El sueño de muchos jóvenes es estudiar en la educación superior, pero para quienes hoy viven en la ciudad de Calama, aspirar a estudiar en una universidad estatal implica dejar la ciudad, familia y amigos, pues en la tierra del sol y cobre no hay ninguna.
Viernes 9 de abril de 2021
Durante el estallido social, fueron miles de jóvenes que se juntaron a manifestarse en la plaza 23 de marzo, también conocida como plaza Robinson Gómez. Las calles de Calama están repletas de, entre otros rayados, consignas por el derecho a la educación y por “una universidad estatal para Calama”.
Este debate no es nuevo, de hecho, de mínimo es un debate de los años 90, cuando la entonces Ministra de Educación, Mariana Aylwin, declaraba que “Calama solo tiene vocación minera y ese es su destino”. A pesar de que esto pasó hace décadas atrás, los dichos de la entonces Ministra, siguen siendo una realidad al no existir aún una universidad para los miles de jóvenes de la ciudad.
El debate posteriormente se volvió a instalar luego de que el diputado Esteban Velásquez presentara un proyecto de ley para crear la “Universidad del Loa”, donde solicitó recursos financieros para iniciar su construcción. Sin embargo, este proyecto sigue durmiendo en el Congreso hasta la fecha, y poco y nada se ha avanzado en términos legales sobre la posibilidad de construir dicha casa de estudios. Es más, el diputado en su paso por la alcaldía de Calama, gestionó la misma solicitud, quedando en el baúl de los recuerdos y los trámites burocráticos.
La educación al servicio de las mineras y grandes empresarios
En Calama, si bien no hay una universidad estatal, podemos encontrar universidades e institutos privados y, curiosamente, lo único estatal que hay es el “Centro de Formación Técnica Estatal Calama” que comenzó a impartir clases el 2020.
Es bastante evidente que la educación está enfocada a seguir formando jóvenes que puedan trabajar en las mineras e industrias que aportan a la minería, para ser mano de obra de las distintas mineras que se encuentran alrededor de la ciudad. Esto está lejos de los intereses de un sector de jóvenes, que buscan desarrollarse en el área humanista o en otras áreas, que no tienen relación con la producción minera.
La inexistencia de una Universidad estatal, no sólo frustra los sueños de un sector de jóvenes, sino que supone una carga mayor para las familias trabajadoras, pues los estudiantes deben abandonar sus casas e ir a vivir a otra ciudad, lo que trae costos de desplazamiento, arriendo, comida y necesidades básicas, siendo lo más cercano la ciudad de Antofagasta, una de las más caras del país.
Esta demanda devela al servicio de quién está la educación en Chile. Pero no basta con pelear por una universidad estatal para Calama, y que así miles de jóvenes puedan optar a no abandonar sus hogares, sino que hay que luchar por una educación gratuita y de calidad, pues si se instalara una universidad estatal, aún así costaría millones anualmente poder estudiar, lo que seguiría frustrando los sueños de muchos estudiantes.
Esta demanda, y la lucha por la educación gratuita no la conseguiremos a través de ingenuos proyectos de ley que le solicitan al Congreso (los mismos que gestionaron por más de 30 años el modelo educativo neoliberal) que por favor piensen en los jóvenes calameños y sus familias. La forma de conquistarlo es que las y los estudiantes nos organicemos, con asambleas y plan de movilización para conquistar nuestras demandas para que no sigan aplastando nuestros sueños.