La potencia de la movilización docente debilitó al gobierno, aun así, Cubillos respondió con migajas ¿podemos ir por más? A los ojos de muchos profesores quedó en evidencia que se bajó un paro antes de tiempo, que no se aseguraron puntos clave y que se pudo haber hecho mucho más en la ampliación de fuerzas por medio de la unidad de todos los trabajadores organizados de Chile, estudiantes y apoderados.
Lunes 22 de julio de 2019
Se demostró otra vez la fuerza y liderazgo de los profesores y profesoras de Chile
Las y los profesores de Chile son un gremio que sabe de lucha. El último tiempo ha desarrollado tres procesos de paro nacional: la rebelión de las bases de fines de 2014, el paro de 57 días contra la Carrera Docente de 2015, y el paro nacional de 7 semanas de este 2019.
Junto con el movimiento estudiantil es el principal opositor a los gobiernos de la ex Concertación y la Derecha. Irrumpió tras la lucha portuaria y el repudio al asesinato de Catrillanca interrumpiendo la paz del segundo gobierno del neoliberal Sebastián Piñera, coronándose como uno de los principales hechos de la lucha de clases de este 2019 en América Latina al lado de las importantes marchas de millones en Brasil contra el plan de pensiones (AFP) del aliado de Piñera, el derechista Jahir Bolsonaro.
7 semanas de un paro que remeció la agenda política del país y atrajo la simpatía de millones
Este 2019 el movimiento docente conquistó un amplio apoyo popular, algo nunca antes visto en décadas, que millones demostraran simpatía por un paro nacional de educadores por las condiciones de abandono de la educación pública y la discriminación laboral a las profesoras de educación diferencial y de párvulo.
Esto se demostró en redes y en las calles: la marcha hacia Valparaíso que fue recibida por el pueblo porteño, los cacerolazos y asambleas masivas con apoderados. A fines de junio la Unión Portuaria (que agrupa a los trabajadores de los principales puertos del país) se posiciona a favor de los profesores y declaran que están disponibles para ser convocados. Los comunales de profesores movilizados desarrollaron múltiples iniciativas: canciones, clases al aire libre, cortes de ruta, asambleas abiertas, cacerolazos y actividades culturales. La primera marcha contó con más de 90 mil asistentes de comunas de todo el país.
En algunas ciudades este apoyo se tradujo en confluencia y solidaridad activa entre distintos sectores de la clase trabajadora organizada. En Antofagasta confluyeron mineros de Chuquicamata, Asistentes de aula, Apoderados, huelgas locales como Conveyor y profesores de toda la región. El movimiento había logrado poner contra las cuerdas a la Ministra de Educación quién recibe una derrota en el Parlamento al no tener apoyo su proyecto discriminador de Admisión Justa.
Un paro que fue más allá de lo esperado por la conducción de Mario Aguilar y su política para desmantelarlo
En 2016 las elecciones del Colegio de Profesores dieron la conducción al humanista Mario Aguilar convirtiéndose en la primera victoria sindical del Frente Amplio en organizaciones nacionales de trabajadores. En 2015 su sector fue crítico de Jaime Gajardo, quien había bajado un paro tras una llamada del Ministro de Educación de ese momento. El hecho conocido como “telefonazo” le costó la conducción. Ante el descontento docente, Mario Aguilar, militante del Partido Humanista (PH) y parte del FA, desvió ese cuestionamiento a la democracia interna del CdeP y las consultas como método opuesto al telefonazo de Gajardo. Si bien se democratiza la decisión ante temas importantes, mantiene la restricción de la discusión política democrática y hace imposible la preparación desde las bases de un Plan de Movilización que supere las estrechas opciones que tienen cabida en una papeleta.
Mario Aguilar siguió un plan basado en dos políticas: reuniones con autoridades y aplicación de consultas nacionales (plebiscitos) sobre decisiones cruciales del movimiento. Ambos métodos mantuvieron en la pasividad al gremio, fracasando las reuniones con el gobierno, las mesas con los tecnócratas y parlamentarios de la derecha y la ex Concertación. La presión de las bases por realizar un plan de movilizaciones llevó poco a poco a la planificación del paro nacional que se inicia el 3 de junio. Consiguió una adhesión del 80% en el sector municipal y con más fuerzas en regiones como Valparaíso, Antofagasta, Atacama, Concepción y Osorno.
