El sábado 10 de septiembre los ex Redonditos de Ricota hicieron vibrar a más de 4000 personas que colmaron el playón de la fábrica recuperada y gestionada por sus trabajadores
Sábado 17 de septiembre de 2022 12:15
Fotografía: Enfoque Rojo
Llegamos a Garín en un atardecer de postal. Los tonos pastel difuminados sobre las fábricas del parque industrial poco a poco abren paso a una noche que promete ser inolvidable. Las trabajadoras y trabajadores de Madygraf tienen todo preparado desde muy temprano para recibir en su fábrica a miles de jóvenes, y no tan jóvenes, que se acercarán para apoyar su lucha y escuchar a los músicos de aquella banda emblemática que marcó a fuego a varias generaciones. Aún no saben que sus expectativas más optimistas serán ampliamente superadas. Apenas son las seis de la tarde y las parrillas ya están encendidas. El humo del carbón y el olor de los primeros chorizos invaden el aire, pero el verdadero perfume del lugar lo describe Sergio Dawi: “aquí se respira solidaridad”, nos dice con profunda e inocultable emoción el saxofonista y actual referente de Los Decoradores. Lo acompañan sus viejos compañeros de ruta en el viaje ricotero: Semilla Bucciarelli en el bajo, Hernán Aramberri en batería y Tito Fargo en guitarra, quienes, junto a Jorge Cabrera en voces, Oscar Kamienomosky en segunda guitarra y Federico García Vior en teclados, conforman la banda estable que mantiene vivo el espíritu de Patricio Rey.
La previa
Los músicos, al igual que cientos de jóvenes, recorren la fábrica desde temprano entre las máquinas que hoy guardan silencio para que lxs trabajadores cuenten su histórica lucha. Hace ocho años tomaron las riendas de su destino cuando la antigua patronal de la multinacional Donnelley decidió cerrar sus puertas, pretendiendo dejar a cientos de familias en la calle. Al igual que lxs ceramistas de Zanon en Neuquén, lxs trabajadores tomaron la fábrica y se hicieron cargo de este gigante de tinta y papel ya sin el parásito que se alimentaba de la sangre, los cuerpos y el tiempo de quienes lo hacen funcionar todos los días. Entre el público presente encuentro a Raúl Godoy, histórico dirigente de la Fábrica Sin Patrón patagónica, cuyo ejemplo recorrió el mundo e inspiró a los obreros y obreras de esta gráfica a seguir sus pasos; y a Myriam Bregman, abogada de lxs trabajadores y fan de la banda.
Observo los rostros sorprendidos de lxs jóvenes que recorren estos pasillos por primera vez, la emoción contagiosa que brilla en sus ojos mientras escuchan a las referentes de la comisión de mujeres que allí se organiza, no sólo para reclamar por lo que les corresponde si no por los derechos de todas.
En el escenario está todo listo. Comienza la prueba de sonido. Las trabajadoras y trabajadores ocupan sus puestos. Hoy dejarán el overol de imprenteros para atender la parrilla, el puesto vegano, despachar las bebidas, recibir a la gente en la entrada y todo lo que implica organizar un recital de esta magnitud con el mismo profesionalismo que una productora de eventos, pero con el respeto por el público que los bolicheros y las empresas jamás tienen en consideración.
Madygraf no es solamente una fábrica recuperada, es también un espacio cultural por donde han pasado artistas de diversos géneros como Javier Malosetti, Las Manos de Filippi, Karamelo Santo, Mala Fama, Damas Gratis, Trueno, La Delio Valdéz, La Fernández Fierro, entre tantos otros que acercaron su arte y solidaridad para con la gestión obrera. Es también un club abierto a toda la comunidad, donde las familias de la zona y aledañas se acercan los fines de semana para disfrutar del quincho, la pileta, las canchas de fútbol, de vóley, los juegos para niñxs y de un hermoso espacio verde para que lxs vecinxs puedan disfrutar del ocio y un merecido descanso dentro de este predio acondicionado por lxs propixs trabajadores.
Comienza a entrar la gente al inmenso playón y muchos se sacan fotos con el marco de cartulina decorado con las imágenes de los niños y niñas que asisten diariamente a la Juegoteca. Este lugar único en el país dentro del gremio gráfico y que funciona diariamente en la planta, alberga a los hijos e hijas de los obreros, resolviendo un problema que todx trabajadorx con familia a cargo se ve obligadx a enfrentar: ¿dónde y con quién dejamos a los chicxs mientras vamos a trabajar? Cuentan con orgullo que en Madygraf ellxs crearon y sostienen esa Juegoteca, un espacio lúdico para lxs más pequeñxs, asistido por profesionales de la educación, donde lxs niñxs pueden ser niñxs, dentro del mismo edificio donde están sus padres y madres trabajando.
