Innovación, sustentabilidad y honestidad de la mano de los empresarios, el proyecto de Claudia Sheinbaum para la Ciudad de México.
Miércoles 30 de agosto de 2017
Sheinbaum, doctora en ingeniería energética por la UNAM, ex secretaria de medio ambiente bajo el gobierno de López Obrador y actual jefa delegación de Tlalpan, es la virtual candidata del Morena para jefa de gobierno de la capital del país.
En sus 5 principios para gobernar se puede rastrear la ambición de una nueva Ciudad, supuestamente menos caótica como metrópoli pero igualmente subordinada a las necesidades del capital. De esta forma la innovación, sustentabilidad, equidad, honestidad y un gobierno abierto son, según Sheinbaum, las reglas de oro para la Innovación y Esperanza en la Ciudad de México.
¿Igualdad sin cuestionar la desigualdad?
Como bien planteó Sheinbaum, la Ciudad de México es un escenario de desigualdad contrastante. Por un lado, concentra un importante porcentaje de la clase media y alta del país. Por otro, los más de 20 millones de habitantes de las clases populares, que vivimos y/o trabajamos en la Ciudad, en muchos casos volviendo a las “ciudades-dormitorio” periféricas del Estado de México.
Lo que no dicen los dirigentes del Morena es que la causa primaria de la gran desigualdad radica en la propiedad que concentran algunos pocos (como los Salinas Pliego, los Azcárraga y los Slim) y la total desposesión de la vasta mayoría. Y esto tiene consecuencias en la calidad de vida, ya que estos últimos sobreviven en condiciones muy precarias. Las cifras hablan claro: dos millones no tienen acceso al drenaje y un millón de habitantes no tiene acceso a la red de agua potable (y a otros cuantos millones les llega el agua solamente uno o dos días por semana).
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El proyecto que las administraciones de la centroizquierda desplegaron en la ciudad de México con AMLO, Ebrard o Mancera, y que ahora promete Morena, es administrar la pobreza con planes asistencialistas de la mano de los empresarios para seguir garantizando sus ganancias millonarias, como el caso de la construcción del segundo piso del periférico, que sufrió el desprendimiento de una viga de 10 metros hace unos días, demostrando que la prioridad son los negocios de los capitalistas.
OHL, empresa constructora que posee la concesión del segundo piso, no sólo ha incrementado su costo seis veces en el último lustro, sino que avanzó en obtener la concesión del Circuito Exterior Mexiquense, de la Supervía, del Viaducto Bicentenario y del proyecto del Nuevo Aeropuerto. Este fue un gran escándalo de corrupción capitalista que tocó al presidente Peña Nieto así como funcionarios e integrantes del PRI, PAN y PRD, y que demostró el servilismo del Gobierno Federal y de la Ciudad para con los empresarios.
Es a los dueños de estas empresas, que generan millonarias ganancias, a quienes deberíamos imponer impuestos progresivos, en la perspectiva de avanzar en la expropiación sin indemnización de sus bienes y fortunas. Un verdadero plan de obras públicas debería estar bajo el control de las organizaciones de trabajadores y comités de la población de la zona, que discutan su viabilidad y su implementación, el cual debería abordar desde el desarrollo de la red de transporte público hasta el acceso al agua potable y el drenaje.
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“Innovación y esperanza” el nuevo “orden y progreso”
Sheinbaum, al igual que otros intelectuales y referentes del Morena, sostiene el discurso de la reforma de las instituciones, luchando “sin romper un vidrio” para transformar México en un país donde quepan los empresarios y sus políticas contra el pueblo trabajador, como indican las declaraciones de no querer echar atrás las reformas estructurales.
Como si transformar el carácter antidemocrático del gobierno y las instituciones responsables de la desaparición de los 43 pasara solamente por una limpieza general de la burocracia gubernamental. Y como si un “gobierno más austero” no pudiera también responder a los intereses de los grandes empresarios. Este chiste ya lo contaron en el 2000 con un “transición democrática”, que mantuvo los planes del imperialismo y garantizó la militarización del país.
No es casual que varios de los académicos e intelectuales que dijeron #YoConLaSheinbaum hayan demostrado su disposición a la gobernabilidad y la aplicación de políticas de privatización como el ex rector de la UNAM Juan Ramón de la Fuente -responsable del ingreso de la Policía Federal Preventiva a Ciudad Universitaria para acabar con la Huelga del 99-2000-. O como Hugo Casanova Montiel, director del Colegio de Estudios Latinoamericanos de la Facultad de Filosofía y Letras, y Rosaura Ruiz, directora de la Facultad de Ciencias, que no han dicho una palabra contra las medidas represivas implementadas al interior de la universidad desde el feminicidio de Lesvy Osorio.
Luchar por una ciudad al servicio de los trabajadores y los sectores populares implica atacar los intereses de los grandes empresarios que se beneficiaron en los últimos sexenios.
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