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Red Internacional
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HISTORIA DEL FÚTBOL. Un fantasma enfrentando la altura y buscando un Mundial

En 1973, un combinado del fútbol local compuesto por muchos jóvenes se enfrentaría al mayor desafío de sus vidas: vencer a Bolivia en la altura de La Paz para ingresar al Mundial. Este conjunto “B” viviría durante varias semanas en el altiplano para adaptarse al relieve y al clima, no sin penurias y abandono por parte de la AFA.

Miércoles 28 de noviembre de 2018 00:00

Foto: El equipo se ganaría el mote de “fantasma” a partir del desconocimiento que la prensa y la sociedad tenía de él. Por eso se fotografiaron para un diario boliviano disfrazados como fantasmas

En medio del movidísimo año 1973, con su reflejo en el termómetro político y social, la selección argentina de fútbol vivía un clima no comparable, aunque sí de alta tensión.

El presidente provisional era Ricardo Lastiri, que había llamado a elecciones para el mes de septiembre. Los candidatos que estaban en la gatera eran 4: por el justicialismo, el regreso de Juan Domingo Perón; Ricardo Balbín, de la Unión Cívica Radical; el conservador Francisco Manrique y el izquierdista Juan Carlos Coral.

Pero el fútbol nacional tenía las miras puestas en otro lugar: las eliminatorias para el Mundial de Alemania Federal 1974.

Obligado a clasificar

La selección arrastraba un duro fracaso en las eliminatorias para el Mundial de México 1970, al que no pudo clasificar: ¿dónde radicaba, supuestamente, el motivo? En la severa derrota que el equipo sufrió en la altura de La Paz frente al colista Bolivia, por 3 a 1. El beneficiado fue un tercero: la selección de Perú, que obtuvo el ansiado pase.

La conclusión a la que se había llegado, en un contexto de mucha presión, es que de repetirse la circunstancia, no se podía dejar ese partido al libre albedrío. Y efectivamente, se repitió: el mini-grupo estaba conformado por la Argentina, Bolivia y Paraguay.

Foto: Fracaso. Tras la derrota frente a Bolivia en La Paz por 3 a 1, Argentina no ingresaría al Mundial México 1970.

Brasil fue el primer sudamericano en clasificar de manera automática, por ser el último campeón. Uruguay obtuvo otro lugar por su respectivo grupo. Chile sería el próximo, por medio de un repechaje frente a la URSS: si bien igualaron el partido de ida, el conjunto soviético desistió de seguir participando de las eliminatorias en repudio al golpe de Estado que Pinochet efectuó contra Salvador Allende.

Sin embargo, faltaba el cuarto lugar. El equipo principal, dirigido por Enrique Omar Sívori, arrancó esa carrera el 9 de septiembre, contra la propia Bolivia: la derrotaría por 4 a 0 en Buenos Aires. Pero mientras, algo estaba ocurriendo…en algún lugar del país.

Contra la corriente…y contra la altura

Semanas antes del comienzo de las eliminatorias, Sívori resuelve junto al DT alterno y de juveniles, Miguel Ubaldo Ignomirielo, concretar una empresa inédita: la conformación de un equipo “B”, que tendría un solo objetivo: derrotar a Bolivia en La Paz. Lo que en el imaginario argentino se traducía en vencer a la invencible altura.

La conducción técnica entendía que este problema no era moco de pavo, por lo que será el mismo Ignomirielo el que entrene a este equipo, mientras las estrellas disputaban los demás partidos junto a Sívori. Para eso, el compañero de aventuras de este DT sería Carlos Cancela, preparador físico. Ellos capitanearían la luego famosa “Selección Fantasma”.

Primera escala de la “fantasma”, última de la AFA: San Salvador de Jujuy

La Asociación del Fútbol Argentino solventó los gastos del traslado en avión a la capital provincial. Sin embargo, será el último acercamiento significativo que tenga para con el grupo. De allí en adelante, y por más de 40 días, el plantel se manejaría solo y cortaron comunicación durante gran parte de los días restantes.

