A días de la masiva marcha contra la impunidad de ayer y hoy, a 46 años del Golpe Cívico, Militar y Eclesiástico, conversamos con Gladys Sepúlveda y Elida Cifuentes ex detenidas desaparecidas y parte de esa generación de mujeres jóvenes, estudiantes de Trabajo Social que militaban en la UNCo, junto a trabajadores y sectores en lucha cuestionando el capitalismo, y por cambiarlo todo.
Martes 12 de abril de 2022 15:52
Foto gentileza de Gladys Sepúlveda. Asamblea estudiantil de Servicio Social -aula Pagoda- años 70’s
El 24 de marzo de 1976 a horas de la madrugada, las Fuerzas Armadas dirigidas por Jorge Rafael Videla, Emilio Massera y Orlando Agosti inician el Golpe de Estado genocida en el país.
Previamente el Gobierno constitucional de Isabel Perón ya venía intentando avanzar en una reestructuración económica, política y social, que estaba siendo resistida por el movimiento obrero y sus organizaciones sindicales, en unidad con estudiantes y sectores en lucha como las mujeres, artistas, intelectuales, etc.
El plan en cuanto a lo económico era claro, el Estado se hizo cargo de los costos de los empresarios frente a la devaluación, entre quienes se encontraban la familia Macri.
Las clases dominantes buscaban aniquilar a esa clase obrera que protagonizaba un ascenso obrero y enfrentaba al peronismo, con un particular ensañamiento contra las mujeres y disidencias sexuales, que se expresó en un claro disciplinamiento de género de diversas formas.
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Según el Informe Nacional sobre Desaparición de Personas, las mujeres constituyeron un 33% del total de les desaparecides durante el periodo de 1976-1983. En Neuquén continúan desaparecidas 29 personas, de las cuales 6 son mujeres, una de ellas dio a luz en cautiverio y su hijo es parte de los 400 bebés apropiados en dictadura.
Conversamos con Gladys Sepúlveda y Elida Cifuentes, sobrevivientes del terrorismo de Estado, estudiantes de Trabajo Social de la UNCo en esa época, que nos cuentan su experiencia y algunas conclusiones de este proceso, el cual continúa hoy.
En relación al contexto previo al Golpe, se vivían cambios que se daban a nivel político, pedagógico, teórico, ideológico y que tenían su expresión en la Universidad y en la carrera de Trabajo Social. Gladys plantea que “se empieza a cuestionar el rol del Trabajo Social”, se preguntaban “¿vamos a estudiar 5 años o más para ser empleadas del Estado para repartir, detrás de un escritorio chapas?, la verdad que tanto estudio sólo para eso es pobre, y buscábamos de qué manera insertarnos en la realidad. Tampoco éramos los lúcidos que íbamos a abrirles la cabeza a la gente”, sino que había que replantearse “resolver los problemas con la gente, con los elementos teóricos”.
También recuerda su militancia en la Universidad, que al principio era activista y que “una va aprendiendo y creciendo en la práctica que eso -en relación a los elementos teóricos- no alcanzaba tampoco, porque había que llegar a militar”.
Además, cuenta sobre el movimiento estudiantil en ese contexto: “movilización que había, que venían a pedir ayuda, allá iba la Confederación -FUC-, el Centro de Estudiantes levantábamos las clases” para ir. “El apoyo a los grupos de poder económicos ya se iba anunciando, y estaban tratando de cegar toda resistencia del pueblo. Por eso había muchas movilizaciones presionando por los derechos de los trabajadores, nosotros teníamos la consigna OBREROS Y ESTUDIANTES UNIDOS Y ADELANTE, y entonces íbamos a apoyar sus huelgas”.
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Ella rememora con mucho cariño a su mamá, que fue un ejemplo el “verla luchar, por aportar en el trabajo y llevar valores de dignidad, peleando por sus derechos. Logró reconocimiento de sus compañeros siendo delegada gremial -de la fruta- siendo respetada por todos” y “fue quien más salió a la calle a buscarla cuando no sabían dónde estaba -detenida-”.
El viernes 11 de junio del ‘76 detienen a Gladys en la U9, donde luego de unos días “la policía se lava las manos y nos entrega a los militares que nos llevan” aclara, en avión a Bahía Blanca, esposadas y con los ojos vendados sin saber dónde estaban, las amenazaban y golpeaban. Ya en tierra firme, escucha la voz de Susana Mujica, de Cecilia Vecchi, Alicia Pifarré, Mirta Tronelli, Elida Cifuentes y unos días después trajeron a Mónica Morán “cuando había cambio de guardia decíamos nuestros nombres bajito, no podíamos hablar ni tocarnos las vendas”. Luego de 3 años de desaparecida, en el ‘79 la trasladan a la cárcel de Devoto, donde permanece detenida “legalmente” junto a otras 1200 mujeres de todo el país aproximadamente, hasta su exilio en Alemania.
Dice “hoy valoro mucho el movimiento de las feministas, hay muchas cosas que yo me acuerdo”, haciendo referencia a cuando escribió su testimonio, comenta: “me obligaron a sacarme la ropa, yo tenía 24 años y fue un hecho muy violento para mí, comparable con la violación, pero nadie decía esas palabras y me era muy violento también decirlo, muchas otras compañeras no se animaron a decirlo en su momento, y eso no lo entiende la Justicia”.
