La Comisión Especial de la Legislatura que preside Myriam Bregman abre a quienes trabajan con la población que más sufre la violencia del Estado la oportunidad de denunciar y enfrentar tanta crueldad.
Lunes 30 de abril de 2018
Foto Enfoque Rojo
Quienes trabajamos en el Consejo de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, junto a otros espacios que trabajan con la niñez en la Ciudad de Buenos Aires como Promoción Social, convivimos en nuestro trabajo con quienes sufren la violencia institucional y son víctimas de un sistema que los considera como lo más descartable.
Pero son niños, niñas y adolescentes con historias donde el Estado nunca intervino realmente para lograr que salgan de situaciones de vulnerabilidad pero sí cae con todo su peso para estigmatizarlos, perseguirlos, condenarlos e incluso matarlos.
Reiteradas veces se utilizaron distintos espacios denunciando esta realidad. Así que cuando nos enteramos de que Myriam Bregman va a presidir la Comisión Especial contra la Violencia Institucional de la Legislatura de la Ciudad lo consideramos una buena y auspiciosa noticia.
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Es una buena noticia, no porque creamos ingenuamente que basta con denunciar la violencia institucional para que esta práctica del Estado cese de inmediato, sino porque este espacio ha sido ganado por una fuerza política como el Frente de Izquierda que hace años batalla contra las múltiples formas de esa violencia.
Porque consideramos que nos abre una oportunidad para potenciar las iniciativas de las trabajadoras y los trabajadores de la Ciudad donde damos las batallas cada día desde políticas sociales insuficientes para paliar las situaciones que crea el propio Estado.
Pero también para contribuir a generar una conciencia social que permita pensar en la necesidad de un cambio mucho más profundo que solo políticas que sean parches.
Por otra parte, que sea la Legislatura una caja de resonancia política nos permitirá también sustraer de la invisibilidad pública todas aquellas violencias que sufren nuestros pibes y nuestras pibas, hijos e hijas de la clase trabajadora y el pueblo pobre, todos los días.
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En la primera convocatoria realizada por la Comisión Especial se expresó un amplio abanico de organizaciones de derechos humanos que, desde distintas perspectivas, vienen trabajando sobre las diferentes expresiones y formas que adquiere la violencia institucional.
Pero también nos acercamos desde el Consejo de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, de Promoción Social, de la Dirección de Música del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, y también de juntas internas de los Ministerios de Hacienda o de Trabajo, del Hospital Garrahan, etc. Porque entendemos a este espacio como una conquista para las trabajadoras y los trabajadores.
Represión y violencia para garantizar la desigualdad
La represión a la protesta social es una de las formas de la violencia estatal. La más brutalmente política y también la más visible, al menos desde el accionar a cielo abierto de las fuerzas represivas. Pero claramente no es la única.
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Desde el Consejo vemos cada día cómo se vulneran los derechos de los más desposeídos, desde la falta de vacantes en las escuelas, la desocupación y la expulsión de cientos de miles hacia los márgenes, hasta la misma prepotencia policial que se ensaña con los más jóvenes.
La violencia gris y cotidiana que implica la negación permanente de derechos elementales, ante la impotencia de los trabajadores y trabajadoras que se desgastan en el vano intento de cambiar una realidad que los excede, un orden social injusto que produce y reproduce la desigualdad.
Una desigualdad que el Estado garantiza con su falta de políticas y mucho más con sus políticas.
La lucha contra el gatillo fácil será también uno de los ejes de la Comisión
El mismo miércoles 25 de abril, cuando en la Legislatura de la Ciudad se realizaba el primer encuentro de la Comisión Especial, un policía terminaba con la vida de Matías Rodríguez, de tan solo 16 años, con cuatro balazos por la espalda en el barrio de Flores.
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El gatillo fácil, una práctica sistemática histórica de las fuerzas represivas y de seguridad, ya se cobra una vida cada 23 horas.
Pero asimismo sabemos que son los jóvenes pobres el objetivo preferido por estas fuerzas. Muchos son con los que trabajamos durante años, y conocemos sus historias, pero que desde los discursos represivos se los cataloga como el “peligro” de la sociedad.
Hoy el asesinato por la espalda como aplicación de la pena de muerte sin juicio previo, cuenta con el respaldo político explícito de las máximas autoridades del Estado.
Levantar la voz de las y los trabajadores, seguir luchando por nuestros pibes y pibas
El propio Consejo está imposibilitado de realizar la tarea que la misma Ley 114 le ha encomendado, no solo por las limitaciones de origen respecto a quiénes y cómo se toman las decisiones, sino que desde los mismos dispositivos penales que hoy “gestiona” el Consejo se generan distintas formas de violencia hacia los pibes y pibas judicializados.
Mucho tenemos también para decir sobre el sistema judicial, una tela de araña que atrapa a cientos de jóvenes y los introduce, la mayoría de las veces, en un laberinto circular que no solo no logra resolver, ni podría, las causas profundas de la desigualdad, sino que agrava las condiciones de estigmatización, aislamiento social y resentimiento de aquellos a los que pretende disciplinar.
La Agrupación Marrón Clasista en el Consejo, en Promoción Social y en varios espacios del Gobierno de la Ciudad, trabajará duramente para que la Comisión Especial sea un espacio con la mirada sobre la violencia institucional que padecen los pibes y pibas de la Ciudad.
Y extiende la convocatoria a todas y todos quienes trabajan en el Estado porteño para tomar este espacio como nuestro; ser sujetos en esta lucha, para denunciar lo que nos indigna, para proponer y para aportar en construir un tipo de sociedad donde los pibes y pibas no vivan en un mundo de carencias y violencia.
Que sea esta Comisión Especial un paso más para este camino.