Este fue el primer paro dirigido íntegramente por el aguilarismo y el Partido Humanista y no estuvo exento de contradicciones y polémicas. En primer lugar, los planes de movilización semana a semana se basaron en la conservación de las fuerzas. No hubo llamado al sector subvencionado, ni se tomaron los ofrecimientos de lucha común de los portuarios. Mucho menos se incentivó a que las comunas que no se habían plegado, lo hicieran para aumentar las fuerzas. Luego de la demostración de fuerzas de 90 mil profesores marchando por la Alameda la primera semana de paro, no hubo otro instructivo que no fuera desgastar las fuerzas conservadas para su desgaste.
Tampoco tomó importantes ejemplos de coordinación de las luchas, como la impulsada por la asamblea de profesores de la escuela Patricio Cariola de Antofagasta, y la agrupación de profesores Nuestra Clase, que junto a otros profesores buscaron la coordinación en la acción con los trabajadores de Chuquicamata, siendo aplaudidas en una asamblea de más de tres mil mineros y también impulsando junto a la huelga de Conveyor del sector industrial de la Negra, quienes marcharon y realizaron una acción conjunta para cortar unas de las calles principales de Antofagasta.
Que la conducción oficial del Colegio de Profesores no impulsase la coordinación a fin de multiplicar las chances del paro docente, tiene que ver con un problema mayor: la estrategia del Frente Amplio en tanto conglomerado político. El Frente Amplio, más que apostar a derrotar las reformas del gobierno por medio de la lucha de clases, uniendo a los profesores con los mineros o los trabajadores de Walmart cuando eso era posible; apuesta a usar las luchas sociales como mecanismos de presión en las instituciones existentes. Por eso para ellos, fue coherente, al mismo tiempo que dirigir el principal paro de trabajadoras y trabajadores del último tiempo, hacer un verdadero desfile a reuniones con ministros, como Chadwick o la propia ministra Cubillos, ante quienes Camila Rojas y el senador J. I. Latorre se ofrecieron para mediar con los profesores.
Aun así, el paro continuó y una y otra vez las consultas demostraban el rechazo a las respuestas del gobierno y la convicción de seguir el paro indefinido.
Sin cambios en la estrategia, transcurrieron las semanas hasta que finalmente Aguilar se ubicó contra el paro. Como dice el refrán: “mojaron la pólvora”, en la sexta semana de paro y, en las propias palabras del dirigente nacional del Colegio de Profesores, con un 70% de aprobación, como mencionó en Mesa Central de Canal 13. Justo cuando parecía aumentar el descontento con el gobierno se inició la huelga de Walmart, pero decidieron apagar rápidamente lo que podría transformarse en un golpe mayor que permitiera conquistar en poco tiempo lo que en semanas no se había podido lograr.
Tras 35 días de lucha y luego de haber rechazados dos ofertas del gobierno, el presidente del Magisterio, Mario Aguilar, llamó a los profesores a aceptar la tercera y última propuesta del Mineduc (que fue definida por las profesores de educación diferencial y parvularias como una burla) y deponer la movilización. Según él la reunión del 8 de julio fue “un logro” y ya era hora de deponer el paro porque el desgaste ya era evidente.
Sin embargo, había ánimos y disposición a continuar el paro. En regiones el movimiento seguía fuerte y sólo unas pocas comunas de la Región Metropolitana habían votado deponer el paro a la espera el resultado nacional. El discurso derrotista y de apoyo a la respuesta del gobierno del sector aguilarista logró desmoralizar a un buen sector del paro rompiendo la unidad conquistada con el método de paro nacional. La consulta de 10 de julio lo confirmó. Por poco más de 200 votos si impuso la opción de continuar el paro rechazando la última oferta del gobierno. Tras este impasse se esperaron 8 días más hasta una asamblea nacional cerrada que definió repetir el método: una nueva consulta, en vez de discutir junto a profesores de liceos en lucha el plan de acción a seguir, más allá del binomio “paro o no paro”.
Doble discurso del PC: apoyo de palabra y desorganización en la acción
En todas las consultas nacionales el PC al interior del CdP y su movimiento “Manuel Guerrero” se pronunció a favor del paro y rechazando las migajas del gobierno. Sin embargo, muchos de sus comunales no estuvieron en paro y nada hicieron por el paro desde la organización sindical que dirigen: la CUT. Convirtiéndose en un impedimento para el triunfo de las demandas docentes. Un doble discurso descarado, si el PC hace unos pocos años había traicionado a sus bases en paro.
