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Red Internacional
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La Plata. UNLP: crónica de un cuatrimestre en cuarentena

Crónica de una estudiante universitaria, trabajadora precaria y madre. La historia de cientos de miles que la pelean desde abajo.

Miércoles 22 de julio de 2020 21:46

Hace unos días se hicieron públicas en este medio las cifras de deserción de la UNLP. Con el cierre del cuatrimestre, se cerró también "el sueño de recibirse" para decenas de miles de jóvenes. Cerca de 45 mil para ser más precisos, según los datos que la propia UNLP dio de quienes sí pudieron seguir cursando sobre el total de inscriptos.

La deserción tiene diferentes razones, desde las dificultades pedagógicas que genera la nueva "era" de la virtualidad y la inaccesibilidad a una buena conectividad (wifi, notebook, etc) para seguir los contenidos, hasta factores económicos múltiples acentuados con la pandemia. Cientos de jóvenes perdieron sus empleos o vieron reducidos sus salarios en esta cuarentena, lo que les obligó en muchos casos, a salir a buscar otras fuentes de ingreso. El derecho al acceso a una educación pública, gratuita y de calidad se ve vulnerado en esta nueva situación.

Podés leer: UNLP: ¡los estudiantes en unidad nos ponemos de pie para enfrentar esta crisis!

Mi crónica

Soy estudiante de enfermería y madre soltera de un niño de 11 años. La posibilidad de recibirme es también la posibilidad de acceder a un empleo formal. Nací en Mar del Plata, pero mi familia es del norte, de Salta y de Bolivia. Me considero migrante como toda mi familia, como también quechua-ava guaraní, definida como marrona por otros.

Todo el tiempo siento que no soy de aquí ni soy de alla. Los nacionalismos y patriotismos no me enamoran, les huyo. A lo largo de mis años, me toco migrar a Córdoba, vivir por pequeño tiempo en Bolivia, migrar también a Salta, luego a Jujuy.

La cuarentena me agarró en la ciudad de Mar del Plata junto a mi hijo, en la casa de mis padres, no en La Plata donde estudio, vivo y trabajo. La situación de estudiar fue mucho más difícil desde acá. Mis cosas, mis pertenencias, mi "baqueteada pero fiel" computadora, mis libros de estudio, quedaron en mi casa en La Plata.

Esta nueva forma de ser alumna, despersonalizada y deshumanizada en todo sentido, fue también un proceso de volver a migrar. Instalarme en otro territorio con lo que tenia puesto y a arreglármela con lo que sea. La suerte de les de abajo.

Durante este cuatrimestre estudié como pude: con una computadora prestada, un servicio de internet malisimo, que a veces se corta. Con algunos cortes de luz. A mis tareas, tuve que sumarle las de mi hijo, compartiendo la compu y asumiendo mi rol de madre en el encierro y de madre “maestra”.

Además mi trabajo se vio afectado. Durante el año trabajo de cuidadora domiciliaria o de enfermera auxiliar, también suelo escribir en algunos medios de comunicación de la comunidad boliviana. Ahora solo trabajo medio tiempo y "desde casa". El IFE no alcanza ni para empezar. No puedo "darme el lujo" de dejar de trabajar, debo hacerme cargo de mis gastos, de mi hijo y del alquiler en La Plata, aunque esté pasando la cuarentena en lo de mis padres.

Encontrar un nuevo trabajo ahora es una utopía. Estoy en una de las ciudades bonaerenses con el índice más alto de desempleo. Si consigo un trabajo para costear los gastos de la facultad, por ejemplo, me obligan a "aceptar las reglas": trabajo "en negro", ultraprecarizado, y hasta a veces te hacen trabajar y no te pagan.

Mi historia es la de decenas de miles. Tratar de sostener los estudios en este contexto de crisis que se profundiza, se vuelve toda una osadía. Algunos dirán que no me esforcé lo suficiente, otros elegirán mirar para otro lado. Yo elijo pensar que el mundo es injusto y que podemos cambiarlo. Que hay responsables de que estemos así. El gobierno de turno privilegia a los de arriba mientras ofrece miseria a los de abajo, intentando contener la bronca con barrios populares militarizados.

El Rectorado, con miles de promesas incumplidas de becas (como la de “tu PC”), con el albergue y los comedores universitarios cerrados dejando a la deriva a quienes allí concurríamos, y un mediocre rol social durante la pandemia, con una educación virtualizada pero vaciada de sentidos y contenidos.

Por su parte, el centro de estudiantes de Ciencias Médicas (Remediar-La Cámpora) que debería ponerse a la cabeza de organizarnos frente a esta situación, se encuentra en silencio, invisible, alineado al Rectorado, al gobierno y a las autoridades de mi facultad, a tono también con la Federación Universitaria de La Plata (FULP), todavía más ausente y alineada en todo este escenario, enorme deserción. ¿No piensan decir nada de las decenas de miles de estudiantes que desertaron?

Por todo esto, por mi historia y la de muches, por mi hijo y les niñes a quienes no queremos que les toque la misma suerte, es que decido organizarme.
Alzar la voz, invitar a otres a que también lo hagan. Luchar por lo que es nuestro y quieren arrancarnos. Con plena confianza y solidaridad entre les de abajo y con absoluta independiencia de los de arriba.

Este próximo sábado 25 a las 16 hs, sumate como yo a la asamblea frente a la emergencia universitaria. No nos quedemos callades, que nuestra voz se escuche!