El martes se reunió en Caracas el plenario de la Intersectorial de Trabajadores donde se evidenció que la mayoría de sus dirigentes buscan llevar a los trabajadores tras la ofensiva de Trump y Guaidó. Hubo voces antagónicas a esa política.
Viernes 1ro de marzo de 2019 17:04
Este martes 26 se realizó en Caracas el plenario de la Intersectorial de Trabajadores de Venezuela (ITV) donde, luego de varias horas de continuas intervenciones, se impuso una política completamente funcional a la intervención imperialista y el golpismo de la derecha criolla.
En teoría solo se asumirían como orientación de la Intersectorial aquellas cuestiones en que hubiese “consenso”, aunque en los hechos lo que se asumió como tal fue una especie de “que caiga Maduro por una huelga general… para que suba Guaidó”, lo que no es consenso, puesto que hubo quienes combatimos esa lógica. Lamentablemente, no es otro sino ese el contenido político para una Intersectorial que había nacido para otros objetivos.
¿Qué se propuso y qué terminó siendo la Intersectorial de Trabajadores?
La ITV se constituyó el 7 de noviembre pasado, como una expresión concreta de una dinámica de confluencia en un frente único por las luchas que se venían desarrollando durante el segundo semestre del año, y para hacerles frente a los brutales ataques del gobierno venezolano, que buscaba barrer conquistas históricas obtenidas en décadas de lucha, y enfrentar los mismos desde una perspectiva de y para la clase trabajadora.
Desde la Liga de Trabajadores por el Socialismo (LTS) de Venezuela decíamos en ese momento que la Intersectorial implicaba un avance, pues expresaba la tendencia a la unidad y a actuar más coordinadamente, pero que presentaba fuertes límites para avanzar hacia una perspectiva que pueda expresar una referencia de los trabajadores independiente de cualquier variante capitalista, es decir, de independencia de clase. Límites que han terminado de imponerse.
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Uno de esos límites era la diversidad donde confluían para defenderse de los brutales ataques a la clase trabajadora y a los sindicatos, tanto organizaciones sindicales con dirigentes venidos del chavismo, como los que están vinculados a partidos de la oposición de derecha, y de la izquierda que se opone tanto al gobierno como a la derecha, lo que marcaba la existencia de puntos de vistas bastante diferentes y en muchos casos abiertamente contrapuestos, sobre las salidas de fondo a los problemas del país. Al no tener la ITV –que era otro de los límites que marcábamos– un funcionamiento con participación masiva de las respectivas bases, sino limitado casi exclusivamente a los dirigentes, no habría un mecanismo de dirimir semejantes diferencias mediante la democracia obrera entre las bases.
En esos momentos primaban los brutales ataques del gobierno contra los trabajadores, y en plano nacional una oposición de derecha bastante desarticulada y maltrecha. En este marco, las diferencias se expresaban poco, estando en primer plano el frente único defensivo ante la política laboral del gobierno.
Se trataba de “golpear juntos” frente a estos ataques del gobierno, en este sentido es que veíamos a la Intersectorial como un frente único obrero, porque la clase trabajadora tiene la necesidad y el derecho de enfrentarse como un solo puño ante los ataques del gobierno y los capitalistas, más allá de las divisiones sociales, organizativas y políticas que les imponen los patronos y las burocracias. Y también porque es a través de estas acciones, al calor de la lucha, donde los trabajadores pueden avanzar en hacer sus experiencias con las distintas direcciones sindicales que no son consecuentes con los intereses de la clase.
Lo que, precisamente, implicaba no confundir nuestros objetivos estratégicos como trabajadores clasistas y anticapitalistas, con los de estas direcciones, por lo cual señalamos permanentemente nuestra independencia política respecto de las mismas y buscando desarrollar la experiencia de los propios trabajadores, para superarlas. Hicimos públicas nuestras diferencias y las discusiones.
Decíamos: “que ese espacio no se convierta en correa de transmisión del PSUV y demás partidos que apoyan al gobierno o sus aliados, parece ser más claro, porque precisamente su más claro perfil es enfrentar la política laboral del gobierno, de manera que la lucha más inmediata planteada en este terreno es, al tiempo que se desarrolla la Intersectorial, que no se convierta en correa de transmisión, vía las direcciones sindicales, de las posiciones de la oposición de derecha entre las filas de la clase trabajadora”. Desgraciadamente para los trabajadores se ha terminado imponiendo esto último.
A comienzos de enero la situación del país tomó un giro brusco. Como ha transcendido en la prensa mundial, hacia finales de 2018 en el gabinete de Donald Trump decidieron que era el momento de un cambio de gobierno en Venezuela, para lo cual articularon todo un plan en conjunto con la oposición criolla. Maduro asume un nuevo mandato el 10 de enero luego de unas elecciones cuestionadas y amañadas en mayo del año pasado, coincidiendo con la nueva directiva de la Asamblea Nacional, que según los acuerdos de la oposición le corresponde este año presidir a Voluntad Popular (el mismo partido que aspiraba derrocar a Maduro en 2014 con las movilizaciones de calle de la clase media, la llamada “La Salida”), ésta anuncia que desconoce el nuevo mandato de Maduro y que se propone asumir ella las facultades del Poder Ejecutivo. Son convocados actos para el 23 de enero tanto por el gobierno como por la oposición vía la Asamblea Nacional y su presidente Juan Guaidó, en función del aniversario de la caída de la dictadura de Pérez Jiménez.
