A tono con el intento de avance de la reforma laboral, Cambiemos quiere avanzar también con reformas educativas que enseñen a ser “capaces de vivir en la incertidumbre y disfrutarla”.

Hernán Cortiñas Docente delegado de UTE-CTERA
Martes 3 de abril de 2018
Fotos Tiempo Argentino
Con el envión de los resultados electorales, Horacio Rodríguez Larreta anunció una batería de reformas educativas, entre ellas la “Secundaria del Futuro” y la intervención de la formación docente por medio de la creación de la “universidad de maestros” denominada UniCABA.
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Con pomposas palabras seleccionadas vía “focus groups”, el jefe de Gobierno porteño afirmó que “una educación del futuro para chicos del futuro requiere también docentes del futuro. Por eso, estamos lanzando la creación de una universidad para los docentes”.
¿Qué modelo educativo se esconde detrás del marketing? ¿Qué concepción de docente implica? ¿Qué intereses se esconden detrás de la reforma? ¿Podrán imponerlo o encontrarán resistencia?
Una educación al servicio del mercado
La versión oficial de las reformas educativas para el público masivo se reduce a hablar de futuro, tecnología y cambio; y si hay protestas docentes o estudiantiles, acusan de privilegios, extorsión y mafias. No por nada el ministro de Educación Alejandro Finocchiaro no se cansa de repetir ante los medios que “en la Argentina tenemos escuelas del Siglo XIX, docentes del Siglo XX y alumnos del Siglo XXI”.
Cuando se apagan las cámaras y los funcionarios llegan a los foros empresariales, el marketing deja lugar a los verdaderos intereses. Soledad Acuña, ministra de Educación porteña, señaló que con estas reformas quieren escuelas “más flexibles respecto a la sociedad, es decir que ofrezcan respuestas a las necesidades tanto del mercado del trabajo como del mercado laboral”.
Finocchiaro, por su parte, reconoce que el principal obstáculo en sus reformas son los derechos laborales: “no puede ser que cada vez que un Gobierno plantea hacer una reforma educativa, lo primero que tiene que mirar es el estatuto del docente, que finalmente es una ley laboral”.
Es claro que el Gobierno busca seguir en educación las directivas de la OCDE, que sugiere adecuar la escuela al mercado laboral y se inspira en el sistema dual alemán, que propone una formación en las aulas y en las empresas. Es decir, necesitan flexibilizar la enseñanza, y por lo tanto el trabajo docente, para desarrollar un perfil de egresados adaptados a un mercado de trabajo precario e inestable como el que quieren imponer con la reforma laboral.
¿Un futuro sin docentes?
Ni en sus sueños más encendidos los funcionarios de educación de Cambiemos logran idear un formato educativo sin trabajadores (más allá del impracticable homeschooling). Pero sí sin docentes, por lo menos como los entendemos hasta ahora, sujetos que enseñan: que piensan, diseñan y sostienen situaciones de intercambio y aprendizaje para sus estudiantes.
La ministra Acuña es clara en esta concepción: “Las escuelas tendrán docentes, pero con otro rol, con un perfil de guía o de facilitadores de los procesos de aprendizaje”, dijo en una entrevista. Y en otra detalló aún más: “Las plataformas interactivas serán las organizadoras del proceso de aprendizaje”.
En ese sentido es que proponen que haya un porcentaje cada vez mayor de aprendizaje a realizarse a distancia a través de tecnologías con actividades como la gamificación de los contenidos (transformación de una secuencia didáctica en un juego virtual con niveles a superar).
Finocchiaro es aún más brutal en su discurso: “No puede ser que los gremios tengan poder de veto o que definan la política educativa”. Cabe aclarar que gremio no es sinónimo de sindicato, sino que incluye al conjunto de las personas que ejercen el mismo oficio o profesión. Es decir, que lo que quieren cambiar es quién define qué y cómo se enseña.
Henry Giroux, uno de los teóricos fundadores de la pedagogía crítica, explica que una de las principales amenazas a las que tienen que hacer frente los docentes de las escuelas públicas es “al creciente desarrollo de ideologías instrumentales que acentúan el enfoque tecnocrático tanto en la formación del profesorado como de la pedagogía del aula”. Según Giroux, este modelo separa la concepción de la ejecución, produciendo una estandarización del conocimiento escolar, y menospreciando el trabajo crítico e intelectual tanto de profesores como estudiantes.
