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Red Internacional
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Panorama político. Un operativo clamor llamado “mal menor”

La sintonía fina entre Cristina y Massa para un nuevo "operativo clamor". Detrás de la renegociación y las eternas revisiones, la posible coincidencia entre la vicepresidenta y el FMI. La izquierda en la Plaza de Mayo desafió al "mal menor" y a la derecha.

Jesica Calcagno

Jesica Calcagno @Jesi_mc

Martes 2 de mayo de 2023 03:31

Cristina Fernández hizo su propio "operativo clamor" en La Plata l Foto: Telam

Cristina Fernández hizo su propio "operativo clamor" en La Plata l Foto: Telam

El eterno retorno de renegociar

El ministro de economía está a contrarreloj renegociando el acuerdo con el FMI. Fue uno de los pedidos que hizo Cristina Fernández el pasado jueves en La Plata: “revisar las cláusulas”. “Nadie dice que no haya que pagarle” aclaró para llevar tranquilidad al organismo internacional y al establishment. Fue otra de las señales que mostró la sintonía fina entre Cristina y Massa. Ya no solo en el ajuste recargado que está haciendo “Sergio”, sostenido por la alianza con el espacio de la vicepresidenta. El acto en La Plata puede leerse también como un “preparar el terreno” para apoyar la candidatura de Massa, si logra alguna revisión del acuerdo con el Fondo.

La apuesta del gobierno está hoy concentrada en lograr que le adelanten los desembolsos de lo que queda del año: 10.000 millones de dólares todos juntos en junio. Contar con “fondos frescos” para los meses de campaña electoral, en una precaria situación con inflación en ascenso y presiones devaluatorias. El recetario que puede pedir el organismo a cambio no va a salirse de su clásico libreto: achicar más el gasto público, aumentar más las tarifas de servicios, acelerar el ritmo de la devaluación. Parafraseando a Cristina Fernández, es la Argentina circular de las revisiones y renegociaciones. Extender los plazos (y aumentar la deuda) que profundizan la dependencia con el imperio del norte. Ese es el significado cuando nos dicen que no se puede poner en cuestión pagarle al Fondo. Aunque haya sido una estafa.

A eso está dedicado Massa. Mientras planifica un nuevo viaje a Washington en persona (posiblemente en una semana), prepara el terreno con otras dos negociaciones en paralelo para evitar el uso de dólares en el intercambio comercial. Con China, busca casi duplicar el swap de yuanes “convertibles” (de 5.000 a 9.000 millones dólares). Con Brasil, a donde el ministro viajará este martes con el presidente, intenta negociar una unidad de cuenta para expresar las transacciones bilaterales. El gobierno pretende usarlo como carta de presión hacia el FMI, y al mismo tiempo como desesperado plan B si no logra que le adelanten los desembolsos. Las reservas del Banco Central están al rojo vivo y agregan un mar de incertidumbres al ya descolocado escenario electoral.

Massa se juega la posibilidad de ser el “candidato único” del Frente de Todos. Es la opción que más quiere el cristinismo, y así evitar las PASO. Un poco por su propia debilidad de candidatos, un poco para revalidar su peso en la mesa de decisiones del peronismo. Un escenario acorde para repetir esa fórmula de no ponerse en el centro del gobierno y así intentar distanciarse de algunas medidas. Si finalmente logran el adelanto de los desembolsos, podría darse una coincidencia entre Cristina y el FMI: que ambos respalden a Massa como candidato. En cualquier caso, las chances del oficialismo están atadas a lo que se decida en Washington.

Esas ataduras también estuvieron en una de las medidas que tomó Massa la semana pasada. Intervenir en el mercado de cambios con reservas del Banco Central, algo que estaba prohibido por el FMI. Lo que se presentó como “un acto de rebeldía”, y hasta la propia Cristina lo reivindicó en su discurso del jueves, estuvo muy lejos de ser tal cosa. En verdad, esa cláusula no estaba en el acuerdo que firmó el ex ministro Martín Guzmán, sino que fue algo que concedió el propio Massa al Fondo en una de sus “renegociaciones” en abril pasado cuando pesificó los bonos de los jubilados del Fondo de Garantía de Sustentabilidad. Nada de esto alteró la alianza que sostiene con la vicepresidenta y su espacio. Para quitarle más épica todavía, el uso de las reservas se hizo realidad solamente cuando el gobierno recibió un aval implícito del organismo internacional.

Sin ir más lejos, el propio llamado de Cristina a “construir un programa de gobierno” estuvo en gran parte atravesado por el pedido de revisar el acuerdo con el FMI, y otras aristas relacionadas con recursos de gran interés para Estados Unidos (como el litio). Es como si estuviéramos en el día de la marmota. Primero, Macri prometió que el préstamo iba a ayudar al país a afrontar una situación internacional desfavorable. Después, el Frente de Todos prometió “renegociar con firmeza” porque “para pagar primero hay que crecer”. La renegociación fue tomar más deuda, y un acuerdo inflacionario y de ajuste. Todo lo que denunció el Frente de Izquierda en el Congreso y en las calles (y ahora la vicepresidenta adopta como discurso un año después). Las “curiosidades” de un país atado al FMI llegan al colmo de una coalición que, finalizando su mandato, tiene a su vicepresidenta pidiendo (¡ahora sí!) un “programa de gobierno”. ¿Qué fue sino un programa de gobierno lo que hicieron estos casi 4 años? Los hechos hablan más que mil programas. Especialmente, desde que cerraron filas para apoyar el ajuste recargado de Sergio Massa.

