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Red Internacional
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Testimonio. [Video] Familiares de Luis Espinoza: “Están acostumbrados a matar”

La Izquierda Diario estuvo en el sur tucumano en el momento en que hallaron el cuerpo sin vida de Luis Espinoza, trabajador golondrina asesinado, desaparecido y arrojado a un barranco en Catamarca por la policía de Tucumán

Juan Lobo @CanisLupus1917

Sábado 23 de mayo de 2020 11:53

Justicia por Luis Espinoza - YouTube

Tras una hora de viaje nos hicimos presentes en Villa Chicligasta, cuyo pueblo estuvo totalmente conmovido y movilizado en la busque de Luis Espinoza, manteniendo en todo momento la esperanza de encontrarlo con vida. Se reunieron temprano en la plaza del pueblo y una parte de los habitantes subieron a un micro, a un camión y otros vehículos a colaborar en la búsqueda de Luis. Ya se había confirmado que dos de los policías implicados se habían quebrado y confesado que el cuerpo habría sido oculto en Alpachiri. Un grupo de mujeres quedó esperando novedades.

Nos contaron acerca de la tensión extrema que pasaron esta semana, contaron con mucha bronca como sintieron que los policías se burlaron en todo momento del dolor de todo un pueblo. Negándose a tomar la denuncia, sin movilizar ningún recurso en su búsqueda. Convencidas de que los policías sabían todo. Sentimos el odio de los pobladores contra una policía que actúa con un nivel de impunidad perverso.

“Son asesinos, están acostumbrados a matar”

Afirmaban extrañadas ante el nivel de frialdad por el evidente ocultamiento del cuerpo de Luis, pues las esperanzas de hallarlo con vida se fueron desvaneciendo. No les sorprende, pues hay varios casos impunes de violencia policial en la zona.

“Lamentablemente son más que asesinos. Pero me parece que no es la primera vez que pasa. Hay que ponerse a pensar que ellos ya tenían más casos, que lo hacían y descartaban para esta zona, ellos la venían sacando bien. Pido perpetua para todos los policías que han estado juntos, ya que a mi cuñado y compadre no lo vamos a ver nunca más (...) Se lo veía tan degeneradamente conforme al policía que nos atendió en la comisaría de Monteagudo”, afirmó Patricia.

Pero el caso adquirió relevancia nacional tras el corte que realizaron para exigir su aparición con vida. Alrededor de 300 vecinos se movilizaron día tras día para peinar el monte, los ríos, el dique. Luis y su hermano Juan fueron atacados brutalmente por una comitiva de 8 policías al mando del Comisario Montenegro. Todos de civil y en autos particulares fueron a dispersar una carrera de caballos ilegal.

Trascendidos indicarían que actuaron en esas condiciones y sin dejar asentado el operativo por que dicho evento no contó con su venia y por lo tanto no cobrarían su coima. Los hermanos Espinoza pasaron por el camino y fueron el blanco de una feroz golpiza. Juan vio como le disparaban a su hermano y se lo llevaron al monte. No volvieron a verlo.

Luego encontraron los rastros de sangre en la zona, en la camioneta de una policía donde lo habrían trasladado, aún con vida, a la comisaria. Habrían apoyado su cuerpo en el mástil, también con manchas de sangre. Como también había manchas de sangre en el auto del comisario, en el que trasladaron el cuerpo de Luis al barranco donde lo arrojaron, envuelto en bolsas de plástico, con una bolsa blanca cubriendo su rostro.

Las vecinas comentaban el error que cometió la Policía: pensaron que nadie iba a decir nada, “pero aquí somos humildes, pobres pero unidos y si tenemos que salir a cortar, cortamos”.

No los dejaron solos en ningún momento y presionaron a las autoridades y a los policías para que pongan recursos y todo el pueblo se movilizó en su búsqueda. Salieron en los mismos colectivos donde van a trabajar como Luis, en la cosecha, en camiones, a caballo, con el agua del río al cuello, en alpargatas. Era un obrero golondrina, padre de 6 hijos y se hacía cargo del cuidado de su madre, una paciente renal crónica.

Al caer la tarde se confirmó la noticia del hallazgo del cuerpo, al fondo de un barranco de 150 metros en la provincia de Catamarca. La bronca acumulada por toda una semana de tensión, sin dormir, buscándolo día y noche, se mezcló con la impotencia ante tamaña impunidad de los uniformados. Ocultaron su cuerpo y lo trasladaron, en el baúl del auto del comisario, a más de 120 kilómetros del lugar donde lo atacaron mortalmente.

Llegaron los familiares y conocidos de Luis, duramente golpeados. “Ni su madre y ni sus hijos podrán verlo, él volverá en un cajón cerrado a su casa. Lo tiraron en Catamarca al cuerpo. Nunca nos podíamos imaginar que lo hayan tirado tan lejos, desde la zona de Chicligasta se vengan tan lejos. El cuerpo está comido por los animales, es algo muy doloroso encontrarlo a el así”, relató Patricia, su cuñada.

Domingo, compadre de Luis, brindó unas palabras a La Izquierda Diario contando el dolor que pasaron, denunciando duramente a la policía, exigiendo a las autoridades nacionales y provinciales que no permitan más estas prácticas que recuerdan a la época de la represión de la dictadura.

Antes de despedirse prometió no descansar hasta obtener juicio y castigo de todos los policías implicados. Todo el pueblo, juró en la plaza, cumplido el duelo, se manifestará en allí y en Plaza Independencia para exigir que no haya impunidad en este terrible crimen perpetrado por las fuerzas represivas del Estado. Desaparición forzada seguida de muerte.