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Tierra del Fuego. Una industria contaminante que continúa amenazante: la salmonicultura en el Canal Beagle

El proyecto de instalar las salmoneras en la Isla Grande de Tierra del Fuego sigue vigente. Ante la profundización de la crisis ambiental y climática que estamos viviendo, junto con la pandemia, la necesidad de enfrentar y derrotar este proyecto extractivista es parte de pelear por enfrentar a las grandes empresas y los gobiernos provincial y nacional que destruyen la naturaleza. Tras el día mundial del medio ambiente la industria salmonera sigue siendo una amenaza para el ecosistema de Tierra del Fuego.

Lunes 7 de junio de 2021 11:36

Foto: Ushuaia Noticias

Ante la crisis climática y ambiental que estamos viviendo, que es el resultado de la barbarie capitalista, su búsqueda desenfrenada de ganancias y su modo de producción ecodestructiva, está llevando al planeta tierra al límite.

En Tierra del Fuego, una “selva virgen” para la explotación de los recursos naturales, desde 2018, en los gobiernos de Macri y Bertone, está planteada la instalación de salmoneras. El gobierno de Gustavo Melella, que se pronuncia en contra de esta actividad, hasta el día de hoy no aprueba el proyecto de Ley presentado por la ONG ambientalista Manekenk de Ushuaia que prohíbe la instalación y producción de la salmonicultura en el canal de Beagle.

El proyecto que llega desde Noruega (agencia “Innovation Norway”), en el que en 2018 el gobierno de Mauricio Macri y el gobierno de Rosana Bertone firmaron un convenio de cooperación y colaboración técnica con la intención de llevar a cabo un estudio de factibilidad, informe que aún no se socializa, para impulsar el desarrollo de la salmonicultura en el Canal Beagle.

Las advertencias de los científicos sobre el impacto ambiental que produce esta actividad no es de prioridad para los gobiernos, en tanto y en cuanto, sea un negocio para los capitalistas que aumentan sus ganancias basadas en la explotación humana y ambiental y para los propios gobiernos que buscan divisas, dólares, para pagar la fraudulenta e ilegítima deuda externa.

La salmonicultura es la cría intensiva de salmones en jaulas flotantes que se instalan en el mar, una actividad perturbadora para los ecosistemas marinos. El fin de la implementación de las mismas es comercial y el potencial comprador sería China. Un comprador poco exigente que se enfoca en la cantidad y no en la calidad, lo que conlleva a altos costos ambientales.

Los principales problemas ambientales documentados y asociados a esta industria son: el escape de salmónidos, lo que implica la introducción de especies exóticas, desde las jaulas de cultivo al ambiente natural; el abuso de antibióticos, antiparasitarios y otras sustancias químicas; la introducción y propagación de enfermedades y de sus agentes causales, o la acumulación de residuos sólidos y líquidos en el fondo marino, derivados de los alimentos no consumidos, fecas y mortalidad de los salmónidos que contribuyen a la eutrofización (o pérdida de oxígeno) del medio acuático, volviendo más turbia el agua.

Pero también los desechos industriales que las empresas dejan en los fiordos, como jaulas abandonadas, plásticos, boyas, cabos, etc.; la presión pesquera sobre especies silvestres usadas para harina y aceite de pescado que acaban como alimento de salmónidos, y las interacciones negativas directas e indirectas con mamíferos marinos y aves.

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Los lugares que potencialmente podrían ser ocupados por estas explotaciones en la costa del Canal Beagle son compartidos por pequeñas explotaciones de pesca artesanal y acuicultura, cuya producción se orienta fuertemente al consumo local, enriqueciendo la oferta gastronómica orientada al turismo. Este tipo de producciones que comprende a: moluscos, mejillones y centollas, depende fuertemente de la calidad del agua.

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Teniendo en cuenta que Tierra del Fuego es considerada territorio prístino y en las lejanías del “fin del mundo”, que ofrece una experiencia única asociada a su paisaje natural, la instalación de jaulas del tamaño de una cancha de fútbol para el criadero de salmones atentaría contra la calidad del recurso paisajístico, con un impacto directo sobre las navegaciones en el Canal.

Foto: Versión Rosario

La provincia de Tierra del Fuego ha basado su estrategia de desarrollo en el turismo atraído por sus maravillas naturales, y el potencial de crecimiento en el sector es significativo, por lo que la instalación de jaulas de cultivo en las costas del Canal, representaría una pérdida del valor escénico y patrimonial, además de cientos de puestos de trabajo, ya que se estima que la industria salmonera solo generaría alrededor de 200 puestos de trabajos, mientras que los costos ambientales son irreversibles.

Los gobiernos Nacional y Provincial deberían dar cumplimiento a los Objetivos de Desarrollo Sustentable (ODS) a los que la provincia de Tierra del Fuego adhirió en 2016 sin embargo, a tres años de que la asociación Manekenk impulsara el movimiento ambientalista #NoALaSalmonicultura, y a dos años de la presentación del proyecto de ley sobre la prohibición en toda la jurisdicción provincial de la explotación en criaderos de la especie de salmónidos, el gobierno de Gustavo Melella sigue sin tomar cartas sobre el asunto.

Las mismas empresas que pretenden instalarse en Argentina llevan 30 años operando en Chile, donde han causado un daño de enorme magnitud en un ecosistema que no solo es único, sino que tiene un potencial extraordinario para el turismo de naturaleza. Al igual que el Canal Beagle, que es una región sobresaliente, que reúne características de alto valor ecológico, económico, cultural y estético. Por su relevancia, en 2013 el Foro para la Conservación del Mar Patagónico lo identificó como uno de los “Faros del Mar Patagónico”, una selección de áreas costero-marinas que deben ser prioritariamente conservadas para sostener la funcionalidad y extraordinaria biodiversidad del “Mar del Fin del Mundo”.

En otra época del capitalismo, pero del capitalismo al fin, Marx y Engels plantearon que la posibilidad de acabar con la contradicción dialéctica entre el hombre y la naturaleza, y lograr cierto nivel de armonía y equilibrio ecológico, sólo sería posible con la abolición del modo de producción capitalista. En su momento histórico de declinación esto guarda una enorme vigencia. Y como dijo Engels en Dialéctica de la naturaleza: “Sin embargo, hace falta algo más para lograr esta regulación que el mero conocimiento. Se requiere de una revolución completa de nuestro modo de producción dominante hasta hoy y, con ello, de todo nuestro orden social actual”.

Engels y la dialéctica de la naturaleza en el Antropoceno

En medio de una pandemia producto de un sistema que solo devasta el medio ambiente a costa de sus ganancias es hora de frenar la destrucción desenfrenada provocada por el capitalismo en los entornos locales, regionales y de forma cada vez más intensa a nivel global.

Para este tipo de políticas no hay grietas. Oficialistas y opositores avalan e impulsan el saqueo y la destrucción del medio ambiente en el país. Pero también hay luchas socio-ambientales que las enfrentan. Sucedió en Mendoza en 2019 y actualmente en la lucha en curso en la provincia de Chubut contra la megaminería.
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