La cifra de feminicidios aumenta brutalmente cada año. Que el coraje se transforme en lucha y organización.
Miércoles 3 de enero de 2018 03:48
Foto: Elizabeth Sauno para la Izquierda Diario.
Según la ONU (Organización de las Naciones Unidas), México se encuentra entre los 25 países con mayores índices de feminicidio en el mundo ya que cada 3.2 horas se asesina una mujer en el país –en promedio, 7 mujeres por día.
Se calcula que son 52 mil 210 asesinatos de mujeres desde 1985, esto sin contar los miles de casos a los que se les da carpetazo y las miles de mujeres que se encuentran desparecidas, ya sea porque han sido capturadas por las redes de trata o porque sus cuerpos no han sido encontrados.
No se sabe con exactitud cuántos de estos casos se tratan de feminicidios porque aunque en la mayoría de los casos presentan las características de este fenómeno aberrante, pero las autoridades no lo reconocen como tales.
La ONU revela en la investigación “La violencia feminicida en México: aproximaciones y tendencias 1985 y 2016” que aunque la mayoría de los homicidios se realizan con armas de fuego, cuando se trata de asesinatos de mujeres los medios empleados son brutales, como el estrangulamiento y las lesiones con objetos punzocortantes.
El feminicidio se caracteriza por la saña con que se realizan los asesinatos, es aquí donde se refleja de la forma más brutal la violencia sistemática contra las mujeres, que es sostenida no sólo por el patriarcado sino por el capitalismo que se beneficia de este fenómeno como método de control sobre las mujeres.
Por esto, no es casual que las autoridades eviten aumentar las cifras de feminicidio ocultando pruebas y cuestionando la vida de las víctimas.
Se ha vuelto tan insostenible el problema que el Estado tiene que dar respuesta, pero la salida que ofrecen es sólo punitivista, sólo condenas penales más extensas. O la alerta de violencia género que, como explicamos acá, promueve más militarización en las calles, una medida que desde el despliegue de la guerra contra el narcotráfico sólo provocó más feminicidios y otras formas de violencia hacia las mujeres.
No es posible depositar ninguna confianza para enfrentar y erradicar el feminicidio y la violencia patriarcal en las mismas instituciones que durante años han maquillado cifras, han solapado a los feminicidas en libertad y revictimizado a las mujeres.
Como señala Andrea D’Atri en esta nota, “Cuando se aísla el fenómeno de la violencia contra las mujeres de la opresión sobre nuestro género, del sistema de explotación en el que se desarrolla esa opresión y de las instituciones del régimen social y político que la legitiman y reproducen, lo único que se garantiza es la despolitización. Lo que le sucede a las mujeres deja de ser un asunto político, se trata de un delito, un accionar ilegal de un individuo agresor contra una víctima también individual. Entonces el Estado nos sugiere el camino de la ‘venganza personal’, pero tercerizada por las instituciones de la Justicia que imparte la clase capitalista y su régimen de dominio, en el cual -paradójicamente- encuentra su fundamento la violencia de la que somos víctimas”.
Consultada al respecto, Miriam Hernández, trabajadora de la UNAM y aspirante a suplente de una candidatura independiente por la Plataforma Anticapitalista al Congreso de la CDMX, responsabiliza al Estado de aumento de la violencia contra las mujeres.
Miriam Hernández en la movilización del 25 de noviembre de 2016 en la Ciudad de México. Foto: Elizabeth Sauno para la Izquierda Diario
Señaló: “En 2017 nos movilizamos, entre muchos otros casos, por el feminicidio de Lesvy Berlín Osorio, una joven víctima de feminicidio hallada en la UNAM. Las cifras de los feminicidios nos llenan de ira y de dolor: no son números, son vidas sesgadas de mujeres de todas las edades que tenían sueños, proyectos familias, amigos. Trabajadoras y estudiantes estamos hartas que nos maten solo por el hecho de ser mujer. Pero este hartazgo nos impulsa para continuar organizándonos y luchando en las calles contra la violencia machista”.
Y abundó: “Desde Pan y Rosas nos hemos movilizado en numerosas ocasiones al grito de ¡Si tocan a una nos organizamos miles! Entre nuestras propuestas se cuentan el impulso de comisiones investigadoras independientes del Estado y los partidos al servicio de los empresarios, integradas por familiares de las víctimas, activistas contra el feminicidio y defensores de derechos humanos que den seguimiento a los casos.
Miriam Hernández explicó “Proponemos también un plan de emergencia contra la violencia hacia las mujeres que dé respuesta a las demandas de las miles que al grito de Ni Una Menos. Que incluya la construcción de refugios y planes de viviendas para las mujeres víctimas, la creación de equipos interdisciplinarios especializados en las instancias de salud, un régimen de asistencia económica, licencias laborales y pases educativos”.
Laura Aparicio
Agrupación de Mujeres Pan y Rosas México