Dos balances opuestos: confianzas y desconfianzas
El aguilarismo obtiene el siguiente balance: se lograron importantes victorias como haber sentado a la ministra y haber comprometido ciertos proyectos de ley, y que los profesores no podrían incrementar sus fuerzas, por la intransigencia del gobierno y por la política “desleal” y “poco ética” de profesores que votaron seguir el paro no estando en paro sus establecimientos. Desde la agrupación Nuestra Clase confiamos en las fuerzas de los profesores y en las semanas decisivas planteamos con mucha claridad que había que ir por más fuerzas por medio de la convocatoria de un paro nacional de todos los sectores, preparado a través asambleas comunales abiertas a apoderados, estudiantes, trabajadores y el movimiento de mujeres. Esta opción era absolutamente realizable gracias al amplio apoyo popular y al ofrecimiento de unidad de múltiples sectores.
En pleno gobierno de Piñera, quedó demostrado el papel que juegan las direcciones sindicales predominantes: contener y desmovilizar a los sectores que salen a luchar para evitar un choque directo con el gobierno y el parlamento. Su estrategia sólo aporta a la conquista de pequeñas migajas y, de conjunto, a salvar de la crisis del cuestionado gobierno y su plan de reformas. Con las calles despejadas, sin duda, será más fácil volver a los acuerdos con la DC para aprobar los planes de Piñera: la reforma de Isapres, Pensiones y Admisión Justa.
A los ojos de muchos los profesores quedó en evidencia que se bajó un paro antes de tiempo, que no se aseguraron puntos clave y que se pudo haber hecho mucho más en la ampliación de fuerzas por medio de la unidad de todos los trabajadores organizados de Chile, en una gran jornada de demandas sociales lo que podría haber herido de muerte a un gobierno que es profundamente anti pueblo trabajador.
Repetir la consulta nacional o un plan de asambleas de base para rearticular nuestras fuerzas y extender el movimiento
En estos momentos la conducción burocrática de Aguilar pretende repetir tras dos semanas de reposo y sin ninguna iniciativa, una consulta nacional donde volverán a preguntar a la masa docente si hay que continuar o no el paro. Este método divide a los profesores y los desmoraliza. En vez de organizar derrotas el Colegio de Profesores debería estar organizando un reagrupamiento. Desde Nuestra Clase creemos que lo más democrático y más allá de la cerrada consulta en la que se decidirá paro o no paro, en estos momentos es necesario convocar asambleas comunales para decidir cuáles serán las formas de movilización para continuar exigiendo el cumplimiento del pliego docente. Y por otro lado una política de reorganización con otras fuerzas: asambleas públicas con apoderados, estudiantes y trabajadores de la educación para discutir los padecimientos de la educación pública, y con ello, convocar a un gran encuentro nacional por el fortalecimiento de la educación pública de todos los sectores este segundo semestre.
Levantemos una corriente combativa, clasista y antiburocrática en el Colegio de Profesores
Para impulsar esta política y conquistar una nueva práctica y estrategia de lucha en el movimiento docente donde prime la unidad con el conjunto de la clase trabajadora y la discusión democrática de los planes de movilización necesitamos levantar una fuerte agrupación en cada comunal del país. Hasta ahora los sectores más críticos como el Movimiento por la Unidad Docente, planteó a través de su dirigente Eduardo González (parte del directorio nacional del Colegio de Profesores) que el paro debía transformarse en un movimiento social por la educación pública, como lo habían conseguido el movimiento universitario de tomas del 2011. Pero ¿cómo se podría haber conseguido este objetivo con mayor claridad? Por medio de una orientación alternativa a la del aguilarismo. Sin embargo, este grupo discrepó tibiamente del plan y orientación de la conducción oficial y, en común, Eduardo González se sumó a la declaración que convocó a la bajada del paro docente y llevó a la desmoralización de sectores del profesorado.
Desde la Agrupación de profesores y trabajadores de la educación Nuestra Clase llamamos a todos los profesores que acuerdan con este balance y con los pasos a seguir que proponemos a organizarnos, discutir en conjunto las lecciones de este importante proceso en la historia del movimiento docente y sumarse a Nuestra Clase para continuar la pelea por la democratización del Colegio de Profesores y por un programa educativo anticapitalista y antiempresarial que fortalezca la educación pública: acabando con la educación de mercado y abriendo paso a un sistema nacional de educación pública, en base a la vuelta de los establecimientos al Estado y el control democrático de las comunidades, la unidad con otros sectores de trabajadores y la confianza en las fuerzas de nuestras movilizaciones en forma independiente a cualquier sector de la ex Concertación y la Derecha.

Nuestra Clase
Somos la agrupación de trabajadores de la educación Nuestra Clase, de Chile. Quienes conformamos esta agrupación somos compañeras y compañeros independientes y militantes del PTR