Casi cuatro millones de casas vacías y 71 desahucios al día y la edad media de emancipación está en los 30 años. Normal que los jóvenes se apunten a la peligrosa moda de dejarse gran parte del salario para independizarse.
Lunes 18 de marzo de 2024

Lo que podemos llamar ‘moda’ de manera jocosa es en realidad el resultado de un modelo neoliberal que profundiza aún más en la precarización de las condiciones de vida de la clase trabajadora, a pesar de la nueva ley de la Vivienda del PSOE y Sumar, que ni resuelve los problemas de los inquilinos ni ataca el lucro de los grandes tenedores y los fondos buitre, ni venía con la intención de hacerlo, sólo era un lavado de cara más. Desde luego tampoco resuelve el problema cuando son ellos mismos los que mandan a la policía a desahuciar en favor de la banca.
El problema de la vivienda no es sólo un problema de acceso fácil a ella, sino una combinación de factores (inflación, subida de alquileres, precariedad, paro…) que no resuelve una ley que en ningún momento atenta contra los intereses de los capitalistas. A pesar de la ley, el 85% de los alquileres han pasado el límite del 3% del que el gobierno ‘progresista’ alardeaba. La juventud trabajadora no puede irse de la casa familiar, la edad media de emancipación está en los 30 años, y ni siquiera teniendo un trabajo estable, pues tendrían que pagar de media el 83,7% de su salario neto anual para poder alquilar en solitario
Si antes de la crisis de 2008 los jóvenes emancipados eran un 26,1%, en la actualidad tan sólo el 16,3% de la población joven está emancipada. La media de edad para emanciparse está en los 30 años, y lo que el gobierno progresista vende como ayudas a la vivienda son ayudas a los propietarios que no han dejado de subir los precios de los pisos y que se concentra cada vez más en fondos buitre y grandes tenedores.
Y es que, en el Estado español, fiel vasallo de los intereses de los fondos buitre, hay casi cuatro millones de casas vacías y 71 desahucios al día. Casas sin gente y gente sin casa, una auténtica estafa que podría solucionarse si pusiéramos esas casas a disposición de los que las necesitan. La lucha por la vivienda es una lucha que tiene necesariamente que ir de la mano con medidas que mejoren la calidad de vida de la clase trabajadora, pues no se entiende una prohibición de subidas de alquiler de un 3% anuales cuando los sueldos se congelan y sube la inflación, y eso no se puede hacer votando cada cuatro años a los gestores amables de un sistema diseñado para la explotación de una clase.
Es necesaria una respuesta desde abajo, uniendo sectores en un plan de lucha que no se detenga ante los intereses de los grandes tenedores de vivienda, como la congelación de los alquileres, la intervención del mercado del alquiler bajo el control de los inquilinos, la expropiación de las viviendas de los grandes tenedores para crear un parque público de alquiler social, así como otras no exclusivas al ámbito de la vivienda como la incorporación inmediata de cláusulas de revisión salarial en todos los convenios que indexen el IPC de forma mensual y de forma automática o la nacionalización sin indemnización y bajo control de trabajadores y usuarios de los oligopolios de la energía y el transporte, entre otras.