Este martes 21 de febrero entró en vigencia en Chile el Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (TPP-11) en pleno gobierno del Frente Amplio con la ex concertación, atando las políticas públicas a una regulación pro empresarial que beneficiara, principalmente a las transnacionales chilenas y extranjeras.
Miércoles 22 de febrero de 2023
Ya hemos abordado el TPP-11 anteriormente en el diario, pueden encontrar aquí una entrevista con el experto José Gabriel Palma en nuestro programa Semilla Roja, quien nos habla sobre las consecuencias de suscribir a este tratado internacional. Además aquí pueden leer un artículo resumiendo sus características y el enorme rechazo que genera desde los inicios de su tramitación en 2018 con Bachelet y en el gobierno de Piñera.
El tratado, ya en vigencia, permitirá importar más productos del mercado internacional y exportar hacia el mercado internacional con la rebaja de las tarifas arancelarias. Esto es más que conveniente para las grandes empresas forestales y agrícolas, para las salmoneras y otras, que seguirán degradando el medio ambiente, y que se aseguran el mantenimiento de un modelo extractivista.
Esto sumado a que por otro lado el TPP asegura un mecanismo de solución de controversias entre inversionistas y estado naciones favorable a las trasnacionales, que es justamente lo que limita la capacidad de modificar las políticas públicas, impidiendo por ejemplo grandes cambios en el modelo forestal Chileno que nos tiene con el Centro-Sur del país en llamas, dado que cualquier cambio que les resulte desfavorable a las empresas es causal suficiente para demandar al Estado en tribunales especiales.
Aun con las Side Letters que impulsa el gobierno de Gabriel Boric, que buscan dejar sin efecto este mecanismo, esta es una política insuficiente ya que debe ser aceptada por cada país integrante del tratado individualmente y funciona bilateralmente. Y aunque mediante las negociaciones puede modificarse el tratado en vigencia, solo 1 de 11 ha sido confirmada y 3 parecen estar finalizando las negociaciones para dejar sin efecto el mecanismo solo entre los paises firmantes y sus transnacionales locales (osea bilateralmente). Esto significa que, por ejemplo, las trasnacionales neozelandesas no podrían demandar a Chile por un cambio en la regulación, ya que Nueva Zelanda aceptó el acuerdo bilateral con Chile en el marco del TPP. Pero ¿qué pasa con las grandes empresas australianas? ¿Y con las canadienses? cada país puede o no aceptar la propuesta del gobierno según le convenga, osea, la decisión no es del gobierno de Boric, depende de cada gobierno integrante del tratado y, por ende, de la relación de estos con sus propias transnacionales y la capacidad que tengan de beneficiarse de este mecanismo.
Pero aun si se dejara sin efecto este mecanismo, sigue resultando intensamente favorable a la desigualdad social, a la precarización laboral, al saqueo de los recursos naturales y la capitalización individual de los grandes dueños de Chile. Por eso decimos ¡Derogación YA del TPP-11!