El derrumbe de la bolsa de valores de Japón provocó un lunes con cifras negativas en las finanzas de todo el mundo. Argentina, por sus graves problemas de deuda externa y falta de reservas internacionales, se encuentra más expuesta a este tipo sucesos. Esto se reflejó en la suba del riesgo país y la caída de los bonos. Los indicios de una recesión en Estados Unidos podría arrastrar a las economías más grandes y empeorar las perspectivas para los precios de bienes exportables como la soja. El plan del gobierno de no devaluar y obtener nuevos préstamos del exterior se encontraría en mayores dificultades.
Matías Hof @HofMatias
Lunes 5 de agosto 22:21
Si algo puede complicar aún más la situación económica Argentina bajo la gestión de Milei es una crisis financiera internacional que vuelva más difícil para el Gobierno obtener financiamiento externo y sostener el precio del dólar, evitando tener que devaluar. Aún es pronto para saber cómo se desarrollará, pero el hundimiento del 12,4 % de este lunes del principal índice de la bolsa de Tokio, el Nikkei, marca que el escenario mundial está lejos de ser positivo. Se trata de la mayor caída bursátil en Japón desde 1987 y tuvo importantes repercusiones alrededor del globo.
El anunció del aumento en la tasa de desempleo en Estados Unidos -registró un 4,3 % en julio- fue interpretada por el capital concentrado como una señal de que la producción en el país norteramericano retrocederá. Japón resultó ser el país más golpeado por esta noticia sorpresiva para los mercados, al arrastrar un estancamiento de su economía y venir fomentando una posible burbuja con créditos a tasas cercanas al 0 %. La decisión del Banco japonés de aumentar dicha tasa potenció la huida de los fondos de inversión que interpretan que el país asiatico entrará en un ciclo económico negativo.
Las esperanzas de Milei y Caputo están puestas en conseguir el ingreso de dólares al país por la vía de aumentar la deuda externa y el ingreso de inversiones. La combinación del miedo por una recesión en los Estados Unidos, los nubarrones financieros en importantes países asiáticos (con su impacto global) y la reducción del crecimiento en China; hacen menos probable que organismos internacionales o grandes empresas le den crédito o inviertan en la Argentina (así como en otros países considerados de “riesgo” o “emergentes” por los fondos de inversión y las calificadoras de riesgo). El presidente no se cansa de repetir en cada uno de sus discursos que el capitalismo es la mayor fuente de prosperidad para la humanidad, pero la crítica situación mundial hace que sus palabras choquen aún más de frente con la realidad.
Estas contradicciones se vieron reflejadas, este lunes, a nivel nacional en el empeoramiento de todos los frentes financieros de Argentina. El riesgo país (índice elaborado por el JP Morgan sobre la posibilidad de impago de la deuda externa) llegó a superar los 1700 puntos básicos, para terminar cerrando en 1653, un aumento del 2,53 %. También aumentaron los dólares paralelos -MEP y CCL- y el blue, haciendo que la brecha cambiaria volviera a superar el 40 %. En Wall Street, los ADRs (acciones de empresas argentinas) llegaron a perder más de 12 % y cerraron con bajas de hasta 4,6 %. En la bolsa porteña se frenó la sangría inicial que llevó al Merval a caer más de 8% en la apertura y cerró con una baja de 0,9%. En tanto, los bonos deuda si bien achicaron los rojos que se vieron temprano, aún así terminaron con caídas de hasta 2,4 %.
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El ministro de Economía, Luis Caputo, viene utilizando los dólares del Banco Central (BCRA) para intervenir en los mercados paralelos. El problema es que las reservas netas (descontando las que no son propiedad directa del BCRA) se encuentran en terreno negativo y descienden semana a semana. Tanto el FMI como los agroexportadores le exigen al Gobierno que devalúe con el fin de lograr el ingreso de divisas para seguir pagando la fraudulenta deuda externa y aumentar las ganancias de los empresarios del campo.
El panorama abierto por el deterioro de la economía internacional favorece la depreciación de las monedas de los países dependientes (como Argentina y Brasil), la baja del precio de los commodities -como la soja- y el direccionamiento del capital concentrado a activos de los países que son considerados más estables. Todos elementos que podrían complicar los planes del Gobierno que apuesta al saqueo de los bienes comunes naturales con el RIGI (llamados commodities por los empresarios), el ingreso de inversiones mediante el blanqueo de capitales y el acceso a nuevo endeudamiento para hacer frente a los impagables vencimientos de deuda que se acumulan a partir del 2025.
Milei y Caputo buscaban contener la inflación a costa de una profunda recesión económica que ya ha generado la pérdida de 300.000 puestos de trabajo y un salto en la pobreza al 55 %. Si la crisis financiera y las tendencias recesivas se profundizan a nivel mundial, la orientación del Gobierno llevaría a consecuencias aún mayores. El Presidente se somete a un sistema con síntomas que pueden dar lugar a crisis como las que ya vimos en 2008 que nada bueno pueden traer para los trabajadores y las grandes mayorías. Construir un movimiento internacional por la anulación de las deudas de los países oprimidos es fundamental para evitar que los costos generados por las grandes empresas imperialistas sean pagados por los que menos tienen.
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