El próximo día 21 de Abril tendrá lugar la primera vuelta de las elecciones a Rector de la Universidad Autónoma de Madrid. Sin embargo, como cabía esperar, ninguna de las opciones presenta una alternativa al modelo de universidad neoliberal totalmente antidemocrática. Por eso desde Contracorriente vemos indispensable llamar al voto nulo y crítico con la casta universitaria.
Martes 6 de abril de 2021
El próximo 21 de Abril se llevarán a cabo las elecciones a Rector en la UAM. No obstante, no es de extrañar que la mayor parte de la comunidad universitaria ni conozca su existencia ni muchísimo menos cómo funcionan y hasta qué punto tiene un carácter fuertemente antidemocrático.
Y es que estas elecciones son tan medievales que van por estamentos. Se llevan a cabo a través de un sistema de voto ponderado por el cual no todos los votos valen lo mismo tal y como lo establece el artículo 20, apartado 3, de la Ley Orgánica de Universidades (LOU) cuyos porcentajes de ponderación varían en función del sector de la universidad al que correspondan. En el caso de la UAM los profesores doctores con vinculación permanente cuentan con ¡un 55% de poder de decisión!; los profesores permanentes no doctores o profesores e investigadores contratados no permanentes un 5%; el personal docente e investigador en formación un 4%; el personal de administración y servicios (PAS) un 9% y los estudiantes, a pesar de constituir la inmensa mayoría de la comunidades universitaria solo tienen un 27% de peso.
Esta desigualdad de poder de decisión se ve agravada cuando se tiene en cuenta el número de personas que integran cada grupo. Si se establece una relación directa entre votos individuales, el voto de un solo profesor con vinculación permanente vale 34 veces más que el de un estudiante, 4 veces más que el de un miembro del PAS, 9 veces más que los investigadores en formación.
A esto se le suma que una parte importante de la comunidad universitaria como son los y las trabajadoras que están contratadas por empresas privadas (debido a la privatización de servicios que han llevado a cabo los sucesivos equipos rectorales, incluido el del ahora candidato en las elecciones de Madrid por el PSOE, el Sr. Gabilondo), que son indispensables para el buen funcionamiento de los servicios en este campus, no tienen derecho a voto por considerarlos personal externo de la universidad a pesar de que el Rector y órganos de gestión de la universidad deciden y establecen en buena parte los pliegos de condiciones laborales y las concesiones a la empresa de turno.
Es por esta razón por la que suelen gobernar los rectores menos votados, como fue el caso del actual rector, Rafael Garesse, quien dirige la universidad actualmente a pesar de obtener el menor número de votos en las anteriores elecciones, o el caso del anterior rector, José María Sanz, el candidato menos votado en dos elecciones con una derrota apabullante entre el estudiantado.
Pero, además, estas elecciones son especialmente antidemocráticas en el contexto pandémico que vivimos y atraviesa a la universidad. Las formas alternativas de enseñanzas como la docencia semipresencial, o en su defecto totalmente online, que han resultado ser un fracaso para que la mayoría de estudiantes sigamos el curso académico con normalidad, dificultan aún más el conocimiento de la existencia de estas elecciones y promueven aún más el abstencionismo. Más si se tiene en cuenta que el estudiantado como mucho asiste semanas alternas a clase, puesto que las elecciones tendrán lugar presencialmente en la UAM únicamente un día de una semana, dejando a muchos estudiantes sin tan siquiera la opción a votar. De hecho, que la mayoría del estudiantado no se haya ni enterado de estas elecciones ya demuestra cómo de importante se plantea que es la voz de los estudiantes.
Sin embargo, no seamos ingenuos. No sería realista pensar que estas elecciones podrían servir para que los estudiantes y el resto de la comunidad universitaria dispongamos de una universidad más democrática, justa, que esté al servicio de la clase trabajadora o que la enseñanza deje de estar dirigida a que seamos los próximos ingenieros e intelectuales del capitalismo. Gobierne quien gobierne la universidad seguirá atendiendo a las demandas de un puñado de empresas que están metidas hasta el fondo en la UAM y de una casta universitaria que decide en el Consejo Social qué y cómo estudiamos o cuántas becas se proporcionan. Este carácter antidemocrático es indispensable para sostener los planes de avanzar hacia una universidad como la que defiende el Ministro Castells, aún más elitista y que deja a miles de estudiantes fuera por sus elevadisimas tasas.