Un plantel que tenía algunos amistosos previos, de los cuales habría cancelaciones. Pero que no contaba con dinero para comer, ni para trasladarse, ni para vestirse, ni para alojarse. El equipo se ganaría el mote de “fantasma” a partir del desconocimiento que la prensa y la sociedad tenía de él, sumado a la falta de noticias oficiales desde AFA. El conjunto, para lograr visibilidad (en otras palabras, para que “se acuerden de ellos”), se aprovecharía de esta denominación, fotografiándose para un diario boliviano disfrazados como tales: ahora realmente eran fantasmas.

A partir de allí, vendría la aventura…para algunos. Para los acostumbrados al fútbol a lo grande, como lo sentían los jugadores Reinaldo “Mostaza” Merlo y J.J. Lopez, ambos de River Plate, el trayecto sería corto y decidirían volver al poco tiempo, renunciando así a la posibilidad.

Foto: Pasarla mal. Reinaldo Merlo, tras su estadía en Tilcara, fue uno de los jugadores que regresó a Buenos Aires.

Los “fantasmas” que querían visibilidad

Para muchos jugadores, la convocatoria será una sorpresa. Para otros, un premio a su buen momento. El “hueso” Rubén Glaría se destacaba en San Lorenzo, como lo hacía el “negro” Rubén Galván en Independiente. Ubaldo “pato” Fillol ya se perfilaba como arquero del futuro, representando a Racing Club.

Sin embargo, Rosario también tenía sus representantes: era el caso de Aldo Pedro Poy, de sobresaliente desempeño en Rosario Central, y Juan Ramón Rocha, jugador de Newell´s. Daniel Tagliani venía de Banfield, y Osvaldo “baby” Cortés del humilde Atlanta.

También estaban los pibes, los que pedían debut en la Mayor: Bochini, (Independiente), Trobbiani (Boca Juniors), y el recién emplumado Mario Kempes (Instituto de Córdoba), que sería el primer jugador seleccionado por un equipo fuera del área Metropolitana, también buscaban un lugar. Tripicchio, Troncoso y Chirdo completaban la lista.

A recorrer Jujuy: el circuito Tilcara – Humahuaca - Mina Aguilar - La Quiaca

La cosa se pondría dura desde un principio: Ignomirielo planificó hacer sede en La Quiaca, que con sus 3.400 metros, mostraba un escenario similar al que planteaba La Paz. Sin embargo, el hotel de la ciudad no estaba en condiciones de recibirlos, por lo que el destino alternativo fue Tilcara, ciudad apostada a unos 2.500 metros sobre el nivel del mar, mientras que el Club Estudiantes, en Humahuaca (3.000 m), haría las veces de lugar de entrenamiento, así como ocurrió con el gimnasio de Mina Aguilar, una pequeña localidad situada a 3.900 m.

Sería el combinado jujeño, dirigido por José Yudica, el primer rival amistoso: el partido resultó igualado, y el recién conformado equipo nacional, maltratado por el público. Maltrato que se sumaba al que le propinaba la AFA desde su falta de seguimiento y abandono financiero. ¿cómo solucionarían los problemas económicos? ¿cómo pagarían cada día de hotel, de comida, de viajes? Con una mezcla de empresarios y mochileros.

“Nos caemossss, choferrrr…” El tridente Cuzco – Arequipa - Puno

Cuzco, en Perú, era el otro destino planificado por el nuevo DT. Esta ciudad, también a 3.400 metros, era otro sitio ideal para jugar un amistoso. En esta ocasión sería ante Cienciano, equipo que luego sería el primero en ganar un trofeo internacional para Perú.

Sería triunfo para la selección, pero los bolsillos decían basta. Fue entonces cuando el equipo decidió organizar amistosos, cobrar por ellos y aliviar sus propios ahorros. Para eso, había que moverse: Arequipa y Puno, a cientos de kilómetros en distintas direcciones, fueron escenario de varios partidos, todos ganados por el seleccionado nacional. Incluso, el equipo visitó el Machu Picchu.

Sin embargo, el team la pasaba sumamente mal. El utilero cocinaba; la única muda de ropa para jugar, se la lavaban ellos mismos; y los precarios medios de transporte que contrataban para viajar, eran sumamente riesgosos, o al menos para la novedosa experiencia de estos jugadores. Hacer un camino con cientos de metros de precipicio era pánico para muchos, y gracia para otros. Estos, por lo general más experimentados, como lo era Glaría, trataba de calmar los nervios con gritos irónicos como “nos caemos, chofer”.