Bajo esta pedagogía de racionalidad instrumental, explica Giroux, el docente es considerado como “un receptor pasivo del conocimiento profesional y apenas interviene en la determinación de la sustancia y orientación de su programa de preparación”.
La reforma educativa macrista es, a fin de cuentas, una vuelta al modelo tecnocrático educativo, que tuvo su auge en las décadas de los 60 y 70 en América Latina. Este concibe a la escuela bajo una lógica empresarial, con planes prescriptos por “expertos”. En este nuevo siglo adopta la forma de plataformas digitales, de las cuáles los docentes son meros operarios o técnicos y que buscan generar las respuestas esperables y reforzar determinadas conductas y capacidades.
Es decir, un vaciamiento de teorías y contenidos, empobreciendo las condiciones para el desarrollo de un pensamiento crítico.
Ex CEO del Grupo Santillana al mando de intervenir profesorados
Como si el objetivo de un mayor control ideológico vía tecnologías no fuera suficiente, también hay un rentable negocio de escala mundial. De esta forma también se aumenta la injerencia del sector privado mediante la contratación directa de plataformas y recursos educativos. Esto no sólo implica un negocio al servicio de grandes multinacionales, sino que además estandariza la educación empeorando las condiciones de aprendizaje de los jóvenes, confundiendo el uso de la tecnología digital como herramienta de la enseñanza con el reemplazo de la docencia por plataformas digitales prediseñadas.
Por esto mismo, no es casualidad que este tipo de reformas estén fomentadas por organismos internacionales como la OCDE y grupos empresariales como Pearson, una transnacional que genera contenidos educativos y que es la que diseña las pruebas PISA con las que se estigmatiza a la docencia y se justifican este tipo de reformas.
Cabe señalar que las plataformas para las “Escuelas del Futuro” se adquirirán mediante la modalidad menos transparente que posee el Estado, la contratación directa, según se estableció en la Resolución 2376/16 del Ministerio de Educación nacional.
A fin de cuentas, buscan desplazar a los docentes que estimulan el pensamiento crítico, por ejemplo, trayendo a las escuelas problemáticas actuales como la desaparición de Santiago Maldonado, con plataformas digitales diseñadas a medida de los CEO. Un negocio redondo, como el que llevaron adelante el director del UNET, Gabriel Sánchez Zinny, y su hermano, Ignacio Sánchez Zinny, uno de los principales directivos de IMS, al firmar un convenio para formar docentes y estudiantes en “Marketing Digital y Plataformas Móviles”.
El caso de la intervención de la formación docente también es paradigmático, la cara visible del Gobierno en este tema es Diego Meiriño, titular de la Subsecretaría de Planeamiento e Innovación Educativa del Ministerio de Educación de la CABA. Hablamos de un agente con amplios contactos con el sector privado. Antes de su trabajo actual fue director general de Norma (Grupo Santillana) y también director ejecutivo de la Fundación Caminando Juntos, que está formada por diez empresas fundadoras multinacionales: 3M; Dow; DuPont; EDS, una compañía de HP; Kimberly-Clark; Pepsico; PricewaterhouseCoopers; P&G; Sinteplast y Walmart. La incompatibilidad de intereses es más que evidente.
# Más para educación pública
La fragmentación del sistema educativo, entre un sector público cada vez más degradado y un sector privado donde concurren los hijos de los sectores más acomodados de la población (e incluso franjas de los trabajadores por la política de subsidios) ha acompañado la precarización creciente de las y los trabajadores, y el aumento de la marginalización de los sectores populares.
Hoy Mauricio Macri, María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta quieren avanzar en el ataque a la educación pública, profundizando la segmentación y la privatización del sistema. Por eso eligieron a los docentes como enemigos. Antes lo habían hecho Daniel Scioli y su ministra Nora De Lucía. No nos olvidamos.
Nuestra educación, la de millones de jóvenes, vale más que sus ganancias. Pero los ministros, tecnócratas y burócratas no pueden darle una salida a esta crisis. Necesitamos un gran Congreso Educativo Nacional, donde docentes, estudiantes y familias puedan definir un plan para salir de la crisis a donde nos llevaron los gobiernos que defienden los intereses de los empresarios.