Era el 19 de enero de 1926 cuando el pueblo de Dolores vio nacer a uno de los compositores y cantantes más famosos de México y el mundo: José Alfredo Jiménez Sandoval.
Viernes 19 de enero de 2018
Fue en la Cuna de la Independencia, la pequeña ciudad de Dolores Hidalgo, Guanajuato donde José Alfredo vivió sus primeros años de vida. En 1936, cuando Fello -como le decían de niño- tenía 10 años, murió su padre Ignacio. La necesidad lo orilló a dejar Guanajuato e irse con su tía Refugio a una Ciudad de México en creciente urbanización. Llegó solo, pues su madre Carmen y sus hermanos Concepción, Víctor e Ignacio lo alcanzarían después.
Fueron recibidos por la primera colonia construida más allá de la traza original de la Ciudad: Santa María la Ribera, que en la segunda mitad del siglo veinte se transformó en un barrio popular como consecuencia de la construcción de grandes edificios de departamentos y el surgimiento de colonias de alto nivel socioeconómico en otras partes de la Ciudad.
Desde su adolescencia componía canciones. Ahí en el Kiosco Morisco jugaba fútbol con Antonio "La Tota" Carbajal, quien recordaba que José Alfredo, a mitad del juego de pronto le llegaba la inspiración y se iba a escribir. Aun así, a los 18 años llegó a jugar en Primera División con los clubes Marte y Oviedo. En la misma colonia, trabajó en la tienda de abarrotes que sus dos madres abrieron para salir adelante.
A mediados de los 40’ trabajó como mesero en el restaurante "La Sirena" en el barrio de San Cosme. Allí mismo cantaba con el grupo "Los Rebeldes". Andrés Huesca, músico veracruzano que frecuentaba el lugar, escuchó hablar de él y llamaron su atención temas como "Cuando el destino". Le grabó el tema "Yo" y lo presentó en la XEW.
Paloma, ¿querida?
Paloma Gálvez fue la única mujer con la que se casó, tuvieron dos hijos. Y con aquella famosa canción, Paloma querida, le pidió matrimonio. Sin embargo, no fue la única a quien le compuso canciones. "Amanecí en tus brazos" fue para Lucha Villa, a Alicia Juárez le cantó "Te solté la rienda" y a Cristina Fernández, le escribió "Ella". Pero quizá fuera uno de sus desatinos componerle "Si nos dejan" -una de las canciones más bellas- a Irma Serrano "La Tigresa", quien sostenía una relación con el ex presidente Gustavo Díaz Ordaz. Al parecer sí creía que hay muchas mujeres y sobraba quien lo quisiera.
Chilango ranchero
Aunque se le considera "El Rey" de la canción ranchera, visitaba poco el campo. Nunca conoció el mar, aunque también compusiera "El siete mares". Contra lo que pudiera pensarse, la canción "El corrido del caballo blanco" habla en realidad sobre su Ford blanco, que siempre le fallaba cuando se iba de fiesta:
Por Culiacán, ya se andaba quedando,
Cuentan que en los Mochis, ya se iba cayendo,
Que llevaba todo el hocico sangrando
Dicen que cojeaba, de la pata izquierda,
Y a pesar de todo, siguió su aventura
Por la hoy CDMX se veía pasar a José Alfredo y Chavela Vargas llevando serenata a los amores de ambos.
Un mundo raro
Nunca estudió música. Quienes lo conocieron aseguraban que ni siquiera sabía tocar un instrumento. José Alfredo escribía sobre lo que vivía, en pedazos de servilleta silbaba las tonadas a al maestro compositor Rubén Fuentes, quien hacía los arreglos musicales para que el Mariachi Vargas de Tecalitlán lo acompañara.
Sus canciones lanzaron a la fama -o la reforzaron- a muchos cantantes como Pedro Infante, Jorge Negrete, Javier Solís, y un enorme etcétera. Hasta el día de hoy, cantantes mexicanos y extranjeros lanzan múltiples sencillos y discos en homenaje a José Alfredo.
¿El hijo del pueblo o El rey?
Entre copa y copa, se acabó su vida a los 43 años el 23 de noviembre de 1973, consecuencia de una cirrosis hepática.
Antes de morir, pidió expresamente que a ningún presidente se le ocurriera llevárselo a la Rotonda de los Hombres Ilustres, tampoco quería pasar la eternidad en un panteón privado. José Alfredo fue enterrado en su pueblo adorado, en el Panteón Municipal de Dolores; años después los restos de su madre fueron colocados junto a los de su hijo.
Se le recuerda como un poeta popular que le cantaba al gozo y al dolor. Aunque a José Alfredo se lo considere como lo más alejado de la intelectualidad, supo reflejar en sus canciones sentimientos compartidos con millones de personas, desde 1943 hasta nuestros días.
Escuchar a José Alfredo comúnmente es sinónimo de tristeza, despecho -hacia las mujeres, principalmente- y alcohol hasta perder el conocimiento,a pesar de sus grandes composicones poéticas y de romance como Amanecí otra vez (entre tus brazos).
Pero, ¿es necesario?
Lo que nadie más les dirá es que, aunque por mucho que nos haga vibrar, "El Rey" murió como consecuencia de años y años con alcoholismo. Su imagen de ranchero, de hombre de a de veras es el reflejo de los roles de género y estereotipos tan profundizados que se desarrollaron a mitad del siglo veinte, en la música, en el cine, la televisión y la radio. José Alfredo fue parte de la imagen que los medios potenciaban, mientras el gobierno prohibía a artistas como Luis Buñuel exhibir otra cara de México con Los Olvidados (1950) y a los jóvenes rockeros de protesta de los 60’s les impedía grabar sus canciones en español.
Ojalá José Alfredo no hubiera ahogado sus problemas en la bebida, porque con 43 años era muy joven para convertirse en leyenda. Le cantó a la pobreza sin expresar algún rencor a quienes nos han quitado todo.
Sólo compuso sus canciones pa’ que el pueblo se las cante y las sienta suyas.
José Alfredo, es cierto que la vida no vale nada. Pero nuestras vidas sí valen más que las ganancias de los millonarios.
Ojalá que el pueblo no te falle José Alfredo, y acabe con el mito de que "la vida no vale nada" (Caminos de Guanajuato), cuando esté este mundo y sus máquinas de sufrimiento humano en manos de los verdaderos creadores de la riqueza, y la poesía.