Este Consejo Social desconocido para muchos es el órgano de máxima decisión de las universidades tal y como lo establece la actual Ley Orgánica de Universidades (LOU) , producto de las sucesivas reformas de los gobiernos de José María Aznar (PP) y José Luis Rodríguez Zapatero (PSOE). Esta ley establece que los organismos de gestión y administración de las universidades públicas sean, de menor a mayor grado de responsabilidad e importancia: los Consejos de Departamento, las Juntas de Facultad o de Centro, el Claustro Universitario, el Consejo de Gobierno y el Consejo Social. Según esta misma Ley es “el órgano de participación de la sociedad en la universidad, y debe ejercer como elemento de interrelación entre la sociedad y la universidad”.
Sin embargo este Consejo de social no tiene nada. Encontramos que el presidente del Consejo Social es Arsenio Huergo Fernández, presidente también de la fundación universidad-empresa, organismo que impulsa y defiende que la universidades públicas del Estado Español sean un laboratorio de sujetos de pruebas para las multinacionales. Por parte de la patronal también encontramos a Javier Beita Alonso, que fue vicepresidente de CEIM (patronal madrileña) y directivo de varias empresas de radiodifusión y a José Ramón Sanz, presidente de la fundación Numa y del Consejo de Empresa Familiar de CEIM-CEOE. También por su “reconocido prestigio en los ámbitos científico, artístico o tecnológico, designados por la Asamblea de Madrid” encontramos a Rafael Valls, quien ha sido directivo durante años del Banco Santander, o a Rafael Pardo Avellanos, director de BBVA.
Es este modelo de universidad-empresa el responsable de varios de los escándalos a los que todas hemos asistido y que no tendrían lugar si la educación superior no estuviera basada en medir nuestra capacidad de obediencia, premiar la competencia y sustituir nuestro espíritu crítico por uno conformista, cualidades que interesan que tengan los futuros trabajadores cualificados del capitalismo. Tampoco en una universidad gestionada por los propios estudiantes, que a pesar de ser la mayoría de la comunidad universitaria tiene una capacidad de decisión mínima, por los y las trabajadoras docentes y no docentes.
Es por esto que no se hace extraño que durante la pandemia la casta universitaria y los órganos de decisión que dirigen, incluido el propio ministerio de Castells, hayan tomado decisiones contrarias a los intereses y necesidades de la comunidad universitaria. Durante los primeros meses de pandemia y confinamiento se cargó toda la adaptación de los temarios y clases al profesorado, no sé dio una respuesta para atender a la receta digital a la que se tuvieron que enfrentar los estudiantes y trabajadores más precarios, después del verano se impuso una docencia con poquísima presencialidad y, sin embargo, llegado enero y los exámenes no tuvieron ningún problema en meternos en aulas con más de 50 personas, sin distancia de seguridad, en transporte públicos llenos y en mitad de la borrasca Filomena.
Tampoco nos extraña ya la reciente censura de la UAM que sufrimos los estudiantes que nos movilizamos. Las autoridades universitarias tardaron menos de 24 horas en pintar sobre el mural feminista que se había hecho este 8M como parte de las actividades organizadas por estudiantes desde la Asamblea Abierta de la universidad. También la orden a las trabajadoras de limpieza de retirar todos los carteles que colgamos en las universidad que llamaban a una concentración antimonárquica y para exigir la libertad de Hasél, o el cierre de locales de las asociaciones.
Por todo esto desde contracorriente llamamos al voto nulo. Porque la universidad no va a cambiar a pesar de que gobierne uno u otro rector o de que participemos en esta farsa de elecciones. Porque ningún candidato ni rector acabará con el modelo de universidad-empresa, sino que son parte de ese juego. Porque nunca plantearán acabar con la precariedad en su propia universidad ni defenderán una universidad pública, gratuita y universal. Porque no supondrá ningún cambio real y tangible para los estudiantes y el resto de la comunidad universitaria.
Llamamos al voto nulo porque tenemos que desarrollar un movimiento estudiantil que pelee contra el actual sistema universitario neoliberal. Un movimiento estudiantil que pelee por una universidad radicalmente democrática, que esté dirigida por toda la comunidad universitaria de conjunto y con mayoría estudiantil, organizada en grandes asambleas soberanas, al servicio del pueblo trabajador. Una universidad totalmente libre, gratuita y democrática que esté financiada mediante impuestos a las grandes fortunas y empresas.
Por eso #YoVotoNuloUAM. Desde Contracorriente te llamamos a sumarte a la campaña, ¡que se escuche nuestra voz!
Si quieres saber más de cómo funcionan las elecciones a rector, de cuáles son los órganos de decisión de la universidad y de qué empresas tienen sillones en esos órganos, vente a la asamblea del día 15. ¡Te esperamos! https://t.co/9ii2vloY4Q
— Contracorriente Madrid #OrganizarLaRabia (@Contrac_Mad) April 6, 2021