La Intersectorial de Trabajadores prácticamente se “paraliza”, pero los dirigentes sindicales vinculados a la oposición se hacen partidarios de los llamados de Juan Guaidó, negándose tajantemente a que en cuanto Intersectorial se convoque a un acto independiente de los que llamaban el gobierno y la oposición, con banderas propias de los trabajadores.
El 23-E Juan Guaidó se autoproclama “presidente encargado” de Venezuela bajo la total tutela del gobierno de Donald Trump y el apoyo de todo el derechismo continental. Tomando cuerpo así toda una ofensiva imperialista y de la derecha local en clave golpista: el objetivo declarado abiertamente es que los mandos de las FF.AA. derroquen a Maduro o lo obliguen a renunciar, a favor del gobierno paralelo que proclama la oposición, sostenido por el poderío diplomático, económico y de amenazas militares de los EE.UU.
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La denuncia al golpismo imperialista y el llamado a la Intersectorial
Como parte de los trabajadores que protagonizamos el proceso de luchas del año pasado, y como militantes de una corriente de izquierda, obrera y socialista, en los días previos salimos a alertar del golpismo en ciernes, con declaraciones políticas contra el intervencionismo imperialista. La mayoría de los dirigentes sindicales de la ITV se sumó entusiasta a la movida de Guaidó.
Junto con otros dirigentes de trabajadores y corrientes de izquierda de la Intersectorial hicimos pública también, en videos, la denuncia a la ofensiva imperialista y el llamado a la Intersectorial a que asumiera una orientación de enfrentar la agresión golpista, para que el justo y legítimo descontento de los trabajadores con este gobierno de miseria y represión, no fuera usado como simple base de maniobra para objetivos reaccionarios, ajenos también a nuestros intereses de clase. Una política contrapuesta a la de los dirigentes sindicales de la ITV que se sumaban a esta política de la derecha criolla y del imperialismo.
Un plenario copado para poner a los trabajadores tras la política de Trump y Guaidó
En esta situación es que se convoca al plenario sindical para este 26 de febrero. Al que, dicho sea de paso, se sumaron sectores sindicales que antes no venían participando de la misma, pero que obedecen a los partidos históricos del puntofijismo y están en sintonía total con la política de la oposición, habiendo sido incluso parte de las arremetidas golpistas del 2002 y 2003, como los del Comité Ejecutivo de la CTV. Lejos estaba ese encuentro del de noviembre del año pasado, transformándose esta vez en una serie de llamados de dirigentes sindicales al apoyo de Guaidó.
La negativa rotunda a diferenciarse de la agresión imperialista, del golpismo y el “Plan País” de Guaidó, sumado a la mayoría de intervenciones que más bien alababan esa política, hacen que todas las medidas planteadas, como marchas, concentraciones y hasta una hipotética “huelga general”, sean claramente en función de esta ofensiva reaccionaria, que no tiene nada que ver con objetivos de la clase obrera. Se asumió un supuesto “consenso” según el cual “como todos estamos por cambiar este gobierno” eso basta para marchar juntos, lo que no es cierto, es una maniobra que busca arropar todo bajo la lógica de quienes quieren salir de Maduro pero para que suba Guaidó, cuestión en la cual evidentemente no hay ningún consenso en la ITV. De hecho, así planteado el asunto, tal supuesto “consenso” solo serviría para llevar a los trabajadores a ser peones del plan imperialista, puesto que, como el racista, anti-inmigrantes y misógino de Trump también está por salir de Maduro, entonces se supone que los trabajadores deberíamos marchar junto a él. Un despropósito total.
Lo mismo ocurre con el apoyo a la supuesta “ayuda humanitaria”, una situación donde queda claro que no solo el gobierno de Maduro se burla de nuestras calamidades y las usa políticamente, sino también la oposición. En medio de la política actual de Donald Trump hacia Venezuela la idea de la “ayuda humanitaria” no es sino una excusa, apenas un medio para lograr un objetivo político como lo es la fractura de las Fuerzas Armadas para que den la estocada a Maduro: el interés no es el sufrimiento del pueblo, el interés es lograr el golpe de Estado. Es tan así que hasta organismos como la Cruz Roja se han negado a participar de tales maniobras de los EE.UU. porque hay una “politización” de la idea de la “ayuda humanitaria”. Pero la mayoría de la ITV la lleva tras esa demagogia, negándose a desarrollar una política independiente ante el drama alimentario y de salud, como es la exigencia del no pago de la deuda externa y la repatriación obligada de capitales.
Marchas, paros, huelgas, etc., no son sinónimos automáticos de una política propia de los trabajadores. En el marco de la ofensiva de una potencia extranjera por derrocar vía golpe militar al gobierno actual, lo que impulsan esta mayoría de dirigentes sindicales de la ITV es que esas acciones de los trabajadores se pongan al servicio de esos objetivos. La hipotética “huelga general” está vista así apenas como un complemento del plan golpista de Trump y Guadió.
