El cardenal Mario Poli dio una misa homenaje a la fuerza represiva en la catedral metropolitana. Lógicamente no hizo ninguna referencia a la larga historia criminal, golpista y desaparecedora de la Federal. “En esta familia se vive el amor, la paz, la solidaridad; se aprende a ser pacíficos y a pacificar”, dijo sin ruborizarse ante decenas de comisarios.
Daniel Satur @saturnetroc
Martes 26 de octubre de 2021 16:17
Foto Agencia AICA (calidad de origen)
El arzobispo de Buenos Aires y cardenal primado de la Argentina Mario Poli, dio este martes una misa en la catedral de la Ciudad de Buenos Aires para homenajear a la Policía Federal Argentina en el 200° aniversario de su creación. Según la versión oficial, también se cumplen 75 años desde que esa fuerza represiva del Estado “fue puesta bajo la protección de la Virgen de Luján”.
En la ceremonia Poli estuvo acompañado por Diego de Campos, capellán general de la Federal, el capellán principal Carlos Bouzón y los capellanes que actúan en la institución Antonio Aloisio, José Sardella, Ricardo Canevari, Diego Ibarvia, Juan Garheis, Marcelo Herdegen, Carlos Fernández Fandiño, Adrián Leonelli y Hernán Díaz.
Obviamente a la misa asistió la plana mayor de la fuerza, encabezada por el jefe Juan Carlos Hernández y el subjefe Osvaldo Mato. Quien faltó fue el jefe político de la Federal, el ministro de Seguridad Aníbal Fernández, hace años enemistado con la jerarquía eclesiástica que lo ha ligado a negocios turbios, incluyendo el narcotráfico.
Poli arrancó a misa diciéndoles a los comisarios y oficiales presentes que ellos son quienes “cuidan de los semejantes, muchas veces con el costo de la propia vida” y que para ellos “Jesús tiene una palabra de aliento y alivio”.
Luego usó la metáfora de “la familia” para caracterizar a la Federal, haciendo hincapié en esa figura (en clave patriarcal y heteronormativa) sobre la que la Iglesia católica funda todo tipo de valores y preceptos, según su relato instituidos por Dios y, por lo tanto, inamovibles e incuestionables.
Tras señalar que el papa Francisco, en su documento Amoris laetitia, llama a apostar por la familia, Poli dijo que la Federal es precisamente una “familia” en la que “se vive el amor, la paz, la solidaridad; se aprende a ser pacíficos y a pacificar, los hábitos y virtudes que ennoblecen a las personas”. Para él la Policía, “nuestra familia, es la primera escuela de los valores humanos, espirituales y éticos, y donde se aprende el verdadero sentido de la libertad”.
“Cuando una institución dura tanto tiempo, hay que preguntarse quién sembró esto”, agregó en referencia a los 200 años de la Federal e hizo hincapié en las “personas anónimas” que crearon la institución “para que dure, para que sirva”.
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En ningún momento Poli ni ninguno de sus colegas de sotana mencionaron siquiera al pasar a las miles y miles de víctimas que cayeron a manos de la Policía Federal, tanto en dictaduras como en infinidad de casos de gatillo fácil, torturas en comisarías y hasta desapariciones forzadas de personas cometidas por sus miembros. Como si nada de eso fuera parte de los dos siglos de historia de la institución.
Es lógico que así sea, toda vez que la conducción de la Iglesia católica, a lo largo de esos mismos dos siglos, fue cómplice directa de los crímenes de la Federal y el resto de las fuerzas armadas y mal llamada de “seguridad”. Fueron los cardenales y obispos los que bendijeron las armas con las que el Estado aniquiló a obreras y obreros en lucha, a pueblos originarios saqueados en beneficio de los terratenientes, a estudiantes e intelectuales comprometidos con las luchas por la construcción de un sistema sin explotación ni opresión.
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En el extremo de complicidades de esa “familia” integrada por milicos, curas y empresarios, encumbrados jerarcas de la Iglesia católica llegaron a entregar a sus propios fieles a la Policía, al Ejército y demás fuerzas cuando de reprimir a la vanguardia obrera y popular se trataba, especialmente en la última dictadura cívico-militar-eclesiástica.
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Ejemplos de ello abundan en las investigaciones de las organizaciones de derechos humanos, desde el secuestro de madres y familiares de desaparecidos en la iglesia de la Santa Cruz de Buenos Aires hasta el abandono de Jorge Bergoglio (entonces jefe de los jesuitas de Argentina) a los curas Orlando Yorio y Francisco Jalics, posteriormente detenidos desaparecidos. El actual papa Francisco también fue denunciado por su complicidad en apropiaciones de menores por parte de los genocidas.
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Crímenes sobre los que, como es costumbre milenaria en la institución romana, nunca hubo pedido de perdón alguno y mucho menos colaboración con los sobrevivientes y las familias de las víctimas para obtener verdad y justicia.
Otra cita obligada a la hora de pensar en el binomio crimen-Policía Federal es José López Rega, secretario privado de Juan Perón y organizador de la Triple A junto a sus “camaradas” Juan Ramón Morales, Alberto Villar y Jorge Osinde, todos surgidos en la Federal durante las décadas de 1940 y 1950. Para no hablar de Ramón Falcón, el jefe de la Policía de principios del Siglo XX que convirtió a la fuerza en un ejército de ocupación cuyo objetivo central fue reprimir al “populacho” con su Escuadrón de Seguridad abocado a perseguir obreros en huelga y reprimir manifestaciones.
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Más acá en el tiempo, la Policía Federal a la que homenajea su familiar Mario Poli es la misma que en todo el país participa de los más variados “delitos complejos”, desde las redes de trata hasta el narcotráfico, pasando por todo tipo de contrabando y negocios turbios con empresarios de la ilegalidad. Es lógico que ninguna rama del crimen organizado (en el que siempre mueren sus eslabones más débiles y pobres) podría funcionar sin la colaboración y hasta el control directo de policías, gendarmes, prefectos y penitenciarios.
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A esa institución, con las manos y las gorras manchadas de la sangre del pueblo trabajador, la Iglesia católica le festejó el cumpleaños este martes en la catedral porteña. Ocultando deliberadamente su historia criminal. Es que, como decía un viejo latiguillo de un programa televisivo dominical de los años 90, al final lo primero es la “familia”.
Daniel Satur
Nació en La Plata en 1975. Trabajó en diferentes oficios (tornero, librero, técnico de TV por cable, tapicero y vendedor de varias cosas, desde planes de salud a pastelitos calientes). Estudió periodismo en la UNLP. Ejerce el violento oficio como editor y cronista de La Izquierda Diario. Milita hace más de dos décadas en el Partido de Trabajadores Socialistas (PTS).