La Izquierda Diario comparte con sus lectores el testimonio de un trabajador metalúrgico de La Matanza.
Miércoles 10 de agosto de 2016
Pasan los años, los gobiernos, y el tiempo nos sigue quedando corto, mis años también van pasando. Solo quiero contarles lo que afectan las medidas de los empresarios y sus gobiernos en un aspecto de mi vida.
Hace 12 años trabajo en una fábrica metalúrgica de La Matanza y me puse a pensar que, además de las horas que dejo en el trabajo, hay un problema que me afecta y nos afecta a todos los trabajadores: el tiempo fuera de casa, o que podríamos destinar a otras cosas, por ejemplo la música, el arte o simplemente para descansar.
Haciendo una pequeña cuenta pensaba: trabajo diez horas de lunes a viernes y cinco los sábados (por lo general) a lo que le tengo que sumar 3 horas diarias de mi vida que se lleva el viaje en colectivo. Por semana estoy fuera de casa o haciendo algo que no me gusta para nada ( sin contar las horas de trabajo) 18 horas entre mi casa y el trabajo. Al mes son 72 horas s y al año alrededor de 900, es decir 37 días (ni quiero multiplicarlo por mis años de trabajo y los que me faltan). Creo que en 900 horas podría ser un experto en cualquier cosa si en vez de estar arriba de un colectivo dedicara mi tiempo en otra cosa, y de no ser así por lo menos de estar con mi familia, si pudiera decidir qué hacer con mi tiempo haría lo que se me canta.
Me imagino un aeropuerto, que todos los aviones salgan al mismo horario y lleguen al mismo tiempo a sus diversos destinos. Y que vuelvan 10 horas después todos al mismo tiempo.
Bueno, no imagino más el aeropuerto, es la parada, el avión es el bondi y el destino, nuestro lugar de trabajo. Y no funciona así porque a las empresas no les importa si llegas o no a horario. Vale aclarar que pocos de nosotros en nuestras vidas vamos a tomar un vuelo. Pero si aportamos para que otros tengan el suyo.
Es “normal”, pero no solo es el trabajo, sino la rutina del trabajo que incluye el viaje, infartos, accidentes cerebro basculares, accidentes laborales, de tránsito, problemas con la familia, ’’económicos’’, lo que se resume en “estrés” dicen.
O sea que además de tener que trabajar sí o sí 10 horas diarias, de estresarnos, y que no venga ninguna medida a favor de los trabajadores (todo lo contrario la luz y de hecho el colectivo aumentó de una manera terrible), y de ver como los tipos del sindicato que no pisan una fábrica hace años andan en autos último modelo, se me van cientos de días que podría dedicarlo a algo que me gusta. Ese tiempo perdido lo quiero para hacer lo que si quisiera hacer.