La otra ventanilla

El FMI no es el único que ha recibido buena parte de los dólares que ingresaron al país. Lucía Ortega hizo un detallado informe en La Izquierda Diario mostrando por dónde se fueron los 48.500 millones de dólares de superávit con el que contó el Frente de Todos desde que asumió. Ahí también aparecen las deudas de grandes empresas, a las que el gobierno les concedió el acceso a un dólar barato.

Alejandro Bercovich le puso caras a algunos de esos beneficiados en BaeNegocios: “El lunes, por ejemplo, mientras el ‘blue’ se empinaba arriba de los $460, la cordobesa Arcor informaba a la Bolsa que el próximo 25 de mayo pagará por adelantado una obligación negociable por U$S 128 millones que vence el 6 de julio. La desarrolladora IRSA hizo lo propio en febrero”. El economista agrega que fueron también “enviados de los mismísimos Massa y Cristina” quienes han recurrido al mismo mecanismo. Los ejemplos que incluye son: YPF que se llevó 500 millones de dólares, AySA otros 200 millones y Kicillof 200 millones para la provincia.

El “colador” de recursos que se van del país, se completa con otros rubros como la fuga y la evasión, otro tanto por el giro de ganancias de grandes empresas extranjeras. Toda una descripción que contrasta con el “capitalismo eficiente” que defendió Cristina Fernández en La Plata.

Lo mismo aplica si se piensa en los propios ejemplos que dio la vicepresidenta en cuanto a la gran concentración empresarial: 20 empresas (como Coca-Cola, Danone, Mastellone y Unilever) que facturan el 74% de lo que se compra en las góndolas. La inflación también encuentra sus razones en esa concentración. Que no es algo nuevo en la economía argentina, sino que viene de un largo proceso que se fue asentado y profundizando desde la llegada de políticas neoliberales. La "eficiencia" del capitalismo aplica para una sola ventanilla, la de una minoría que se apropia la riqueza social. El resultado no puede ser otro que el efectivamente ocurrió con el Frente de Todos: una nueva millonaria transferencia de ingresos que le sacó a las y los trabajadores para que se la lleven grandes empresarios.

La respuesta del gobierno a este problema estructural que pagamos con más inflación y pérdida de poder adquisitivo viene siendo… “acuerdo de precios”. El círculo de la “eficiencia” se cierra con empresas como Coca-Cola y Danone (las mismas de la lista que concentran el mercado) que han remarcado 32,5% sus precios en un mes, cuando el acuerdo de Precios Justos solo permite subas de hasta 3,2% mensuales.

El otro operativo clamor

A quienes tenían expectativas en que Cristina hiciera algún gesto de revisar su decisión de no ser candidata, les respondió con otro operativo clamor. El de evocar a esa vieja consigna del “mal menor”.

La vicepresidenta no solo eligió apuntar contra Javier Milei para personificar el “mal mayor”. Sino que lo dijo explícitamente: “no hay una solución perfecta, no es que se elige entre lo mejor y lo peor. Cuando se está en el gobierno, normalmente, por lo menos en la República Argentina, siempre hay que elegir entre lo menos malo”.

El primero que salió corriendo a hacerse eco de la nueva consigna fue Juan Grabois de Patria Grande. De gritarle “cagador y vendepatria”, pasó en tiempo récord a un “le podemos dar otra oportunidad a Massa”.

Por fuera del libreto de las y los candidatos que proponen variantes dentro del ajuste que impone el FMI, solo está el Frente de Izquierda. Este lunes, en una Plaza de Mayo repleta de trabajadoras y trabajadores ocupados y desocupados, estudiantes, Myriam Bregman fue una de las oradoras centrales. Después de recordar que nunca creció tanto la derecha el ultimo tiempo como bajo el gobierno del Frente de Todos, dijo “no vengan ahora con que hay que votar al mal menor para votar a Sergio Massa o algún otro derechista por el estilo”. Llamó a organizarse y salir a la calle “en cada escuela, en cada barrio, en cada lugar de trabajo para enfrentar el chantaje del ´mal menor´. Que sí, es un mal y lo vamos a enfrentar, como a esa derecha cavernícola de Milei”.

Con el Frente de Todos, la pérdida del poder adquisitivo ya sumó 4,8% más a los 20 puntos perdidos con el macrismo. Pero la CGT sigue borrada de todo lo que tenga que ver con defender a las y los trabajadores.

En momentos donde los grandes empresarios gritan sus programas de ajuste, devaluación, reforma laboral o jubilatoria, se vuelve más urgente para la clase trabajadora pelear su propia salida a la crisis.

El trabajador ferroviario francés que estuvo en el acto del Frente de Izquierda, mostró otra cara del “capitalismo eficiente” en el viejo continente. La reforma previsional que impulsa el presidente Macron busca que trabajen 2 años más y vivir peor, lo que desató un enorme movimiento de huelgas y protestas. Desde el escenario de la Plaza de Mayo, puso en palabras otro futuro por el que pelear, que traspasa las fronteras: “queremos trabajar menos y vivir mejor”.


Jesica Calcagno

Nació en Buenos Aires en 1984. Licenciada y profesora en Sociología (UBA). Acreditada en el Congreso.

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