Antes del show
La luna llena asciende sobre la panamericana como un inmenso reflector a contraluz del escenario y nos maravillamos observando sus cambios de tono: del rojo al naranja; del amarillo profundo al blanco radiante. Inmensa, redonda y de ricota como la noche que todxs vinimos a disfrutar. Deambulan pibas y pibes, adolescentes, ansiosxs por escuchar a la banda que nunca pudieron ver en vivo; y otrxs no tan pibes de más de 40 y 50 años, nostálgicxs y emocionadxs por el reencuentro.
En el templo de Momo se festeja el carnaval y esta Kermesse Redonda de alguna manera nos devuelve a las viejas carrozas de los ‘80 y principios de los ‘90, esos fuegos de Oktubre que se diluyeron en la marea. Siempre vuelve a la memoria aquella noche en Obras, cuando perdimos a Walter Bulacio a manos de la policía asesina. El silencio nos dolió hasta los huesos y así aprendimos, acertadamente, a separar a la obra del artista; a demoler las estatuas, derrumbar los pedestales, incendiar los púlpitos, los altares, la palabra sagrada. Crecimos a puro rock; revindicando la rebeldía, nuestra individualidad imperfecta, la identidad de clase; negando la idolatría. Solo las ovejas necesitan de pastor. Los caballos salvajes galopan en manada y no necesitan de fusta ni jinete.
La Internacional, el himno de lxs trabajadorxs, dejó de sonar en el coro polifónico que acompañó durante muchos años las previas y una nueva mística de misa popular y futbolera llegó para quedarse. Un nuevo tipo de pasión inexplicable que desbordó todo lo conocido en el rock local y más allá. Hoy se mezclan las distintas generaciones en un cóctel que solo Patricio Rey puede preparar y sus banderas de lienzo blanco cuelgan de los alambres en la entrada de la fábrica con exigencias mínimas pero claras: ¡Basta de precarización! y ¡Trabajo para todxs!
Suben al escenario Rocco y “el Chino”, trabajadores de Mady y por esta noche presentadores. Dan la bienvenida y con profunda emoción narran la historia que los une. Cada vez entra más gente que se va acercando al escenario con sus banderas e ilusiones. Desde el micrófono nos recuerdan que la seguridad la hacemos entre todxs. Inédito es asistir a un recital de Los Redondos en el que no haya razzia, represión o enfrentamiento con la policía. La idea instalada por los medios, buenos servidores del poder, siempre fue que los ricoteros provocaban el descontrol. Quienes fueron alguna vez a la cancha, a un recital, o caminan por las calles de los barrios populares, saben con certeza, al igual que lxs trabajadores en lucha, que las fieras gozan hincando sus colmillos en la carne de lxs pobres. Nunca estos perros miran al cielo y es inútil distinguir entre buenos o malos. Obedientes y serviles, lamen y comen de la mano del amo que juega al esclavo. Siempre profundo fue el odio de esta tribu frente a esos desclasados, pertrechados para defender los intereses de este sistema inhumano. Esta noche el infierno está encantador y ellos no son bienvenidos. Solo habrá baile, música, pogo y cantos como aullidos bajo la luna en esta fiesta pagana en la que sabemos y podemos cuidarnos entre nosotrxs.
Minutos antes del ansiado reencuentro, suben al escenario trabajadorxs del neumático, docentes, referentes de los movimientos sociales, de la ex Clínica San Andrés (recuperada en plena pandemia), choferes de la línea 60, jóvenes ambientalistas, todxs luchadores que se plantan ante el ajuste en curso y las injusticias propias del capitalismo. La solidaridad no solo se respira, también se hace carne. Todxs vienen a apoyar a lxs trabajadores de Madygraf en su lucha por la expropiación definitiva de este lugar que es mucho más que una fábrica; es también un centro de coordinación donde se imponen los métodos de la clase obrera y en el que todo se resuelve en asamblea. La democracia de los overoles demuestra su superioridad sobre las tiránicas togas de la farsa burguesa. El penoso discurso de quienes sostienen que nunca da la relación de fuerzas, de lxs que pregonan la resignación, el mal menor, el desvío, la paz social, la conciliación de clases, aquí se derrumba como un castillo de naipes y el sueño de tomar el cielo por asalto vuelve a sonar en el canto de las miles de gargantas que entonan su estrategia: ¡Unidad de lxs trabajadores y al que no le gusta, se jode! Así comienza el show
El show