Argentina triunfó en Cuzco, en uno de los pocos amistosos pactados por AFA, sobre Cienciano.

La ruta Oruro – Potosí – La Paz: jugar con la de básquet y un nuevo medio de transporte: el “autito”

Mientras la Argentina “A” apenas obtenía un empate de su visita al Paraguay, lo que le dejaba una situación incómoda al plantel “fantasma”, con una clara obligación de ganar, la mente de estos muchachos y del cuerpo técnico estaba en otra cosa: básicamente, en sobrevivir y poder viajar para seguir recaudando.

Ya era la recta final de la previa al partido, y las altas ciudades bolivianas de Oruro (3.700 m) y Potosí (4.000 m) eran el próximo destino…para juntar dinero. El conjunto logra un triunfo ante Independiente Unificada en Potosí. Pero al llegar a Oruro, el DT, persuadido por la idea del entrenador local, acepta jugar con una pelota de básquet para ganar en adaptación.

Muy recientemente, el plantel “fantasma” había conseguido un gran logro…y no venía de la mano del fútbol. Lo que hicieron fue, inteligentemente, firmar un convenio con una empresa automotriz para recibir 5 unidades y así trasladarse, a cambio de publicidad.

Estos autos los trasladaron a Oruro, pero no se fueron como llegaron: el equipo estaba por ganar 2 a 1 el respectivo amistoso, cuando sufre un penal en contra. Glaría no tiene mejor idea que llevarse la pelota y destruirla, por lo que el estadio entero los abucheó, y el plantel escapó de la cancha. ¿los autos? abollados por los piedrazos.

Las disputas entre Ignomirielo y Sívori y EL partido

Finalmente, llegó el momento esperado. El premio a estos nuevos jugadores de poder mostrarse, jugar este partido decisivo. Y ganarlo. Y quedar en la historia.

Sin embargo, lo primero que hubo fueron fricciones. Al plantel se sumaron, junto al entrenador Sívori, algunos futbolistas del combinado “A”, que hicieron una prueba de oxígeno en La Paz y que, quienes pudieran superarlo, jugarían automáticamente el partido. Una decepción para algunos chicos, quienes estuvieron por semanas haciendo el sacrificio.

Pero lo que ocasionó el mayor momento de tensión fue la elección por Sívori del recién llegado Carnevali, en lugar de Fillol. Tanto el jugador como el DT “B” explotaron, y éste último discutió durante largas horas de la madrugada con el entrenador principal. Sin embargo, no dio el brazo a torcer y se inclinó por el portero de Las Palmas de España.

Ese día 23 de septiembre, mientras algún matutino nacional titulaba “El país elige nuevo presidente”, señalaba al mismo tiempo y de forma marginal que “El seleccionado nacional juega su chance en Bolivia”. El mix entre “fantasmas” y “llanos” resultó victorioso: ganó por 1 a 0 con gol de Fornari, de cabeza y se alineó de la siguiente manera:

Carnevali; Glaría, Vargas, Tagliani, Cortés; Galván, Telch (Trobbiani), Poy; Fornari, Kempes (Bochini), Ayala.

El local paró a Giménez; Angulo, Antelo, Perez e Iriondo; Costa (Olivera), Vargas, Mezza; Morales (Jado), Lineras y Fernandez. DT: Trigo.

Foto: Los “fantasmas”, a cara descubierta. Foto sacada en la ciudad de La Paz.

Los fantasmas que sacaron una sonrisa

La selección finalmente logra acceder al Mundial, aunque las buenas durarían poco tiempo. El DT se iría rápidamente y el seleccionado sería eliminado de la competición. En lo político, las cosas no estaban mejores. La sociedad era protagonista de un clima cada vez más agitado y oscuro.

Pero al menos provisoriamente, esta selección “Fantasma” otorgaría un pequeño alivio que necesitaba el fútbol argentino. Y un fuerte motivo de orgullo: Había logrado ganar en La Paz.