El periodista y abogado cuenta la experiencia de la organización que nucleó a profesionales comprometidos, muchos de los cuales continúan desaparecidos. Una experiencia que a 41 años del golpe es preciso recordar y retomar.
Gloria Pagés @Gloria_Pages
Domingo 26 de marzo de 2017 13:30
Abogado, poeta, periodista, docente, militante de derechos humanos, Zito Lema integró la Asociación Gremial de Abogados junto a Rodolfo Ortega Peña, Mario Hernández y Roberto Sinigaglia Mario Kestelboim, Alejandro Teitelbaum, Domingo Mercante, Eduardo Luis Duhalde entre muchos otros.
Fue parte y dirigió distintas revistas como Liberación, junto a Julio Cortázar y Rodolfo Walsh, Nuevo Hombre, y Crisis con Eduardo Galeano, Haroldo Conti y Federico Vogelius. Autor de una vasta obra poética y teatral, actualmente se encuentra dedicado a la docencia y a la escritura de una nueva obra de teatro.
En esta entrevista rescata cómo la abogacía puede ser un arma de transformación, contra los poderosos, al servicio de los explotados y de la defensa de los luchadores.
¿Cómo nace la Asociación Gremial de Abogados?
En esa época de plena dictadura, fines de los 60 comienzos de los 70, eran muchos de los abogados que trabajaban y militaban en la defensa de los derechos humanos. Comienza un crecimiento de la política represiva del gran poder en nuestro país en el campo de la cultura, de la universidad pero también y muy duramente en el campo de los trabajadores. En esos años se da el Cordobazo, un proceso histórico, único en la lucha de los trabajadores de América Latina y alrededor del Cordobazo nace un conjunto de experiencias con vocación revolucionaria.
Ese es el contexto en que nace la Asociación Gremial de Abogados. Lo cierto es que la lucha se agudizó y también la represión, los presos crecen en su número, los vejámenes se acentúan en su potencia, aparecen las figuras de los desaparecidos, aparece la tortura como ya un sistema cotidiano de represión, la intervención en los sindicatos, la Noche de los Bastones Largos en la Universidad con una huella en la memoria histórica y a partir de todo ello la figura de los abogados cobra una dimensión particular.
Ustedes sin dudas produjeron un quiebre en la tradición de esa profesión
La necesidad impulsa a un grupo de abogados entre los que me encuentro a tener un espacio que nos ayudara en la defensa de las libertades públicas, de los presos políticos, los sectores más castigados de la sociedad, sectores históricamente marginados o trabajadores que se estaban dando nuevas formas de organización y estaban generando nuevos métodos de lucha; y que también nos permitiera protegernos entre los que poníamos la cabeza tan cerca de la guillotina en aquellos años.
Es así que nos reunimos un grupo de abogados de distintas procedencias, del peronismo, comunistas, del trotskismo, del cristianismo revolucionario, otros independientes, del partido radical. Fue una composición compleja, amplia y a la par y singularmente muy fraternal porque, seamos claros, la vida de todos estaba en peligro, entonces la necesidad hace crecer la fraternidad, los vínculos de amistad compañerismo. Esta experiencia marcó un cambio en lo que podemos llamar las profesiones liberales.
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¿Qué recuerdos le quedan de esa experiencia?
Tengo la imagen de tantos compañeros vestidos como pequeñaburguesía pero que detrás de esa ropa, teníamos que usar chalecos y ropa muy formal, pero detrás de esas ropas, de esos portafolios había una gigantesca generosidad con los más sufrientes y una voluntad de ser parte activa de esa revolución que nosotros soñábamos concretar. La Gremial de Abogados fue un salto profundo que ha marcado a nuevas generaciones
Los que trabajábamos más unidos éramos más de treinta. Obviamente nos reuníamos todos muy pocas veces porque la misma dinámica de la urgencia, nos llamaban para presentar recursos de hábeas corpus continuamente, era muy dura la época y nosotros tratábamos de no estar muchas veces juntos porque podíamos caer todos juntos en algún atentado o con suerte que nos llevaran presos juntos. No solo por nuestras vidas, nosotros pensábamos en tantos cientos de compañeros presos que si caíamos nosotros iban a quedar sin ninguna posibilidad de defensa. Y acá me queda la memoria de Néstor Martins, que fue el primer abogado secuestrado y desaparecido en el 71, a quien conocí y a quien luego reemplacé haciéndome cargo de los presos políticos que él defendía.
¿A quiénes defendió?
¿Qué anécdotas recuerda?
Quedó en la historia como la primera voladura. Lo puedo contar con alegría, a nadie le pasó nada más que el susto y las risas de los compañeros, se convirtió en una anécdota.
Tengo el recuerdo de de Mario Hernández y Roberto Sinigaglia. Yo entonces además de estar en la defensa de los presos políticos, trabajaba con Eduardo Galeano, Juan Gelman, Haroldo Conti en la marcha de la revista Crisis, yo era uno de los directores junto con Eduardo. Un mediodía en que me vienen a ver Hernández y Sinigaglia, me cuentan que tienen rumores de que están por atentar contra mi vida, que me van a ir a buscar cualquier noche a la salida de la revista Crisis. Por unos días dejo de ir a la revista, me comunicaba con Galeano en algún bar, trataba de cuidarme un poco.
No pasa una semana que los que son secuestrados son Hernández y Sinigaglia, (el 11 de mayo de 1976 NdeR). Eramos muy amigos, me vienen a avisar para que yo me cuide, ellos ahora están desaparecidos y están vivos en este recuerdo que hago de ellos.
¿Qué mensaje dejaría?
Lo único que el capitalismo puede “derramar” es la muerte, exclusión, hambruna, falta de trabajo, atentar contra la memoria histórica, sentir a los derechos humanos como el gran enemigo.
Por eso, uno puede con la abogacía estar al servicio del poder, pero los que eligen estar al servicio de los que más necesitan de la justicia también pueden encontrar allí un destino que no será muy cómodo pero que da sentido a la vida.
Homenaje a Rodolfo Ortega Peña, in memoriam a los caídos (por Vicente Zito Lema)
Hemos debido dejar la patria/aquel paisaje que
Era nuestro espíritu.
Nos queda la memoria / los hijos / lo amado…
El sol que se aparece por la ventana
ilumina esta pieza donde escribo
Palabras
Palabras sin respuestas
Palabras como un abrazo
No tiene final un poema para el amigo asesinado
Tampoco tiene final esta lucha que nos envuelve
y desgarra
La derrota es hoy la gran señora impía que todo
lo corrompe. Pero ella no es eterna
Volveremos del exilio. Sin pactos
con el exterminador. Sin comercio
de nuestros muertos.
O volverán nuestros hijos
Sé que tus hijos Rodolfo
Y mis hijos, y los hijos de cada compañero
verán hacerse luz la pesadilla.