Por otro lado, Elida también hace referencia al contexto y experiencia previa al Golpe, y cuenta que cuando comienza a estudiar Trabajo Social “había elegido ayudar a los pobres, y empiezo a cuestionarme por qué la pobreza” como parte de un proceso colectivo que se estaba dando en la universidad, donde pudo entender que “más que ayudar a los pobres, había que erradicar la pobreza, y si la pobreza se genera por una situación de desigualdad del sistema, entonces había que terminar con el capitalismo, y el paso siguiente es esa lucha”.
Dentro de la UNCO una de las organizaciones extendidas era el Partido Revolucionario de Trabajadores (PRT), en el que militaban tanto Elida como Gladys.
“En Servicio Social había mucha militancia…Decían querer exterminar la subversión”, y agrega que efectivamente “todas esas personas sí querían subvertir, querían ‘no más capitalismo’, sin duda éramos el enemigo. Porque ellos además necesitaban frenar la lucha de clases y tener el país ‘en orden’ para implementar el plan económico que implementó Martínez de Hoz”, que efectivamente llevaron adelante y luego “lo siguió Menem y todavía lo estamos pagando, no hay repunte ni miras de repuntar, y menos con el acuerdo reciente con el Fondo”.
“El imperialismo quería asegurarse el poder” refuerza Elida, situándose en el contexto internacional de procesos revolucionarios que se habían dado en todo el mundo como en Cuba, la Unión Soviética, China, entre otros. Y aclara que “estaba la militancia que lo tenía muy claro, pero había un gran sector de la sociedad que, si bien no militaba, adhería a las ideas socialistas y simpatizaba con las organizaciones revolucionarias, entonces realmente yo pienso que el imperialismo vio el peligro”.
En relación al ensañamiento hacia las mujeres y disidencias sexuales durante ese periodo, expresa que “claramente se ve el ejercicio del patriarcado como los insultos”, como también en los métodos de tortura, violaciones, robos de bebés, entre otras. Reflexiona que “en ese momento nosotras no teníamos conciencia de eso, todo lo que es la lucha feminista, nuestra condición de mujer, ni el emparejamiento del patriarcado y el capitalismo, es un proceso que se da después”. Y agrega, tal como mencionó en ese mismo sentido Gladys: “De hecho, a las compañeras violadas les llevó mucho tiempo poder decirlo, incluso contárselo a sus compañeros o familias, sentían vergüenza. Entonces fijate hasta qué punto estábamos inmersas en este rol que se le adjudicaba a la mujer”.
En la actualidad, producto de la lucha, recién el año pasado en el marco del juicio "Escuelita VII" contra los genocidas de la región, se condenó por violencia sexual a 11 militares por hechos de abuso y violación sexual en Cutral Có y Bahía Blanca.
A las nuevas generaciones les dice “que el paso por la Universidad no se detenga en la formación de una profesión, sino que aprovechen ese espacio para reflexionar, que los conocimientos sirvan para reflexionar acerca de la realidad y poder interpretarla de manera crítica”, y finaliza diciendo: “creo que el conocimiento debería permitirnos no conformarnos con las cosas como están, sino cuestionarlas y aportar para que sean justas”.
Hasta nuestros días, todos los Gobiernos democrático-burgueses que precedieron al terrorismo de Estado se negaron a abrir la totalidad de los archivos que hay de aquella época. La Iglesia Católica, que fue parte activa y garante del Golpe, cómplice del robo de bebés, sigue impune, y muches hijes apropiades a la actualidad continúan sin tener derecho a su identidad.
A modo de cierre, Elida nos deja la reflexión: “el mejor reconocimiento a todos los compañeros desaparecidos es luchar hoy, por lo que se lucha hoy, en un mundo que es absolutamente diferente al mundo en el que ellos lucharon, pero en el que persisten los motivos de la lucha, que es la pobreza y desigualdad que genera el capitalismo”.
En este mismo sentido, Gladys nos interpelaba diciendo “que la lucha sigue… por cambiar y transformar las estructuras de explotación y opresión que tenemos”, reforzando la idea de que “todas las cosas se logran organizándonos, y que es una lucha política, no partidaria, sino que es ‘más allá’, porque el ser humano es político. Nos han lavado la cabeza de que es mala la política, entonces así nadie se organiza”.
Desde Pan y Rosas en el PTS y el Frente de Izquierda Unidad decimos que es necesario una comisión investigadora independiente del Estado y los Gobiernos, democrática, junto a organismos de DD. HH que cuente con plenos poderes para investigar, lo que implica acceder absolutamente a todos los archivos que pudiendo hacerlo, ningún Gobierno democrático post Dictadura ni la Iglesia, lo han hecho. Retomamos ese legado de aquellas generaciones que nos enseñaron que organizadas y en las calles sigue siendo la forma de hacer escuchar nuestra voz, contra la impunidad de ayer y la de hoy luchamos por les 30.000 compañeres y les asesinados en mano de las fuerzas represivas del Estado.
A 46 años del Golpe, siguen vigentes los motivos por los que luchaban les 30.000 compañeres detenides desaparecides, y como dijo nuestra compañera Natalia Hormazabal, abogada del CeProDH Neuquén y Alto Valle, en el acto de cierre de la marcha del pasado 24 de marzo: “también estamos aquí para decirle NO al pacto de entrega con el FMI, que pretende profundizar el ajuste contra la clase trabajadora. Mientras le dicen al pueblo trabajador que no hay plata para viviendas, ni para educación o salud, hacen polvo los salarios y las jubilaciones, el costo de vida aumenta cada día, y mientras casi el 60% de las infancias de este país es pobre, los ricos y sus Gobierno siguen beneficiándose”.