En los últimos años ha aumentado la cantidad de personas que viven con VIH, pero ¿cómo lo ha tomado la sociedad y el Estado, después de 32 años del primer caso? ¿Cuáles son los avances en el tema de prevención y tratamientos? ¿Qué podemos hacer para combatir el estigma y la discriminación?
Jueves 21 de julio de 2016
El 22 de agosto de 1984 fallece la primera persona como consecuencia de un sida avanzado en el país. Chile estaba en pleno proceso de movilización contra la Dictadura y este caso dio un giro al interés de la prensa. “Enfermedad rara” y “El cáncer gay“, era como informaban los medios de comunicación la muerte de Edmundo, profesor de 38 años de edad de la comuna de Maipú.
Así es como comienza la historia del VIH-sida en Chile. La prensa intenta formar un temor y desinformación para generar un ambiente de pánico dentro de la diversidad sexual del país. Nacen también las primeras corporaciones de prevención del sida y se comienzan a legislar leyes para la prevención y tratamiento de forma pública.
Aunque por decreto, la homosexualidad seguía siendo considerada una “patología social”, siendo comparada a las violaciones, pedofilia e incesto, esto generaba un marco de dudas sobre si comenzar o no el tratamiento. Si Carabineros detenía a cualquier persona sospechosa en actos homosexuales o de comercio sexual, estaba obligado a llevarlo a cualquier centro de salud pública para realizarle el examen.
La Iglesia y régimen militar desviaron los casos de violencia y el caso de Edmundo, mediante el invento de la aparición de la Virgen de Villa Alemana. El ministro de Salud de la época, Winston Chinchón, declaraba que “esto es caso aislado, somos un país decente, y eso no llegará aquí”, aseguraba cuando le preguntaban sobre el tema. En el resto del mundo, la “Peste rosa” comienza a expandirse de una forma muy rápida, el acceso al preservativo era escaso y mal mirado. Se creía que esta “enfermedad” solo afectaba a los homosexuales.
En la actualidad, son millones de hombres y mujeres que viven con VIH; la eficacia del tratamiento va en mejoramiento en los países desarrollados y la tasa de mortalidad disminuye paulatinamente, pero aún no se obtiene la cura para eliminar el virus de la inmunodeficiencia humana.
La ONU, por su parte, trabaja en un plan para llegar a una meta en el 2030: un 90% de personas que conozcan su diagnóstico, un 90% que acceda al tratamiento antirretroviral y un 90% de personas que tenga una cantidad de copias de virus que no se detecte en los estudios. Una cuarta meta buscará reducir los diagnósticos tardíos.
El foco de transmisión está principalmente en jóvenes entre los 15 y 24 años, se dice que cerca de 20.000 vive en la actualidad con el virus. Se sigue viendo como un tema delicado y que muchos no prefieren hablar ni asumir, y la información que se tiene es nula y muchas veces errónea. La educación sexual que se pasa en los colegios y liceos es superficial y sólo criminaliza el hecho de vivir con el virus. Esta forma de educación sexual también se refleja en el maltrato hacia las y los compañeros al momento de retirar las pastillas o hacerse los exámenes.
De este virus ninguna persona está ajena a poder transmitírselo, pero son las y los jóvenes y adultos de la clase obrera los que sufren la discriminación en el sistema público, son quienes tienen miedo a ser discriminados o perder sus lugares de trabajo.
Es necesario el mercado de la salud que se beneficia de las enfermedades que padecemos. Necesitamos un sistema de salid que cubra la totalidad de tratamientos para enfermedades como esta, así como también un sistema que se dedique a la prevención de la transmisión y una implementación en las mayas curriculares de los colegios y liceos de la educación sexual no heteronormada, sacando la influencia de la Iglesia dentro de la educación. Se debe concientizar a las personas, con campañas de prevención e información para terminar con la estigmatización hacia las personas que viven con VIH, y también se debe mantener la confidencialidad de tema en caso que la persona así lo desee.