Los anuncios corrieron por cuenta del ministro para el área económica, Miguel Pérez Abad este lunes 30.
Jueves 2 de junio de 2016
Se trata de una muestra de peso más de cómo el gobierno de Maduro se confiesa presto a gobernar dentro la lógica de la propiedad privada y la ganancia capitalista. Empresarios, trasnacionales, y acreedores, agradecen.
Fue durante el programa Sala Situacional que transmite el canal privado Globovisión, y que tuvo como invitado al empresario industrial y también Ministro para el área Económica, Miguel Pérez Abad, que se anunció entre los planes económicos previstos por el gobierno, la liberalización del Cambio Complementario (DICOM) o “dólar flotante”.
“Nosotros estamos próximos, digamos a liberar, a poner en marcha el sistema de cambio. Sobre todo el que más le interesa a la economía nacional que es el complementario… Es un tipo de cambio que obedece al comportamiento del mercado y que reconoce a otros sistemas porque permite captar nuevas divisas y colocar esas en sectores claves” refirió Pérez Abad, quién también es empresario.
Recordemos que el tipo de cambio DICOM, implementado por el gobierno desde el pasado 10 de marzo es el que define la mayor parte de las transacciones monetarias internas del país, siendo el mercado quien marca el compás de crecimiento, más allá de que el BCV haya declarado en su momento que este representa un 7,4% del total de divisas que el Estado administra.
El mismo, que fuera pre-anunciado el pasado 17 de febrero, nace con la “simplificación del sistema cambiario” (SIMADI) en dos bandas, un cambio “protegido” (DIPRO) manteniendo a 10 bolívares por dólar para los llamados rubros prioritarios como alimentación, medicinas entre otros, y que algunos especialistas consideran que en verdad no es un tipo de cambio sino en verdad un gran negocio al sector empresarial que opera en este sector de la economía. Y por otra parte uno “flotante” (DICOM), lo que de hecho se tradujo instantáneamente en una nueva devaluación de la moneda y un ataque directo al bolsillo de los asalariados. Es de destacar que el “dólar flotante” empezó cotizándose a 200 bolívares por dólar cuando dio inicio este tipo de cambio, y a la fecha del cierre de este artículo se cotizaba en 544 bolívares por dólar, es decir, en apenas tres meses ha tenido un salto abrupto.
Promesas que no cierran, logros que no son nuestros
Durante la entrevista no faltaron las emanaciones de cinismo del ministro-empresario, Pérez Abad, cuando intentaba explicarnos que el DIPRO se implementaba para “proteger el empleo y los programas sociales”, y el DICOM para permitir que importadores transiten por este sistema “para no dejar solo al gobierno en ese juego” (sic.), aclarando que todavía esto no ha sido posible, porque –según dice– DICOM todavía no ha liquidado divisas a privados, que es lo que se prevé desde el gobierno.
Llama la atención que justo cuando no solo los programas sociales (Misiones) se encuentran en profunda decadencia, aumentan los despidos y el riesgo de vaciamiento de las nóminas de empleados, el gobierno apela por las importadoras y los bancos como vía para “captar divisas” con las que honrar la deuda externa, todo muy enmarcado en la lógica rentista que es el esqueleto mismo de la crisis, y que el gobierno dice de palabra “combatir”.
Pérez Abad incluso se regocija del “principal logro” del DICOM desde su implementación, que sería según él “contener que el paralelo siga creciendo mientras que alcanzamos generar los estímulos suficientes para que los nuevos actores privados nacionales e internacionales transiten por el nuevo sistema cambiario”, lo que conseguirían liberalizándolo completamente.
La lógica del “logro” del que habla Pérez Abad en nombre del gobierno de Maduro, es claro, no está del lado de los trabajadores y el pueblo pobre, quienes cotidianamente vemos con angustia cómo el salario se nos va a pique frente a un mercado que dispone del tipo de cambio complementario a su antojo y por ende de los precios, y que se refleja en la “caída libre” de la capacidad adquisitiva de los asalariados, que es cada vez más dramática.
Y como si se tratase de una burla, redobla la promesa demagógica de “proteger el empleo y programas sociales”, sosteniendo que “se restablecerá en 6 meses como máximo los canales de distribución”, equilibrando el tipo de cambio, precios y salarios, “quebrando los efectos de la tasa especulativa”, y mejorando las ofertas, etc., pero lo más pomposo de todo fue lo de la revisión del salario, veamos.
Mencionó el ministro de pasada que se tiene prevista también una revisión de los salarios cada 3 meses, pero también en ello hay tanta demagogia como en cada aumento anacrónico del salario mínimo que el gobierno ha hecho, que va muy detrás del costo de la vida, por eso cuando dice que “este año hemos aumentado los salarios más de 100%”, dice poco o nada a considerar seriamente, salvo advertir que todo ello es lo que necesitan decir para invocar la “paciencia del pueblo” y la “confianza en el gobierno”.
Ni paciencia, ni confianza: organización y un programa propio para luchar
El gobierno de Maduro en declive, con iniciativas propias para encarar la crisis económica en acuerdo con el empresariado y del capital más concentrado, les cumple en materia de liberalización parcial del cambio (DICOM, por ahora). Pero el empresariado y las trasnacionales piden más, mientras una derecha envalentonada alinea sus alfiles en el plano nacional y externo, para llevar adelante esas medidas que tanto anhela el capital privado más concentrado.
De hecho, ambos bloques políticos que se disputan el control del país, tanto el gobierno que para captar divisas “brindará a los empresarios todas las protecciones necesarias para que puedan invertir en el país” (en palabras de Pérez Abad) como la oposición que no repara en comprometer la soberanía del país con tal de retomar el poder y abrir curso a su impronta privatizadora, exigirán la austeridad de parte de quienes en su mayoría hasta ahora no han hecho más que soportar la crisis, por lo cual merecen de sobra “confianza cero” por parte de quienes padecemos la crisis.
Por otro lado, para que de una vez por todas entre en escena el movimiento obrero y las organizaciones populares con sus propios métodos y demandas, urge unificar las luchas en curso y plantear la defensa de los puestos de trabajos y los salarios, contra el desabastecimiento y el alto costo de la vida, por medio de una gran alianza obrera y popular independiente de toda variante patronal, tanto la del gobierno como de la oposición.
Un plan económico obrero y popular para enfrentar la crisis, frenar los ajustes del gobierno e impedir que se concreten los planes de la derecha opositora, pasa por exigir la repatriación forzada de las divisas fugadas, so pena de vérseles expropiadas las cuentas y los activos, puestos éstos bajo el control de los propios trabajadores con participación de las organizaciones populares, más el cese inmediato del pago de la deuda externa.
Para combatir seriamente la crisis, de nada sirve solamente denunciar “ilícitos” por parte de Mendoza o cualquier empresario privado, si a su vez no se publica la información contable de las empresas y bancos que operan en el país, medida imprescindible para que los trabajadores estemos al tanto de los movimientos financieros de los patronos para desenmascarar cómo roban y explotan al pueblo trabajador; pasar para expropiar a los capitalistas y poner la economía en función de las necesidades fundamentales del pueblo y planificada democráticamente por los productores directos, los trabajadores. Naturalmente, para todo lo anterior, no hay objeciones “técnicas” que valgan, sino que será la lucha y la organización de los trabajadores los que dicten su última palabra y decidan los destinos del país, los únicos que le pueden dar una salida progresiva a la crisis.