Tres pibes subieron al subte en la estación San José de Flores. El más grande habrá andado por los treinta. Lo primero que hizo fue echar un vistazo al resto de los pasajeros, girando la cabeza a un lado y otro.
Buen provecho… - dijo, mirando fijo una caja de empanadas que una chica traía en la falda. Tenía una voz muy ronca y habló como para que lo escuchara todo el vagón. La piba no le contestó. Venía en la suya, hablando con una amiga. En la siguiente estación subió un payaso que se puso a hacer un show con una silla de madera plegable. Intentaba abrirla para sentarse y no podía. Siempre le quedaba enganchada una pierna, un brazo o hasta la misma cabeza entre las patas de la silla, o en el hueco entre el asiento y el respaldo.
Una señora rubia, de pelo corto y batón largo hasta las pantorrillas, subió minutos después. Rondaría los 70. Se sentó en la misma fila de asientos que uno de los pibes, de frente a los otros dos que venían colgados mirando el show del payaso.
¿Son villeros ustedes? - disparó la señora contra los pibes. Ambos giraron la cabeza instantáneamente con los ojos agigantados. El vagón completo hizo un movimiento similar con la cabeza.
¿Cómo señora? ¿Nosotros? - respondió el pibe número uno, el más grande. Ustedes son de la villa 31… - la mujer miraba alternativamente las caras de los tres pibes y sonreía, como si les estuviera haciendo un comentario por el clima. El más grande tenía unos moretones en la cara y los ojos un poco rojos. Tomó las riendas de la conversación.
No, yo soy de Laferrere señora. Tienen pinta de vagos ustedes… - la doña seguía sonriendo. ¿Nosotros? Vos sos tan simpática, sos una reina... Ustedes no trabajan… - continuó la doña. Yo trabajo en una carnicería - saltó el pibe número dos. Traía una gorra roja con la visera para atrás y una bolsa de nylon entre las manos que le colgaba entre las piernas. Fue lo único que dijo durante la conversación. El pibe número uno se rió con sorna y tiró la cabeza para atrás. Un sonar rasposo le salió desde el fondo de la garganta, mezcla entre risa y rugido de flemas. Dejó ver varios espacios vacíos entre sus dientes y después de unos segundos volvió la cara al frente. Se reclinó más para adelante y apoyó los codos en las rodillas. Miró bien fijo a la señora y el tono de su voz escondió el rugido.
Mi reina, sí, somos re vagos. No sé qué hacés acá con nosotros. Estamos yendo a buscar … cigarrillos - dijo, haciendo con su mano el gesto de fumar una seca. Mirá la cara de negro vago que tenés vos... ¿Viste? Yo también soy un payaso, mire, tengo la cara pintada - se señaló una marca roja que tenía al costado de la frente y un morentón violeta abajo del ojo derecho. Empezó a hablar para todo el vagón. Vino un gil a apurarme porque dice que me metí con la mujer. Lo corrimos, lo sacamos cagando, sabés cómo le dimos… somos re malos nosotros, mire. Me voy a poner la vincha... Sacó una vincha de cotillón, parecida a las coronas que regalan en Burger King, de una bolsa que había apoyado en el piso entre sus pies. Tenía dos ojos grandes en el centro.
Así estamos nosotros, con cuatro ojos. Cuidado ¿eh? Vos que sos tan reina, ¿por qué estás hablando con nosotros? ¿Por qué no hablás con ella que está leyendo? -señaló a otra pasajera que fingía no mirar la escena - ¿De dónde sos vos? Yo soy de Entre Ríos, es toda gente europea, trabajadora. No me digas ¿y para qué se vienen para acá? somos todos vagos en Buenos Aires, malos, no trabajamos, pero bien que se vienen a vivir acá. Me voy a comer ese caramelo - el pibe se levantó y agarró un caramelo duro, sin el envoltorio, que estaba tirado en el piso del vagón. Ah... qué cosa que no les guste trabajar, viven de arriba... El pibe número 3, el que venía sentado al lado de la señora, mantenía el silencio. Una risita nerviosa se le escapaba y sonaba como un jijiji tenso que brotaba de la oscuridad bajo su visera negra.
La señora preguntó en qué estación estaban.
Estamos en Once señora, esto es plaza Miserere - le contestó el pibe número uno. La doña se paró y se acercó a la puerta. Bajó en Pasco y salió caminando apurada, rengueando por el andén.
Chau reina, divina, mirá lo que sos…. - se despidió el pibe número uno, mientras todavía sonaban los pitidos del subte, antes de que se volviera a cerrar la puerta. Así que están yendo a buscar cigarrillos … - les preguntó la pasajera que venía leyendo. Seee no sabés, acá tengo algunos - sacó de su bolsillo un cigarro - Este está bueno pero no pega - volvió a meter la mano en el bolsillo y sacó otro- este sí… La mujer se rió y volvió a poner la vista en el libro.
Nosotros vivimos ahí en 9 de Julio y Rivadavia. Ahora nos estamos yendo a la casa del hermano de él que me va a rescatar - señaló al de gorra roja. Lo importante es seguir teniendo amigos ¿no? - les preguntó la mujer levantando de nuevo la vista. Yo no sé si amigos, compañeros de la calle por lo menos. Amigos es una palabra muy grande... Los pibes bajaron en Congreso. No se sabe cuándo bajó el payaso.
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5 de diciembre de 2019 - Ciudad de Buenos Aires