Con el playón colmado por las 4500 personas que escucharon atentamente a lxs trabajadores en lucha, llega el tan ansiado momento en el que bajan las luces y el zumbido de los parlantes se transforma en un detonador para que las gargantas y los cuerpos exploten al unísono. Sube la banda al escenario y, con un impecable despliegue de luces y sonido, comienzan a sonar los primeros e inconfundibles acordes de “Nuestro amo juega al esclavo”. Inútil sería narrar en esta crónica ese sentimiento inexplicable que provocan los temas de Los Redondos. Se canta, se salta, se baila, se transpira. Con mi chaleco amarillo y la cinta roja de prensa en la muñeca, me acomodo entre las vallas y el escenario solo para olvidar completamente la tarea periodística que fui a cubrir. Tendré que apelar a la memoria para describir el momento, ahora solo puedo vivirlo intensamente. Una lluvia de flashes, una tormenta de emociones desatadas recorre esa marea que alza los brazos al cielo, cantando y gesticulando cada palabra: “mucha tropa riendo en las calles, con sus muecas rotas cromadas...” Muchxs niñxs se sientan sobre las vallas, en primera fila, acompañadxs por sus padres y madres, emocionadxs por vivir junto a ellxs esta fiesta que allá por el 2001 parecía haber llegado a su fin y que hoy pueden compartir junto a sus hijxs. “Viste, de esto te hablaba”, escucha un pibe de unos 11 años rodeado por los brazos que lo protegen del pogo y con la mirada encandilada. Ya no es un cuento antes de ir a dormir... “y por las carreteras valladas, escuchás caer tus lágrimas”. Semilla se ocupará a lo largo de todo el recital, entre tema y tema, de regalarle a lxs pibes las decenas de púas con su firma que guarda en los bolsillos, de autografiarles los afiches convocantes, las remeras y de repartir las listas de temas que, pegadas en el piso del escenario, fueron la brújula del show para lxs músicos.
Suenan como siempre, como nunca. Suben a cantar como invitadxs, dos de los mejores exponentes del tango contemporáneo: el Chino Laborde, quien disfruta de cada tema como si estuviera cumpliendo el sueño del pibe, otro más, como cuando cantara los temas de Discépolo en Japón; y Juli Laso quien lanza un ¡Aguante Madygraf! y su apoyo a la expropiación definitiva de la fábrica con la misma emoción rocktanguera con la que entona “El arte del buen comer” y “El blues de la artillería” que parecen haber sido compuestos para que los cante ella.
En el interludio suben las trabajadoras de la Comisión de Mujeres de Mady quienes invitan a todxs a viajar juntxs al próximo Encuentro Nacional de Mujeres y disidencias. Toma la palabra Vanina, “la Peke” le dicen sus compañeres, y lanza con profunda convicción: “Nosotras queremos seguir haciendo historia, queremos cambiar este sistema en el que vivimos. Madygraf es una trinchera para todo eso, porque acá demostramos que podemos planificar la producción, que podemos ponerla al servicio de las grandes mayorías, que podemos hacerlo sin contaminar. Nosotras queremos seguir de pie, porque, como dijo Celia de la textil recuperada Brukman: si lxs trabajadores podemos manejar una fábrica como no vamos a poder manejar el mundo, ¡Viva la lucha de las mujeres! ¡Viva la lucha de lxs trabajadores!” -y arranca una ovación.
Así comienza la segunda parte del show. Vuelven lxs músicos y suena “Tarea fina” para no parar hasta el esperado final con “Ji, ji, ji” y que estalle el pogo más grande del mundo.
“Lo dejamos todo” -dice Dawi, quien cada día toca mejor. Las melodías de sus vientos, el corazón puesto en cada nota teñida por los bronces, nos invade como una tormenta de verano, como los buenos vinos. La base contundente y demoledora de Hernán Aramberri y Semilla Buccarelli mueven los cuerpos como si estuvieran unidos por una misma cuerda, marcando el ritmo frenético de esa danza salvaje. Toda la banda suena impecable de principio a fin. Y si, lo dejaron todo. Más de dos horas de show y veinticinco temas pasarán hasta la medianoche, cuando el hechizo llegó a su fin.
Mis compañerxs de La Izquierda Diario hicieron una cobertura completa con cámaras, drones y entrevistas que ya está disponible en la web. Dejo al pie un resumen excelente que subieron en el programa “Basta de Verso” para quien guste saborear de esta fiesta que animó la lucha de quienes se ponen al frente de todas las luchas.
Los trabajadores y trabajadoras de Madygraf son un ejemplo del camino a seguir, de tenacidad y solidaridad de clase, de valiente dignidad por sobre toda resignación. Es un orgullo estar nuevamente en su fábrica.
Vibramos con la música que nos conmueve y con las ideas que nos unen para derrotar a este sistema irracional y aspirar a un mundo mejor en el que, quienes lo hacemos girar todos los días, seamos quienes tomemos las riendas, marchando unidxs detrás de esas banderas rojas que soplan brasas en nuestros corazones.
Kermesse Redonda en Madygraf