Es tan abierta esta política, que en el plenario hubo quienes reivindicaron el paro patronal de 2002 que acompañó al golpe de Estado que intentó montar una dictadura encabezada por Carmona, el jefe de la cúpula empresarial. Estirpe golpista de antaño. Así como hubo también quienes explícitamente asumieron como propio el objetivo de los EE.UU. y los gobiernos de derecha de la región de buscar provocar un golpe militar con el operativo de la “ayuda humanitaria” el 23-F, diciendo “nos fracasó”, y señalando que por tanto el objetivo de la “huelga general” era conseguir ese objetivo a través de esta.
La lucha que dimos
En este escenario, hicimos uso de nuestro derecho de palabra para denunciar claramente la intervención imperialista y el significado de el “Plan País” contra los trabajadores y de mayor sumisión a los intereses del capital internacional. Dejando en claro que quienes enfrentamos al gobierno hambreador y represivo de Maduro, mal podemos ir tras el apoyo a este otro proyecto reaccionario que representan Guaidó y los EE.UU.
Planteamos que “La intersectorial surgió como una idea de ser una herramienta de los trabajadores… Desde nuestro punto de vista para ser consecuentes con eso tiene que tener independencia de clase. ¿Qué quiere decir?, que la fuerza de la clase trabajadora, nuestro descontento y nuestras luchas, no es solo que no pueden estar al servicio de un gobierno como el de Nicolás Maduro, es que tampoco pueden estar al servicio de la agresión imperialista de la que es sometido el país. Para nosotros aquí está claro que este gobierno no nos ofrece más que la miseria actual y responde con la represión. Sin embargo el Plan País que representa Guaidó y la agresión imperialista no tienen nada que ver con los intereses de los trabajadores. Aquí no funciona ese axioma abstracto de que ‘el enemigo de mi enemigo es mi amigo”, no señor, el enemigo de mi enemigo también es mi enemigo en este caso”.
Enfatizamos que “El Plan País es despidos masivos en el sector público, es privatización y aumento de los servicios públicos, el Plan País es más impuestos para el pueblo, el Plan País es la entrega de recursos nacionales mucho más rápido de lo que lo está haciendo el gobierno de Maduro, el Plan País es un conjunto de políticas que implica reducción del gasto público, es más endeudamiento del que ya tenemos. El Plan País no es ninguna solución progresiva, mal podríamos entonces los trabajadores que enfrentamos a este gobierno hambreador estar con un plan de estas características”.
Señalamos que “En el aspecto democrático tampoco tiene nada que ofrecernos. ¿Qué de democrático tiene que desde los Estados Unidos se esté decidiendo quién tiene que gobernar Venezuela?”, lo que provocó el intento intolerante y antidemocrático de gran parte de los dirigentes sindicales allí presentes de impedirnos continuar ejerciendo nuestro derecho de palabra, incluso con algunos asomos de agresiones luego de finalizar nuestra intervención, tal como se evidencia en los videos registrados. Nótese que se trata de quienes pretenden hablar en nombre de la democracia y la libertad. Continuamos nuestra intervención planteando que “hay que ser muy ingenuo o conscientemente cómplice para no darse cuenta dónde se están moviendo los hilos del poder de estas decisiones que se están tomando. Hay que tener un sentido cero de vergüenza nacional para no darse cuenta de cómo el obsceno intervencionismo de la principal potencia militar del mundo propone su plan”.
Con respecto a los militares y la Ley de Amnistía denunciamos que “si son los militares quienes supuestamente le van a sacar la silla a Maduro, entonces ese es un golpismo que tiene la doble moral de que son los militares malos si apoyan a este gobierno, pero resulta que son buenos si lo tumban para poner a otro (…) la Ley de Amnistía quiere decir que Guaidó quiere gobernar con este mismo aparato represivo que nos está golpeando (…) estas mismas Fuerzas Armadas corruptas y represoras. Y además de eso… los sectores que apoyan este plan tienen una política discriminatoria y macarthista contra todos los que levanten banderas de izquierda. Aquí mismo en esta sala hay compañeros que se han dedicado públicamente a exponer e incriminar compañeros trabajadores y luchadores porque levantan banderas de izquierda”. Además de lo planteado en el conjunto de nuestra intervención sostuvimos que debía levantarse también luchar por un plan de emergencia obrero y popular ante la catástrofe económica.
Sin embargo, este plenario muestra que la ITV está cada vez más bajo la política de los sindicalistas que militan en partidos de la derecha comprometidos con el plan de los EE.UU. Con lo cual los límites que esta tenía meses atrás al fundarse, se han transformado ya en claros obstáculos para que esta pueda expresar una referencia de los trabajadores independiente de los bandos políticos patronales en pugna. Los elementos progresivos que tenía quedan totalmente desdibujados ante esta política de poner las acciones de los trabajadores al servicio de un proyecto proimperialista y totalmente patronal como el de Guaidó y Trump.