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Red Internacional
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HAMBRE Y DESIDIA ESTATAL. Una referente social de Catamarca se inmola ante el abandono a los comedores populares

María Rivero organiza el comedor y merendero “Gauchito Gil”. Se prendió fuego a sí misma esta mañana en el CAPE, tras los reclamos de alimentos constantemente ignorados. Allí asisten más de 100 niños, niñas, adolescentes y adultos mayores de los barrios aledaños. María Argerich de la secretaría de Inclusión y Economía Popular sostuvo que “la decisión que tomó esta señora es realmente inentendible”, mientras Rivero lucha por su vida.

Martes 15 de septiembre de 2020 19:02

María Rivero en Merendero Gauchito Gil, preparando festejos por el día de la niñez

La funcionaria del gobierno, tras la dura noticia, reaccionó diciendo que “para nosotros es realmente inentendible la decisión tomada”. Sin embargo desde el comedor “Gauchito Gil” en el Barrio 26 viviendas, vienen haciendo reclamos sobre la falta de alimentos y condiciones, desde hace más de dos años. Es decir que ni el gobernador ni los funcionarios estaban ajenos a estos reclamos. El estado es responsable.

El comedor ha sufrido inundaciones por la precariedad de la vivienda y se le ha llegado a cortar la luz durante días por no poder pagar una boleta de $18.000 el año pasado, debiendo elegir entre pagar o darle de comer a los chicos.

A principios de agosto recién depositaron fondos destinados desde Desarrollo Social a través del Programa Igualdad de Oportunidades (PIO) para los comedores comunitarios. Los fondos venían con un retraso de 4 meses y se depositaron valores que alcanzan a cubrir 2 meses. La partida equivale entre $15 y $20 por persona.

Argerich, perteneciente al peronismo, viene ensayando variadas excusas frente a la acuciante situación de miles de personas que se encuentran en una situación desesperante ante la insuficiente alimentación. La más reciente, frente al acontecimiento del CAPE, es que al comedor se le entregó una parte de los alimentos pero que “por el cambio de menú” no llegaron los suficientes.

Frente a esta situación de hambre en la población, con un índice de pobreza en los niños que se estima llegará al 58% a fin de año, con un desempleo cada vez mayor, quienes sostienen todos los días la olla para las familias más humildes, reciben maltrato, ignorancia, desprecio. Son tildadas de “delincuentes” y se las reprime.

La mayoría son mujeres quienes deben sostener los estómagos de las familias haciendo magia con la escasa comida y de mala calidad que se les entrega. Son las que salen a luchar por un techo y un pedazo de tierra donde vivir para sus familias.
Hay que decir fuerte: #NiUnaMenosSinVivienda, #NiUnaMenosSinComida. Exigiendo que se declare la Emergencia alimentaria Ya y un Plan Urgente de Viviendas.