Un cuadro fiel de las condiciones de vida, de las penas y oprobios a las que son sometidos día tras día las familias trabajadoras por parte de las instituciones, es sin duda el cúmulo de situaciones presentes en la guardia de un hospital público.
Miércoles 22 de octubre de 2014
Un cuadro fiel de las condiciones de vida, de las penas y oprobios a las que son sometidos día tras día las familias trabajadoras por parte de las instituciones, es sin duda el cúmulo de situaciones presentes en la guardia de un hospital público. Poder llegar. Llevar las marcas en el cuerpo de la jornada laboral, de cómo se vive, de un Estado que sólo otorga bienestar a quienes son dueños de todo.
A la prolongada espera mientras invaden los dolores, el malestar y la incertidumbre de ser atendido junto a la certeza de que no es este Estado ni sus políticas las que cuidan de nosotros (más bien todo lo contrario),debe sumarse que en la inmensa mayoría de los casos quienes llegan al Posadas han sido ya previamente “rebotados” en otros hospitales y/o centros de salud.
El Hospital Posadas es utilizado por el gobierno nacional como estandarte de su política de salud pero cuando desde Izquierda Diario acudimos al hospital ante las denuncias de los trabajadores pudimos observar las deficiencias tanto en infraestructura como en las condiciones de trabajo. Allí murió el relato kichnerista.
Como muestra el video el desprecio creciente a la salud de la población y a las condiciones de trabajo ha sido la consecuencia de la política brutalmente segmentada y por ende privatista de la atención médica. La población sabe hasta qué punto esta situación que se da en los hospitales públicos aumenta el daño a la salud y por ende a propia existencia como lo demuestran los testimonios en los videos y la información recogida en la infografía.
Una trabajadora de la salud hace una justa observación en la guardia de terapia donde hay 5 pacientes internados sin la distancia necesaria entre uno y otro, con una sola enfermera del sector y otra que vino de otra sección del hospital para ayudarla.“En la guardia no debería haber internaciones, la guardia debería ser para estabilizar al paciente para luego derivarlo o mandarlo a la casa”.
La agonía de un paciente interrumpe la entrevista. Un monitor para todos los “internados” debe ser compartido según la más urgente necesidad entre quienes allí se encuentran y dos enfermeras corriendo tras estas situaciones durante 16 horas de jornada laboral.
Esas condiciones estructurales que padecen los trabajadores de la salud y los pacientes, hacen a la forma de enfermar, de recibir atención médica y de morir de la población trabajadora.
Todo esto demuestra que el problema de la salud, al igual que en todos los otros terrenos, no se debe a un Estado ausente. Sino todo lo contrario, el Estado se hace presente con un gobierno continuador de las mismas deficiencias estructurales que cobraron su máxima expresión en los 90 bajo el neoliberalismo.