El discurso de la administración actual está muy alejado de la realidad en la que nos encontramos miles de trabajadoras y trabajadores, cómo es el caso de quienes laboramos para las Universidades para el Bienestar, en donde se implementan prácticas precarizadoras.
Jueves 12 de noviembre de 2020
La administración pública y sus instituciones emiten un discurso que es contrario a la realidad de miles de personas, lo emiten desde el poder y a través de sus canales de comunicación pública, buscan la legitimidad social y justificación de su actuar.
Este es el discurso no tiene que ver con sus prácticas, neoliberales y precarizadoras.
Pero ¿quién puede ser juicioso sobre este discurso-acción monótono y parcial? Quienes nos vemos más afectados con las acciones. Pues estamos hablando de recursos públicos y por ello a todos concierne.
Pero, los trabajos precarizados que nos insumen mucho mas tiempo, nos orillan a buscar diariamente solo qué comer, porque quienes dirigen instituciones como las Universidades para el Bienestar Benito Juárez García, no quieren que denunciemos lo que está pasando; pero afortunadamente habemos quienes hemos comenzado a denunciar nuestra realidad. Buscamos el asidero con otros, y de su constancia e ideas, para transformar esta realidad; por eso toda transformación tiene que serlo realmente, no puede limitarse a más de lo mismo, a ocurrencias y reformas.
Es decir, la visión desde “arriba” predomina y aplica sus políticas públicas porque tienen el poder; pero hay quienes apelamos a la visión desde “abajo” que requiere reflexión, creatividad, expansión y profundidad constantemente para incidir realmente en esa realidad. La práctica elemental para confirmar esto es la inexistente relación laboral del organismo con los docentes y los administrativos: cero derechos laborales, no existe ningún tipo de contrato y, por lo tanto, nulos derechos sociales.
Las escuelas son pomposamente llamadas universidades, pero en realidad son escuelas que no están puestas al servicio de las grandes mayorías, sin posibilidad de crítica o discusión. La intención es formar estudiantes preocupados solamente en sus estudios y despreocupados por lo externo, por los problemas comunes, no existe pues arte, deportes, cultura que son las formadoras de sensibilidades y carácter para adquirir un criterio amplio y universal. Ante la imposición de la directora Raquel Sosa, al final de cuentas, la escuela la fundan sus comunidades educativas, las decisiones deberían ser tomadas por nosotros, el rumbo se los deberíamos dar nosotros, es nuestra.
Un universitario debiera poseer y buscar conocimientos diversos y universales, pero la cerrazón de la escuela y la imposición de sólo tratar asuntos que se limitan a ella y de limitarse a sus programas, le dan el perfil técnico. Esta fue la cultura neoliberal, es la misma que se aplica en las universidades del bienestar.
Entonces, el discurso hacia los pobres se vuelve tan miserable que resulta el siguiente señalamiento referente a las becas a los estudiantes: “se otorgarán siempre y cuando haya recursos”, y por eso se entregan al final de semestre. Aquí surge la pregunta cardinal, ¿ya para qué? Si la juventud no cuenta con recursos económicos, ¿por qué esta saña, desprecio y burocratismo? Vaya actitud hacia la población más desprotegida, con un poco de lógica se comprendería que la necesidad es ahora y doblemente es estos tiempos de pandemia.
¿Y los docentes y administrativos? Con el teletrabajo han aumentado nuestros horarios laborales, en ocasiones nos obligan a acudir a las sedes, nos exponen y lo peor es que no contamos con seguridad social. Pero si docentes, estudiantes o trabajadores como administrativos cuestionamos o denunciamos que no hay libertad de cátedra, se nos hostiga o despide.
El Estado necesita funcionarios como Raquel Sosa o Sanjuana Martínez, individualistas, autoritarios, egoístas, que se niegan al diálogo para aplicar políticas precarizadoras, afines al gobierno y su política. El neoliberalismo implica no dar ninguna certeza a las y los trabajadores, así funcionan las Universidades del Bienestar.
Por ello, tanto estudiantes como docentes estamos creando nuestros espacios de discusión y organización, porque ahí es donde radica nuestra fuerza para cambiarlo y hacerle contrapeso al Estado, sus instituciones y sus funcionarios. Por ello hemos participado en el Movimiento Nacional contra la Precarización y los Despidos, así como en la Asamblea Nacional en Defensa de la Educación Pública, al tiempo que convocamos a las comunidades educativas de las Universidades para el Bienestar a que se sumen a esta lucha para hacerle frente a estas prácticas.
*Carlos España es Profesor de educación superior