En la tarde del miércoles un joven de 21 años falleció tras ser baleado en Casilda y Teniente Agneta, barrio Ludueña. Pasadas las 14, Damián Gomez recibió tres tiros por parte de otro hombre a quien los vecinos identifican como narcotraficante, a pesar de ser trasladado al Hospital Provincial del Centenario, llegó muerto.
Jueves 8 de enero de 2015
Damián Gomez fue asesinado por un narcotraficante en la zona noroeste de la ciudad. El joven de 21 años vivía cerca del lugar donde ocurrió el hecho. Al muchacho se lo vio discutiendo con su asesino, quien los vecinos señalaron como vendedor de drogas, le disparó tres veces en el pecho y a pesar de ser trasladado de emergencia murió camino al hospital.
Ante la muerte del joven, los vecinos comenzaron a tirar piedras contra el bunker cuando apareció una lluvia de balas que venían de dos motos que pasaron por allí, los periodistas se refugiaron en una vivienda cuerpo a tierra, algunos presentes corrían esquivando los tiros, ante la mirada del fiscal Adrián Spelta y el Comando Radioeléctrico que se encontraban en el sitio.
Otra vez el escenario es un barrio, otra vez murió un joven pero ahora en manos de narcotraficantes, lograron identificar al asesino pero se encuentra prófugo. Los vecinos de barrio Ludueña indignados ante la situación derrumbaron a mazazos el bunker y uno de los chicos presentes declaró a medios locales: “Mataron a mi amigo, por eso le destruimos el bunker”.
La consecuencia siempre la misma, jóvenes rosarinos que mueren tras balazos de narcos o de policías, niños y familias que se refugian temerosamente para tratar de no ser víctimas de un tiro, las autoridades gubernamentales siguen sin dar respuesta a la situación con la que sobreviven quienes tienen sus hogares en barrios de la ciudad. Ludueña lamenta una pérdida más, como la de Gaby Aguirrez, la de Mecha Delgado y la de tantos chicos que son asesinados cotidianamente.
Como señalaba La Izquierda Diario antes de terminar el 2014, los barrios de Rosario surfean sobre el crecimiento del narcotráfico (y de sus crímenes) se monta una operación ideológica reaccionaria y distractiva: se busca culpabilizar sistemáticamente a los pobres, y particularmente a los más jóvenes, militarizando los barrios obreros y populares. Tal es el nivel de esta campaña hipócrita y derechista, que el propio exgobernador Hermes Binner ligó villas a los “disvalores” que “provocan” la trata y el negocio de las drogas.
