminar con el Estado Plurinacional y avanzar en una restauración oligárquica actuaron como un disparador de la resistencia popular que volvió a modificar la relación de fuerzas entre las clases en la rebelión popular de agosto del 2020. El triunfo electoral del MAS con el 55% de los votos escondía profundas grietas políticas y hasta étnicas y de clase al interior del MAS-IPSP. La muestra pública más elocuente se produjo cuando Arce, Eva Copa y todos los parlamentarios y parlamentarias del MAS aprobaron la ley electoral para el 18 de octubre de 2020, en acuerdo con Jeanine Áñez, sin ni siquiera consultar a la COB, a la CSUTCB ni a las demás organizaciones del Pacto de Unidad que se encontraban en las calles y rutas del país. A partir de ese momento, las disputas al interior del MAS se van a exacerbar.

El segundo hito elocuente fueron las elecciones subnacionales del 2021 donde Eva Copa, hoy alcaldesa de El Alto, fue expulsada del partido poniendo en evidencia en el ámbito local y regional la fragmentación del MAS que empezó a mostrar tendencias centrífugas cada vez más fuertes.

No es solo una disputa entre “renovadores” y “evistas” como lo presenta la prensa. Se trata de un proceso de profunda crisis donde incluso en los renovadores y en los evistas existen también otras tendencias centrífugas alimentadas por los caudillismos locales, por el carrerismo individualista y por los negocios que se pueden hacer desde el Estado. El MAS atraviesa hoy un fenómeno similar al recorrido por el MNR en los tempranos años 50 en donde rápidamente se dejó de lado la retórica revolucionaria para dar paso a la asimilación creciente a las clases sociales dominantes y a la defensa del orden existente. El MAS atraviesa un proceso de emenerrización.

Pero también existe un proceso de reflexión crítica, de trabajadores y trabajadoras del campo y la ciudad, de estudiantes y jóvenes trabajadores y de los sectores populares, así como de sectores campesinos y del movimiento indígena-originario que enfrentaron el golpe de Estado y realizaron una experiencia acelerada con todos sus dirigentes quiénes huyeron o se quedaron para negociar a dos manos con los golpistas. Esto último se expresa de manera molecular, dispersa y fragmentada. Es por eso que lo que se hace visible a todo el mundo es una disputa entre dos fracciones por un caudillo venido a menos desde que perdió el control del aparato estatal, Evo Morales, y un caudillo “en construcción” gracias precisamente al control de ese aparato estatal.

No existen diferencias de proyectos, no existen diferencias en cómo tratar a los trabajadores y trabajadoras asalariados (AASANA, SABSA, Enatex, etc) a quiénes ya no se les paga ni la indemnización, algo que ni los neoliberales se animaron a hacer. Tampoco existen diferencias en la instrumentalización y corrupción de dirigentes desde el Estado, lo hizo Evo Morales y hoy continúa con Arce, por eso sorprende que hoy el evismo denuncie la corrupción y los métodos clientelares y de cooptación estatal que despliega Arce cuando fueron moneda común en su Gobierno. La división de la CSUTCB que como un dominó se está trasladando a diversas organizaciones sindicales y sociales solo es parte de esa relación clientelar y prebendal construida en largos años de los gobiernos del MAS. En todo esto no existen diferencias profundas. Es una disputa basada fundamentalmente en aspiraciones personales para administrar el poder estatal.

Pero su impacto en la estabilidad del Gobierno es notorio. Un Gobierno que ya no tiene mayoría absoluta, sino que debe lidiar tanto con la oposición del golpismo y la centro derecha y ahora con el evismo como oposición “militante”.

La fragmentación del MAS tiene repercusiones en el conjunto del régimen político que se sostiene en un MAS en creciente fragmentación y en una derecha que no solo que está más fragmentada que el MAS sino que tiene unos 200 actores claves del golpe tras las rejas. Entre ellos el gobernador de Santa Cruz, Luis Fernando Camacho, que ejerce su cargo desde las celdas de la cárcel de Chonchocoro.

¿A dónde va el Estado Plurinacional?

Parte de la respuesta depende de la economía. El Gobierno pretende obtener con la exportación de litio cifras superiores a las que se obtuvo durante el ciclo del gas con Evo Morales. Estas exultantes expectativas desplegadas y propagandizadas por el Gobierno han sido desmentidas por diversos analistas que ponen serias dudas a estas proyecciones gubernamentales. Sin embargo, suponiendo que el Gobierno lograra esos objetivos, en todo caso, podrá ganar tiempo para acolchonar las crecientes contradicciones sociales y políticas que reemergieron con violencia el 2019. Empero si los “analistas” tienen razón o la caída de reservas se precipita por el creciente deterioro de la economía internacional la contención “tácita” que hoy realizan todas las formaciones políticas del régimen se va a romper y va a emerger con fuerza, nuevamente, la lucha de clases poniendo de relieve, una vez más, mal que le pese a Álvaro García Linera, el carácter gelatinoso del Estado Plurinacional de Bolivia.

La otra parte de la respuesta hay que encontrarla en la lucha política en la que la disputa dentro del MAS-IPSP es de importancia central. La CSUTCB del ala evista amenazó con impulsar a fines de octubre un bloqueo nacional de caminos para exigir el reconocimiento estatal a la organización que ellos representan. El anuncio que es el resultado de la suspensión de una medida de fuerza similar en el mes de septiembre de ser suspendido nuevamente evidenciará la debilidad del evismo en amplios sectores del mundo campesino. Si la medida se efectiviza el acuerdo tácito de no trasladar los conflictos a la calle empezará a quebrarse, agravando la crisis del régimen y la debilidad del conjunto de las instituciones.

En este escenario las y los socialistas revolucionarios tenemos una gran oportunidad para combatir por nuestras ideas. Para hacer un balance y sacar lecciones de todo este ciclo político con aquellas y aquellos compañeros que se encuentran asqueados por la actual disputa caudillista, burguesa y politiquera de sus dirigentes. Queremos hacer este balance con quiénes querían llegar al socialismo y se vieron defraudadxs, con quiénes querían impulsar un anticapitalismo para defender el ambiente, nuestros bienes comunes, y vieron que el MAS no respetó la madre tierra como había prometido. Es decir, creemos que es el momento para empezar a organizar ese descontento y esa bronca para construir una alternativa política genuinamente anticapitalista de las y los trabajadores. Una alternativa política para enfrentar a la derecha y a las políticas conciliadoras del MAS que impulse conscientemente la lucha por el socialismo, un socialismo desde abajo.


[1El Pacto de Unidad es la base social del MAS-IPSP, expresa la alianza y/o articulación de las principales organizaciones de los movimientos sociales de Bolivia. Desde el 2006, estuvo integrado por: la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB); la Confederación Nacional de Mujeres Originarias Indígenas Campesinas de Bolivia – Bartolina Sisa; la Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia (CIDOB); el Consejo de Ayllus y Markas del Qullasuyu (CONAMAQ), además de los interculturales.